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La tecnología no logra mejorar lo que había en el pasado: Uber, Airbnb y Netflix ofrecen peor servicio que los taxis, hoteles y el cable

Los grandes avances tecnológicos no han conseguido mejorar los servicios del pasado.

Primer plano de las aplicaciones Uber y Uber Eats, rodeadas por las aplicaciones Airbnb, Netflix, Twitter, Facebook, Google Map, Maps, Instagram, Amazon, Ebay y Kindlel en la pantalla de un teléfono móvil. (Getty Creative)
Primer plano de las aplicaciones Uber y Uber Eats, rodeadas por las aplicaciones Airbnb, Netflix, Twitter, Facebook, Google Map, Maps, Instagram, Amazon, Ebay y Kindlel en la pantalla de un teléfono móvil. (Getty Creative) (Daniel Sambraus via Getty Images)

No todo avance supone una mejora. Solo hay que ver lo caro que es Uber comparado con un taxi tradicional, lo caótico que es el mundo del streaming si lo comparamos con la TV por cable y el nefasto servicio que muchas veces ofrece Airbnb si lo comparamos con los hoteles tradicionales. En este artículo de Business Insider se analizan las promesas rotas del mundo de la tecnología y la conclusión es clara: Silicon Valley no ha conseguido mejorar lo que había en el pasado.

El ejemplo más claro viene del mundo del streaming. El Financial Times informó recientemente de que una cesta de los principales servicios de streaming de EE.UU. costaría 87 dólares este otoño, frente a los 73 dólares de hace un año. El paquete medio de televisión por cable costaba 83 dólares al mes. En el paquete se incluyen Netflix, Disney, Paramount, Max (HBO), Fox y deportes como la NFL o la NBA.

En busca de una mayor rentabilidad, Netflix, Disney y otros proveedores han ido subiendo los precios. Los distintos paquetes son ahora tan molestos y confusos como el cable, y cuestan básicamente lo mismo.

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Un cambio similar se está produciendo en el transporte por carretera. Antes no podía ser más sencillo: llegabas a una nueva ciudad y te subía a un taxi. Ahora es necesario llamar a Uber o a Lyft, dos empresas que han acabado con la competencia tradicional en muchas urbes del planeta y que no han parado de subir los precios de forma desmesurada.

Hace pocas semanas conocíamos la anécdota protegonizada por el redactor jefe de Wired, Steven Levy, que realizó recientemente un viaje en Uber de 3 km desde el centro de Nueva York hasta el West Side para reunirse con el consejero delegado de Uber, Dara Khosrowshahi. Cuando el periodista le pidió que estimara el coste del trayecto, Khosrowshahi lo cifró en 20 dólares. Resultó ser menos de la mitad del precio real, 51,69 dólares, incluida la propina para el conductor, un dato que hizo que el CEO de Uber se escandalizara.

Airbnb no para de subir los precios

En el artículo de Business Insider se pone otro ejemplo de cómo la tecnología es más cara en estos momentos: el almacenamiento en nube. Indudablemente, es mucho más asequible comprar un disco duro y guardar ahí todas nuestras fotos y vídeos que hacerlo en un servidor de Google o de Apple. Al contrario de lo que sucede con el cable y el streaming o con los taxis y Uber, los dispositivos de almacenamiento físico no han desaparecido ni corren peligro (de momento); por eso, parece un ejemplo un poco burdo de promesa tecnológica rota.

Un caso mucho más claro es el de Airbnb vs los hoteles tradicionales. Aunque Airbnb empezó siendo mucho más económico que un negocio de alojamiento turístico tradicional, en los últimos años esta situación ha cambiado.

En el debate Airbnb vs hotel, los hoteles salen victoriosos. Los Airbnb solían ser más asequibles y permiten conocer mejor la zona que se visita. Pero carecen de la seguridad, el ambiente y las comodidades que ofrecen los hoteles. Además, con Airbnb es imposible obtener un reembolso del 100% de la reserva si ocurre algún imprevisto, algo que sí permiten prácticamente todos los hoteles (si se paga una tarifa algo más elevada que la básica). Por si fuera poco, Airbnb suma extras como las tasas de limpieza, algo que ningún hotel permite.

Dicho esto, los hoteles son la mejor opción para las personas que van a pasar unas vacaciones de corta duración, un viaje romántico de fin de semana o una escapada de negocios. Son más lujosos y cómodos. Sin embargo, una estancia en Airbnb puede ser una mejor opción para los viajeros a largo plazo que buscan un lugar que hacer suyo.

Airbnb comenzó con la idea de alquilar camas y habitaciones libres en casas particulares como alternativa asequible a los hoteles, pero a medida que ha ido creciendo ha ido evolucionando hasta convertirse en una plataforma más amplia para cualquier tipo de alojamiento privado, con un gran énfasis en que los viajeros alquilen casas enteras, no solo habitaciones. Esto ha ayudado a la empresa a conseguir su primer año rentable en 2022, pero hay un problema inminente: las casas de Airbnb son cada vez más caras de alquilar, con un aumento medio de los precios del 36% desde 2019.

Una vez más, lo moderno no ha conseguido desbancar a lo tradicional.

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