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El petróleo se derrama en las calles de una Venezuela sin gasolina

El petróleo sin refinar se chorrea por las calles de las zonas productoras de Venezuela mientras sus ciudadanos aguardan horas en colas kilométricas para comprar gasolina. Dos situaciones contrastantes que reflejan el deterioro de una otrora poderosa industria petrolera que ahora está destartalada y es incapaz de procesar el crudo que brota de la tierra para evitar daños ambientales y satisfacer la demanda nacional de combustible.

Una de las regiones más afectadas en la Costa Oriental del Lago de Maracaibo, en el estado Zulia, donde hace poco más de un siglo ocurrió el primer "reventón". Ese chorro de de crudo que la tierra escupía por los aires tras excavar 135 metros marcó el inicio de la era petrolera para Venezuela.

Hoy en día en Mene Grande, donde el pozo Zumaque I comenzó a producir petróleo en 1914, el petróleo todavía brota pero ya no hay quien lo aproveche.

Edwin Jesús Navarro narra las vicisitudes que viven en Cabinas, población de unos 300 mil habitantes ubicada a unos 95 kilómetros al norte de Mene Grande, donde el líquido viscoso inunda viviendas y daña los pocos enseres que todavía poseen los empobrecidos habitantes de la que fuera una pujante ciudad petrolera.

Un charco de petróleo en una calle de cabimas, estado Zulia, el 23 de septiembre de 2020 (Foto cortesía de  Edwin Jesús Navarro).
Un charco de petróleo en una calle de cabimas, estado Zulia, el 23 de septiembre de 2020 (Foto cortesía de Edwin Jesús Navarro).

Navarro explicó que los derrames suceden por la falta de mantenimiento de las instalaciones de Petróleos de Venezuela. Y, aún peor, por el abandono de plantas que son desincorporadas cuando tienen desperfectos y poco después son desmanteladas por personas que venden ilegalmente las piezas.

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"Las líneas de distribución de crudo se han estado deteriorando cada día más, producto de los elementos oxidantes contenidos en el petróleo por falta de los aditivos que regularmente se utilizaban, originando rupturas en las líneas y derrames en varias partes".

En los municipios petroleros Simón Bolívar, donde queda el campo de Tía Juana, Lagunillas y Bachaquero también corre el petróleo por las vías que perjudica la salud de los pobladores y causa un daño ambiental incalculable.

Allí los vecinos denuncian que los tanques de almacenamiento están tan llenos que se rebosan y cuando llueve el agua arrastra al petróleo hacia los caudales de los ríos y hacia las poblaciones cercanas.

Navarro, quien es fundador de la asociación Procultura y dirigente regional del partido opositor Primero Justicia, advirtió que otra gran calamidad son las explosiones causada por el constate robo de condensado de gas, que también se le conoce como gasolina blanca.

Algunos desesperados habitantes roban el condensado de gas para realizar un procesamiento casero que les permite utilizar el hidrocarburo como un sustituto de la gasolina en los vehículos de motor. La prueba del peligro fue un explosión que despidió llamaradas de 20 metros el 20 de septiembre el 2020 en Cabimas. Dos, de las cuatro personas que resultaron quemadas, murieron por la gravedad de las lesiones.

"Asumen el riesgo porque les genera dinero que usarán para alimentar a sus familiares, ya que el sueldo mínimo es el equivalente a un dólar. Es una situación económica que obliga a buscar alternativas riesgosas para mantener a las familias. Es una triste realidad que vivimos los venezolanos hoy día en este régimen", dijo Navarro.

Esperar 4 días por gasolina

Y mientras tanto las gasolineras permanecen secas. El abastecimiento mínimo ocasiona interminables colas de personas que posponen sus actividades cotidianas para intentar comprar algunos litros de combustible.

En un país con un precario sistema de transporte público y pésima planificación urbana, muchas personas necesitan sus vehículos particulares para trasladarse.

La escasez se agudizó de tal manera entre el 14 y el 18 de septiembre que el promedio de espera para comprar combustible en regiones como Lara era 4 días, según informó el Observatorio Popular de Gasolina al diario El Nacional.

Aunque el precio oficial de venta al público de un litro de gasolina en Venezuela es de dos centavos de dólar, el precio en el mercado negro ronda los tres dólares.

Los ciudadanos han denunciado atropellos por parte de las autoridades policiales y militares que custodian las estaciones de servicio, donde se arman trifulcas cuando alguien intenta evadir la espera sobornando a los uniformados.

Un fugaz alivio ocurrirá el lunes 28 de septiembre, cuando llegue a Venezuela el primero de tres buques petroleros iraníes cargados de gasolina.

Los tanqueros salieron de Irán en agosto pero se han tardado en llegar porque han tenido que tomar la ruta más larga, bordeando el cuerno de África para burlar los sistemas de satélites de las autoridades estadounidenses, que impusieron severas sanciones al comercio de hidrocarburos con Venezuela, informó El Estímulo.

Los 820.000 barriles de gasolina que transportan los tres barcos serán un pañito de agua tibia pero no revolverán el problema de un país que en 1998 tenía una capacidad neta de refinación de 1.620.000 barriles diarios en las instalaciones dentro de Venezuela, de un total de un poco más de tres millones de barriles.

Sin una industria petrolera (y un gobierno) eficiente, el petróleo seguirá desparramándose en el mar, en los lagos y en las sabanas venezolanas, mientras el país entero se detiene por falta de gasolina.

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