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La rebelión fiscal en Villa Saralegui, ¿podría generalizarse?

En Villa Saralegui, provincia de Santa Fe, los productores plantearon no pagar un impuesto por su fuerte suba
En Villa Saralegui, provincia de Santa Fe, los productores plantearon no pagar un impuesto por su fuerte suba - Créditos: @Picasa

¿Sabía usted que en el centro de la provincia de Santa Fe existe una localidad que se denomina Villa Saralegui? Yo tampoco. En los últimos días la citada villa fue noticia porque los productores agropecuarios decidieron, o al menos plantearon, llevar adelante una “rebelión fiscal”, negándose a abonar un tributo municipal que, con respecto al año pasado, aumentó 420%. Como contribuyente impositivo, cuando leí esto en los diarios me brillaron los ojos, porque me pregunté en qué medida esta iniciativa puede generalizarse.

Sobre el particular conversé con el indio Amaresh Bagchi (1930-2008), quien a comienzos de la década de 1950 ingresó a la oficina de recaudaciones de su país donde, según Shankar Acharya, “durante 15 años trabajó de manera tenaz, luchando particularmente contra la evasión fiscal realizada por algunos de los dirigentes políticos más destacados de la porción oriental de la India”.

Manmohan Singh, primer ministro de la India cuando se enteró del fallecimiento de Bagchi afirmó: “Fue uno de los más distinguidos e influyentes expertos en política fiscal del país. No exagero si digo que estuvo presente en prácticamente en toda reforma fiscal implementada en los 30 últimos años”.

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–En particular, usted es considerado el padre del impuesto al valor agregado en la India.

–Como usted comprenderá, De Pablo, yo no inventé el IVA, sino que el informe que preparé en 1993 sobre reforma de los impuestos al consumo en la India fue crucial para la introducción del referido impuesto a nivel estadual. Gracias a mi trayectoria profesional fui un caso no frecuente entre los especialistas tributarios, porque conocía los vericuetos de la administración impositiva y, por consiguiente, podía operar como un puente entre los economistas y los hombres prácticos. Como ocurrió en su país con Raúl Ernesto Cuello.

–En la Argentina, el IVA reemplazó al impuesto a las ventas. En Estados Unidos siguen cobrando el impuesto a las ventas. ¿En qué sentido el IVA es técnicamente un mejor impuesto?

–La técnica impositiva aconseja que la recaudación afecte lo menos posible la realidad. Específicamente, el esfuerzo laboral, el tamaño de las fábricas, la localización de la actividad económica, etcétera. Desde el punto de vista técnico, el IVA es mejor que el impuesto a las ventas cobrado cuando los productos salen de fábrica, porque no afecta la integración vertical de la producción. Dicho de otra manera: que sean los ingenieros y no los contadores quienes determinen cuánto se produce en cada planta y cuánto se compra afuera. En Estados Unidos, el impuesto a las ventas lo paga directamente el consumidor, lo cual, desde el punto de vista de la verificación, es mucho más complicado que a nivel fabril.

–¿En qué medida lo que está ocurriendo en Villa Saralegui puede ser generalizado a todo el territorio argentino?

–No conozco los detalles, pero 420% de aumento de un tributo de un año a otro, con una tasa de inflación de aproximadamente 100%, es algo muy difícil de justificar y, por consiguiente, de explicar. Y, como si esto fuera poco, quienes tienen que abonarlo están sufriendo los efectos de la sequía, salvo que una nube se haya posado, precisamente, sobre la citada villa. Difícil de creer.

–¿Por qué tienen que pagar impuestos aquellos que, por razones ajenas a su voluntad, en el mejor de los casos recuperarán lo que invirtieron en el ciclo agrícola?

–En un sentido literal, porque algunos impuestos tienen que ver con la actividad, pero otros no. El impuesto a las ganancias es un buen ejemplo de los primeros: si por la sequía no hay beneficios, el contribuyente no pagará impuesto a las ganancias (los anticipos quedarán a cuenta de futuras obligaciones, y me pregunto si los ajustarán por inflación). Pero los impuestos inmobiliarios, como la patente de los vehículos, se pagan independientemente de los resultados.

–¿Por qué dice usted “en un sentido literal”?

–Porque, más allá de las consideraciones técnicas, el municipio necesita recursos para afrontar sus gastos: salarios, iluminación, etcétera. Claro que, de ahí a un aumento de 420%, hay una gran distancia.

–La idea de “rebelión fiscal” alude a que los contribuyentes, pagando o dejando de pagar los impuestos, votan y le envían un claro mensaje al gobierno. Si ocurre con el panadero o el peluquero, ¿por qué no podría ocurrir con el presidente y los legisladores?

–Por lo que en la literatura especializada diferencia los bienes privados de los bienes públicos. Diferencia que no tiene que ver con quién los produce, sino con la posibilidad de que exista exclusión en el consumo. Si quiero comer una palmerita, tengo que expresar mis preferencias pagando por ella, porque se trata de un bien privado. En cambio, puedo mentir si me preguntan qué radio estoy escuchando para cobrarme por el servicio, y me beneficio con la escucha sin tener que afrontar los gastos, porque se trata de un bien público. Por ello, las radios se financian con publicidad.

–¿Está usted diciendo que, en el caso de los gobiernos, aun las mejores autoridades están expuestas a esta picardía por parte de los ciudadanos?

–Así es. De ahí que, valga la redundancia, los impuestos no tienen más remedio que ser… ¡impuestos! Volviendo al comienzo de esta conversación, veo poco probable que el ejemplo de Villa Saralegui, aun si triunfa, pueda ser generalizable a los impuestos nacionales.

–Pero, entonces, ¿nada podemos hacer los ciudadanos que tenemos que pagar los impuestos?

–Nada, no, pero…

–¿Pero qué?

–La Gloriosa Revolución inglesa de 1688 consagró el siguiente principio: “No taxation without representation”, es decir que los únicos que pueden votar la creación de los impuestos son los que los pagan. Giovanni Sartori, eminente analista político, remarcó que modernamente votan los impuestos quienes se benefician políticamente del hecho de que buena parte de la recaudación impositiva subsidia a personas que votan. Y esto genera un círculo vicioso.

–¿Es posible salir de ese círculo?

–Aquí juegan un rol importante las circunstancias. A nivel nacional la rebelión fiscal no se puede instrumentar de manera directa, particularmente con la tecnología que hoy usa la AFIP, pero puede ayudar la futura composición del Congreso Nacional en este año de elecciones. Obvio que la presión impositiva no es la única razón que determina el voto, pero puede influir. Veremos.

–La lucha por la independencia de Estados Unidos se desató por la pretensión inglesa de gravar las exportaciones de té.

–Precipitó, para ser más precisos. Un hecho como ese difícilmente se pueda explicar por un solo incidente. Sería como pensar que si el archiduque Francisco Ferdinando no hubiera ido a Sarajevo el 28 de junio de 1914 no se hubiera desatado la Primera Guerra Mundial.

–Don Amaresh, muchas gracias.