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Riqueza del auge petrolero hace que expatriados vuelvan a Guyana

(Bloomberg) -- Al igual que el 80% de los graduados universitarios de Guyana, Richard Singh se había ido del pequeño país sudamericano en busca de mejores perspectivas laborales en el extranjero. Luego, tras un sorprendente giro, se dio cuenta de que podía ganar más en su país.

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“Está sucediendo, y en grande”, le dijo su antiguo amigo de la secundaria Jason Singh (sin parentesco) cuando Exxon Mobil Corp. comenzó a producir sus primeros barriles de petróleo en 2019. Richard, que trabajaba en capital de riesgo en Nueva York, regresó en 2022.

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Montaron una cadena de comida rápida mediterránea llamada Mezze, y abrieron su primer local en junio de 2022. Ahora tienen seis puntos, la mayoría en nuevos centros comerciales que están surgiendo en Georgetown, la capital de Guyana. El precio promedio de una comida es de unos US$14 —solo ligeramente inferior al de cadenas similares en Estados Unidos— en un país donde casi la mitad de la población sobrevivía con menos de US$5,50 al día en 2019.

“Esto no habría sido posible hace 10 años”, dijo Singh en una entrevista en Georgetown. “El poder adquisitivo es diferente”.

Los expatriados que regresan, como Singh, se están convirtiendo en unos de los primeros beneficiarios del auge petrolero en Guyana, que está llamando de regreso a parte del casi 40% de la población del país que se fue al extranjero. Sus iniciativas empresariales serán decisivas para determinar si el nuevo Estado petrolero del mundo puede convertirse en una economía diversificada o caer víctima de la maldición de los recursos naturales que hace que los ingresos derivados de las materias primas empobrecen y corrompen a los países.

Tomará años, si no décadas, conocer la respuesta. Pero lo que está claro ahora es que el dinero fluye. Y los expatriados, armados con capital, habilidades y conocimientos locales, están bien situados para aprovecharlo.

De 2016 a 2023, Guyana registró una migración neta de 122.000 personas, una cifra significativa para un país con una población de 780.000 habitantes.

Dwayne Cummings, de 35 años, pasó una década en Estados Unidos y fue a la universidad en Miami, pero regresó del todo a Guyana en 2015 para ayudar en el negocio de comida de su familia cuando Exxon se preparaba para perforar el pozo Liza, que transformó la fortuna del país. Adquirió franquicias locales de Burger King y Thai Express y planea añadir Papa Johns más adelante este año. Las ventas han aumentado un 40% interanual y Cummings prevé un crecimiento anual del 25% para los próximos cuatro años.

Guyana fue la economía de más rápido crecimiento del mundo en 2022 y creció otro 33% el año pasado, casi exclusivamente gracias al petróleo. El país va camino de bombear más crudo por persona que Arabia Saudí o Kuwait en 2027. El presidente, Irfaan Ali, planea utilizar los ingresos del petróleo —que se prevé aumenten un 50% hasta US$2.400 millones este año— para crear empleo ahora y, en última instancia, diversificar la economía.

La construcción está a la cabeza. Guyana está construyendo 12 hospitales, al menos media docena de hoteles, una mina de bauxita, varias autopistas y una carretera a Brasil que incluirá 45 puentes.

“La infraestructura va a ser una locura, ya es una locura”, dijo Rowena Rambaran, que regresó a Guyana desde Miami cuando Exxon comenzó a producir petróleo en 2019. “No sé cómo Guyana va a poder seguir el ritmo de este boom. Las cosas están sucediendo tan rápido”.

En Georgetown, los camiones que transportan materiales de construcción atascan su carretera de un solo carril al aeropuerto mucho antes del amanecer. Grúas de gran altura dominan el horizonte bordeado de palmeras, y caravanas de limusinas negras llevan a ejecutivos petroleros a los nuevos bloques de oficinas con paneles de cristal que ahora se elevan sobre edificios de la época colonial. Los precios de los terrenos se han cuadruplicado en algunas zonas desde 2019.

Rambaran creó una empresa de logística para conseguir grúas, camiones e iluminación para empresas internacionales de construcción e ingeniería, algunas de las cuales trabajan para Exxon. Su amplia red de contactos familiares y empresariales le da ventaja sobre los recién llegados del extranjero.

“Conoces a alguien que conoce a alguien para lograr las cosas”, afirma.

En Guyana, donde apenas hay capital privado o de riesgo, los empresarios dependen de los bancos locales, que tienden a conceder préstamos solo a quienes disponen de garantías sólidas, como un edificio o fuentes de ingresos consolidadas. Esto favorece a los expatriados frente a los locales que empiezan un negocio desde cero.

Un banco local realizó una visita detallada de las instalaciones de Mezze como parte de una solicitud de un préstamo de US$300.000 que tardó más de un mes, dijo Singh. En cambio, en Estados Unidos le aprobaron hace poco un préstamo de US$100.000 para una pequeña empresa en menos de 15 minutos.

“Quien tiene acceso al efectivo, gana”, dijo Singh.

Al igual que muchos auges impulsados por el petróleo, Guyana muestra señales de tensión. La mano de obra cualificada es escasa y muchos dicen que la inflación es mucho más alta que la medida oficial del Gobierno. Los profesores llevan ocho semanas en huelga exigiendo aumentos salariales de hasta el 25%.

Todos los empresarios entrevistados afirman que contratan cada semana. Cummings subió los salarios de sus 120 empleados de restaurante un 30% en los dos últimos años, a US$450 al mes. “Hay factores que compiten entre sí: empleos en la función pública, en construcción, en la salud”, afirma. “La gente pasa de una marca de comida a otra, y luego de vuelta”.

Es fácil ver por qué. El costo de los productos de primera necesidad de los mercados y tiendas de comestibles subió alrededor de un 16% el año pasado, según Ram & McRae, un auditor con sede en Georgetown. Esta cifra es muy superior a la tasa oficial del Gobierno, del 2%, muy inferior incluso a la de la mayoría de las economías desarrolladas (el vicepresidente, Bharrat Jagdeo, defendió los datos del Gobierno diciendo que habían sido verificados por el Fondo Monetario Internacional).

“Los precios de los artículos se han duplicado y triplicado, así que se puede entender cuál es la situación sobre el terreno”, afirma Martin Aaron Samaroo, profesor de 39 años en una escuela primaria. Los profesores viven con poco más de US$600 al mes y “tienen que tener dos y hasta tres trabajos solo para poner comida sobre la mesa”.

Los empleados del sector privado deben ahora estar a la altura de las mayores exigencias de una economía que avanza muy deprisa o enfrentarse a la competencia del extranjero, afirma Kishore Angard, director ejecutivo de Beharry Automotive Ltd., distribuidor oficial de Toyota en el país.

“La economía avanza tan rápido que corren el riesgo de quedarse atrás”, afirma Angard, que llegó a Guyana en 2022 procedente de Trinidad y Tobago. “Importaremos gente si es necesario”.

La mayoría de los guyaneses han pasado por suficientes dificultades económicas a lo largo de los años como para darse cuenta de que el auge petrolero podría no durar, e incluso si dura, puede terminar enriqueciendo a las élites a expensas de la población en general. Pero por ahora, el crecimiento de Guyana es tal que hay dinero que ganar, según Singh.

“Siempre existe la posibilidad de que los operadores vayan demasiado a los bares y los proyectos no se lleven a cabo”, dijo Singh. La tasa de crecimiento anual compuesto del país “es tan alta que te salvará si un par de inversiones se caen”, dijo. “Estamos en las primeras fases”.

Traducido por Malu Poveda.

Nota Original: Riches From an Oil Boom Prompt Expats to Return Home to Guyana

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--Con la colaboración de Denis Chabrol.

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