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La familia italiana que resiste al embate al microcentro porteño

"En mayo de 2020, luego de un mes y medio de estar cerrados,  les dije a mis 25 empleados que no íbamos a poder resistir más, los indemnizamos a todos y gran parte de nuestra familia se fue a vivir a Italia", cuenta Alejandro Ballabeni, tercera generación de la familia gastronómica de Broccolino.

Broccolino abrió en el microcentro porteño en el año 1985. Y fue siempre muy exitoso. La familia cocinaba hacía años, con recetas directamente traídas de Italia, y hasta marzo del 2020 este espacio de la Ciudad de Buenos Aires era el lugar en el que pasaba casi todo: las reuniones de los ejecutivos, las oficinas de las empresas más grandes del país, las sedes centrales de los bancos, etc. 

Ballabeni afirma que la pandemia redujo el centro de la Ciudad a la mitad de su movimiento y que nunca se recuperó, pero el aluvión de turismo los volvió a poner a ellos en el lugar de siempre.

La única que quiso quedarse con él en Buenos Aires fue Luciana, su mamá (todavía todos recuerdan el restaurante que ella tenía con su nombre en el barrio de Belgrano, hace más de 20 años). "Si vas a volver a abrir en algún momento el restaurante, yo me quedó acá", le dijo ella a Alejandro. Y así fue. En noviembre de 2020, volvieron a contratar a todos los empleados. Ninguno quiso quedarse afuera de la reapertura de Broccolino. 

 

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"La mitad del microcentro nunca volvió al microcentro, estamos esperando una reactivación. Suponemos que este será un año de transición pero gracias al turismo la vamos piloteando. Los brasileños y los chilenos vienen todos directo a comer a Broccolino", explica Alejandro y agrega que si bien algunos pares suyos, restaurantes de precios de alta gama, tampoco cerraron, sí vio cómo la mayoría de los lugares pequeños, que vivían de los oficinistas y bancarios, desaparecieron.

Quedaron algunos lugares muy económicos, como para comer un pancho o un sándwich, y los de gastronomía más elaborada como Broccolino que tiene un precio aproximado de 5.500 pesos por persona. 

El regreso de los viajes a nivel mundial y la atracción que significa Buenos Aires para muchos turistas del mundo, no solo por ser una Ciudad que tiene de todo para ver, sino además por lo económica que es hoy para un extranjero, fue clave en el reinicio de Broccolino. 

Hoy experimenta una segunda vida. Siempre recibimos muchos extranjeros. Por la zona y por las recomendaciones. Hoy están viniendo muchísimos uruguayos los fines de semana. También hay turistas asiáticos y de todos los países fronterizos. Brasil siempre vino a Broccolino muchísimo, todos los operadores turísticos nos recomiendan directamente", comenta Ballabeni.

Desde Italia hasta la llegada de los Rolling 

En 1955, la familia Trío, que conforman Luciana y Antonio, llegaron en uno de esos barcos que no eran tanto de pasajeros sino más bien de carga, desde Italia. Su historia con las cocinas venía de la década del 30, de Livorno, en la Toscana, probablemente uno de los lugares más bellos del mundo. Su familia tenía allí un restaurante en el  puerto. 

Luciana, la madre del actual dueño de Broccolino, tuvo antes una trattoria italiana y en el 85 abrió Broccolino para crear "un genuino ristorante italiano".

Los negocios familiares cuentan muchas historias al mismo tiempo que construyen comunidad, y "Brocco" no fue la excepción. Desde la visita "incógnita" de Anthony Quinn en 1991, hasta la convocatoria para ser los cocineros de los Rolling Stones, el restaurante supo ser centro de encuentro de deportistas, políticos y otras celebridades.

 

La gastronomía de Broccolino 

Sin dudas, las pastas son las estrellas del lugar. Es difícil no tentarse con una pasta rellena como los ravioles de ciervo con salsa Alfredo que trae hongos y pesto. Muchos eligen los clásicos tagliatelle profumo di mare o alla puttanesca para quien quiere un poco de picante, y para aquellos a los que les gusta compartir, hay una selección de pastas que trae cuatro variedades con 4 salsas a elección. También tienen risottos, calamaretti, saltimbocca y no faltan las berenjenas alla parmesana.

Ballabeni explica que se ocupan mucho de la calidad. La comida siempre es buena, siempre es abundante, siempre usan productos y materias primas de primera calidad.