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Estados Unidos vive una ola de saqueos que puede terminar muy mal

Smash and grab. O lo que es lo mismo: Rompe y agarra. Es el lema que se ha impuesto en los últimos meses en Estados Unidos y que explica la oleada de saqueos y robos que se están produciendo en numerosos comercios a lo largo y ancho del país, aunque principalmente en grandes ciudades como Los Ángeles, San Francisco, Nueva York o Seattle.

En muchas de las ocasiones estos asaltos se producen a plena luz del día y con las tiendas abiertas. Los empleados se tienen que resignar a no poder hacer nada para evitarlo en muchas de las ocasiones y la policía no llega a tiempo para intervenir. Y es que si por algo se están caracterizando estos hurtos es por su velocidad. Los saqueadores llegan, se apoderan del producto o los productos y desaparecen tan rápido como han llegado.

Saqueo en una tienda de Estados Unidos. (Photo by Mark Makela/Getty Images)
Saqueo en una tienda de Estados Unidos. (Photo by Mark Makela/Getty Images) (Mark Makela via Getty Images)

Los números ciertamente ya son alarmantes. De acuerdo a la Federación Nacional de Minoristas de Estados Unidos, las pérdidas de los comercios por robos se situó en el año 2022 en una cifra récord de 112.000 millones de dólares. Afecta a todo tipo de establecimientos: desde grandes cadenas como Apple o Foot Locker hasta pequeñas tiendas, gasolineras o estancos.

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El objetivo también es variable. Pueden ser productos de tecnología o joyas, pero también artículos de alimentación, como una pizza. Tanto unos como otros están teniendo un importante impacto en los comercios y es un motivo de preocupación. Las redes sociales se han llenado de vídeos de estos actos delictivos, normalmente de pequeña escala.

Aunque los robos han estado presentes siempre en los comercios, lo que se está viviendo se encuentra en otra escala. Actualmente, se produce uno cada diez minutos y los resultados de las empresas están viéndose muy afectados por esta situación. Algunas de ellas ya han anunciado un crecimiento más débil por esta razón. Por ejemplo, Target ya ha admitido que en 2023 sufrirá robos por valor de 500 millones de dólares.

Pero, ¿a qué se debe esta tendencia que tanto perjudica a los negocios? La primera razón que lo explica es que quizás la legislación actual al respecto sea demasiado permisiva. En dos terceras partes de Estados Unidos, el hurto por menos de 1.000 dólares es un delito menor, mientras que en otros 15 estados la cifra se sitúa en 1.500 dólares. Esto significa que delitos de este tipo reciben sanciones económicas bajas o penas de cárcel limitadas.

En otras palabras, al ladrón le sale barato cometer este delito, ya que sabe que las condenas van a ser suaves en caso de que le pillen.

Otro factor importante es que hay un mercado potente en el que se revende todo lo robado. Existe una demanda muy potente y al venderse los productos a través de Internet es muy difícil seguir la pista a esos productos. Por ejemplo, si en un comercio se roban unas zapatillas, un chándal y una gorra, cada uno de estos artículos irá en anuncios distintos, haciendo casi imposible el rastreo conjunto.

Un tercer motivo importante es que desde la pandemia los establecimientos han reducido su personal de seguridad y además, los empleados tienen prohibido intervenir en robos para evitar poner en peligro su vida. Algo que los saqueadores conocen y aprovechan.

Finalmente, la alta inflación, con la consiguiente pérdida de poder adquisitivo, también puede hacer que la gente cometa estos delitos, llevándose gratis productos que ahora mismo pueden tener dificultades para pagar.

¿Por qué puede terminar mal?

Hay que recordar que en la mayoría de estados estadounidenses es legal portar un arma de fuego en público y a día de hoy hay más armas (298 millones) que habitantes en el país. En muchas ocasiones, el único requisito para poder adquirir una es simplemente haber cumplido 18 años. Unas circunstancias especiales que hacen más peligrosa esta tendencia.

Pese a que las grandes cadenas no permiten a sus empleados intervenir en estos saqueos, lo cierto es que hay muchísimos comercios minoristas en los que puede pasar algo distinto. No es descabellado que un pequeño propietario, ante el enésimo robo a su negocio, con temor a arruinarse y con pocas soluciones de las autoridades, decida tomarse la justicia por su mano y haga uso de su arma para proteger su tienda.

Si esto pasase a gran escala, que dadas las particularidades de Estados Unidos no es ninguna locura, habría una grave crisis de seguridad, con ladrones campando a sus anchas y comerciantes defendiéndose al estilo del Salvaje Oeste. Una combinación muy peligrosa con consecuencias devastadoras para la sociedad.

¿Alguna solución en marcha?

Los comercios están intentando responder a este desafío dificultando a los ladrones su tarea. Para ello, están recurriendo a vitrinas, alarmas, sistemas de seguridad o productos amarrados con cables.

Por su parte, las autoridades han prometido reforzar la presencia policial en centros comerciales y locales que ya han sido atacados. Está por ver si estas medidas son suficientes para reducir un problema que no deja de crecer.

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