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Cómo es la historia de los tucumanos que hicieron de las empanadas un éxito en Miami

Federico Terán creó "Empanadas Grill" junto a y Maite González Dalponte.
Federico Terán creó "Empanadas Grill" junto a y Maite González Dalponte.

Maite González Dalponte aparece en la tapa de LA NACION del 14 de junio de 2001 llegando, caminando, al aeropuerto de Ezeiza. Iba con sus cuatro hijos para embarcar rumbo a Miami, a donde ya estaba su esposo, Federico Terán. Consiguieron trabajo, tuvieron su quinto hijo y, en medio de la pandemia, con el país paralizado, empezaron a hacer empanadas tucumanas en horno de leña para vender. Llevan comercializadas 35.800 a US$36 la docena. Terán dejó su empleo para dedicarse tiempo completo a “Maite & Fede´s grillings”.

Los tucumanos conservan la tapa de LA NACION donde aparecía Maite con sus hijos en 2001.
Los tucumanos conservan la tapa de LA NACION donde aparecía Maite con sus hijos en 2001.

Tucumano, Terán trabajaba en el área de marketing de una empresa de electrodomésticos cuando a mediados del 2000 empezó a ver que el consumo “se quebró, aumentó la tasa de morosidad, había menos crédito. Empezaba la crisis y el mediano plazo se presentaba caótico”.

En octubre presentó la renuncia y “con US$1200 en el bolsillo y una valija” en enero del 2001 se fue a Miami. La decisión del lugar se vinculó con el clima; fueron descartando otros sitios por esa razón. Seis meses después lo siguió Maite con sus hijos.

Terán consiguió trabajo en una compañía de mudanzas para arrancar y, después, part time en un restaurante israelí, donde con el tiempo quedó para todo el día. Allí fue empleado durante 18 años; renunció cuando cocinar empanadas en su casa para vender requirió de más compromiso por la demanda.

Dalponte cuenta que “no sabía ni una palabra en inglés”. Aprendió y se desempeña como administrativa en una importadora de alimentos israelíes. “Cuando uno quiere salir adelante, puede. Llegamos sin saber nada de nada del idioma, fuimos sumando herramientas”, dice.

Nunca regresaron a Tucumán. “El costo de seis pasajes es mucho, además hay que dejar todo pago para ir de vacaciones; es un esfuerzo grande”, apunta Terán.

En plena cuarentena, un domingo hicieron un asado y empanadas para la familia y, como hacían siempre, subieron fotos a sus redes sociales. Los amigos empezaron a pedirles que les vendieran.

Desde la masa al relleno, todo es casero. Las cocinan en horno a leña.
Desde la masa al relleno, todo es casero. Las cocinan en horno a leña.

“Como iba tres veces por semana al restaurante por unas horas, empecé a hacer empanadas los sábados -señala Terán a LA NACION-. Primero era una docena, después ocho y ahora son unas 30. Cada vez nos pedían más. Como no podíamos tener contacto con los clientes, hacían fila con los autos en la puerta de casa, abríamos el baúl, se las dejábamos y nos transferían”.

El matrimonio está asombrado de cómo empezaron a recibir pedidos primero de latinos, pero “después de estadounidenses, de belgas, de italianos”. “Vienen de todos lados; hay gente que maneja una hora para buscarlas”, dice. Durante la semana venden otras 30 docenas promedio, pero crudas.

En agosto pasado, Terán dejó su empleo para dedicarse por completo a la cocina. Lo ayuda su hijo más chico, de 17 años, quien nació en Estados Unidos. “No habla una palabra de español, no conoce Tucumán, pero es especialista en empanadas tucumanas”, describe. Cuando Dalponte llega de trabajar, también ayuda.

Nos subimos a un tren que no sabemos a dónde va a llegar -comentan-. Estamos proyectando un local, pero los costos son muy altos; solo de alquiler hay que pensar en unos US$40.000. Antes de la pandemia ya nos decían que vendiéramos, pero estábamos cómodos. Salimos de nuestra zona de confort y nos fue bien”. También hacen locro cada tanto y, pese al calor, venden muy bien.

Venden unas 30 docenas cada sábado y una cifra similar durante la semana.
Venden unas 30 docenas cada sábado y una cifra similar durante la semana.

Las empanadas son tucumanas tradicionales: “Bien jugosas, de las que chorrean, con carne cortada a cuchillo. Nos hemos convertido en referencia de restaurantes argentinos de acá. Cuando empezamos pensamos que era hasta que se levantaran las restricciones, pero nos fue muy bien y ya seguimos”.

El matrimonio ya hacía empanadas antes de emigrar y eran fanáticos de las de Sara Figueroa, la eterna campeona de esa especialidad que murió en 2019 en Tucumán. Tenemos el gusto clavado en el paladar, en el cerebro, en el corazón”, resumen.