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“Por el precio de una compré dos”: la historia de Murillo 666, la empresa familiar que era sinónimo de camperas de cuero y ahora hace sillones

Comercial Murillo 666
Comercial Murillo 666

Murillo 666 es seguramente una de las direcciones más famosas del país. Allí se ubica la empresa que se cansó de vender camperas de cuero a generaciones de argentinos, famosos y marcas de ropa hasta mediados de la década de 2010, cuando sus dueños, los hermanos Luis y Nelson Wolfshon, decidieron dedicarse exclusivamente a fabricar sillones y le abrieron las puertas a la segunda generación que hoy conduce la compañía.

La historia se remonta al verano de 1982, cuando los hermanos Wolfshon vendieron sus primeros modelos en la Costa Atlántica. “Mi papá tenía negocios de ropa y nosotros producíamos para él hasta que nos abrimos por nuestra cuenta e hicimos unas camperas de cuero. Era verano y ya no teníamos plata, entonces nos fuimos a la Costa y las vendimos. Así arranco Murillo”, recordó Luis Wolfshon en diálogo con LA NACION.

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El local físico en la citada dirección llegó en 1986 y el boom del negocio, durante una de las épocas más difíciles de los últimos tiempos: la hiperinflación del gobierno de Raúl Alfonsín. “Se nos abrió una ventana y apostamos a la pauta televisiva y nos respondió. Ahí estábamos en un momento muy malo de la Argentina creciendo. En las crisis hay oportunidades: nadie hacía publicidad, entonces nos la jugamos y entramos a un precio muy accesible”, contó.

La promesa de los comerciales era que vendían directamente de fábrica al mismo precio que al que compraban las boutiques y marcas y el concepto fue furor, al punto que a veces tenían una cuadra de cola de clientes que querían comprar. Y no solo acudía el público en general, sino que Ricardo Arjona, Luis Miguel y hasta Mick Jagger concurrieron al local de Villa Crespo. “Solo aparecían o alguien me llamaba y me decía ´voy a ir con fulano´. Para la gente que venía de afuera y quería comprar cuero, el mejor lugar a un precio accesible era Murillo. Venían y se iban contentos”, aseguró.

Además de venderle al público minorista, también fueron proveedores de marcas de shoppings y con la crisis de 2001 comenzaron a fabricar sillones de cuero. “Empezamos en 2002-2003 porque necesitábamos crecer. Fue parte del movimiento que ocasionó la crisis: había que reinventarse”, confió.

Ambos negocios coexistieron hasta que la parte de sillones comenzó a crecer más y las camperas entraron en un bajón que hizo que se inclinaran por el negocio de los muebles. Allí entró Sebastián Wolfshon, hijo de Luis, quien hoy es el gerente comercial de Murillo Home (en la empresa también trabaja Cindy, su hermana, en la parte administrativa, y sus primos son parte del directorio).

“A fines de 2018 me llamaron para transformar la marca y dejar de ser Murillo 666 para reconvertirnos en Murillo Home. Fue un proceso de tres años en que nos expandimos de Villa Crespo a Zona Norte y pasamos de ser fabricantes de sillones a una empresa de hogar y decoración”, explicó Sebastián. Dijo que los antiguos cortadores de camperas son quienes hoy confeccionan, con 30 años de experiencia, sillones.

Luis Wolfsohn junto a sus hijos Martín, Cindy y Sebastián; Sebastián y Cindy son hoy parte de la compañía
Luis Wolfsohn junto a sus hijos Martín, Cindy y Sebastián; Sebastián y Cindy son hoy parte de la compañía

Además del local en Villa Crespo, tienen uno en Norcenter y otro en Pilar y un e-commerce con el que hacen entregas en todo el país. Para este año tienen prevista otra apertura en Buenos Aires y también en las principales provincias. Además, están lanzando un estudio de interiorismo para ir a las casas de los clientes y hacerles una propuesta integral. Cuentan con 50 empleados y facturan $300 millones al año.

El local de Murillo Home en Pilar
El local de Murillo Home en Pilar

“Nuestros padres dejaron un gran recuerdo de la marca en la población vendiendo buena calidad a buen precio y nosotros tratamos de mantener eso”, afirmó Sebastián, a lo que su padre Luis agregó que al día de hoy todavía llega gente al local de Villa Crespo a comprar camperas a pesar de que no vendan más.