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Ser científico en México es una carrera más intensa de lo que crees —Miguel Alcubierre y Sergio de Régules te explican porqué

Pixabay.

Para ser científico no basta con admirar a Marie Curie o a Max Planck; es necesaria una ardua preparación académica y profesional especialmente si vives en México, refieren los físicos Miguel Alcubierre y Sergio de Régules.

Ambos escribieron el libro «Surfear el espacio-tiempo: Un científico entre agujeros negros y viajes hiperlumínicos» (Debate, 2022), con el fin de mostrar la trayectoria de Alcubierre y algunos de los aspectos más relevantes de la teoría de la relatividad y la astrofísica.

En entrevista para Business Insider México, ambos nos explicaron sobre los científicos, la física y la manera en la que elaboraron esta obra donde «navegaron» a través de los misterios que tiene nuestro Universo.

La preparación de un científico en México

Albert Einstein es uno de los físicos más famosos a nivel mundial. Podemos reconocerlo rápidamente y sabemos que fue el artífice de la teoría de la relatividad. Pero ni para él fue fácil el camino para convertirse en científico, aspecto que es aún más complejo en México.

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Este panorama se refleja en el Sistema Nacional de Investigadores, donde hay menos de 50,000 especialistas. Comparado con el número de mexicanos (más de 120 millones en el país), es un número muy bajo.

Alcubierre, quien estudió Física en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y cuenta con un doctorado en la materia por la Universidad de Gales en Cardiff, Reino Unido, narra en la obra su amplia trayectoria, ahonda en la métrica que lleva su apellido (muestra que se puede viajar más rápido que la velocidad de la luz, pero con una curvatura en el espacio) y las peripecias con las que ha lidiado dentro y fuera de nuestro país.

Por ello, y al ser uno de los científicos mexicanos más reconocidos en el mundo, da sus recomendaciones para quienes desean adentrarse en la ciencia.

1. Una profesión de largo aliento

Labrar una carrera científica, al menos enfocada en Física, te costará más de una década.

Esto porque tendrás qué hacer la licenciatura, maestría, doctorado y de uno a tres posdoctorados antes de poder aspirar a una plaza en una institución que te permita hacer investigación.

«Nadie te dará un posdoctorado si tu doctorado fue malo. Cada etapa requiere que trabajes duro para que en la siguiente te consideren. Desde que alguien entra a la universidad, si tiene suerte, para que obtenga una plaza pasarán 15 años», asegura.

2. No te quedes en un solo sitio

Alcubierre destaca que, si te interesa un sitio en una institución para desarrollar tus investigaciones, busques fuera de tu alma máter.

«Debes estar dispuesto a ir a otros lugares. La posibilidad de que te den una plaza en donde estudiaste es muy baja (…). Lo más probable es que la consigas en otra ciudad o país», comenta.

3. ¿La ciencia te hará millonario?

La respuesta del exdirector del Instituto de Ciencias Nucleares de la UNAM es tajante: no ganarás millones de pesos si te quieres dedicar a esta área.

«Si tu objetivo es ser millonario, no estudies ciencia. Si tu objetivo es hacer algo interesante, entender la naturaleza y tratar de resolver problemas y misterios sobre ella, sigue el camino de la ciencia», afirma.

Además, recalca la importancia de contar con más científicos mexicanos.

«Si comparas el número de científicos por habitante en España, hay alrededor de cuatro o cinco veces más (de los que existen en México). En Estados Unidos, hay 20 veces más por persona. Si se quieren dedicar a la ciencia, ¡adelante, por favor!», dice el experto.

Sobre este punto, De Régules enfatiza que los científicos mexicanos son muy buenos, pese a ser pocos.

«Una vez que llegas a ser científico en México, no eres del tercer mundo; compites a nivel internacional igual que todos los demás. Aquí producimos (expertos) de primer nivel, quizá sea menos que en otros países, pero sí se puede», hace hincapié.

4. Aprende programación e inglés

Es posible que, si quieres desarrollarte como científico en México, debas aprender a programar y hablar inglés.

Para el primer caso, expone Alcubierre, es porque los cálculos más sencillos ya fueron resueltos en pizarrones o en papel.

«En muchas áreas, en experimentales tal vez menos, pero en físico-teóricas, la mayor parte de las cosas que hacemos requieren programación porque los problemas son más complejos de los que se enfrentaban hace 100 años», detalla.

Sobre el segundo rubro es porque tanto los artículos científicos como las personas expertas se comunican en este idioma, por lo que no saberlo podría rezagarte en tu carrera profesional.

5. Las revisiones son necesarias

Si te molesta que revisen tus artículos y señalen tus errores, requieres cambiar tu actitud, ya que esto es habitual para poder publicar en revistas y libros científicos. Estos son revisados por pares y, si no les agrada, puede que no salgan al público.

«El sistema está diseñado para que sea difícil publicar porque es una manera de protegernos de que cualquier persona (dé a conocer) la primera tontería que se le ocurra», comenta Alcubierre.

La molestia ante ello no afecta solo de los científicos más jóvenes; Einstein la padecía.

«En la década de 1930 ya era tan famoso que no le gustaba que revisaran sus artículos. Para 1935, envió un texto a publicar que estaba mal; él lo sabía. Lo mandó a revisión un árbitro, señaló que tenía errores. Einstein enfureció y dijo que cómo se habían atrevido a hacerlo. Así funciona: incluso él no podía publicar si alguien hallaba una errata», asevera.

6. Recursos para trabajar y viajar

Los científicos requieren solicitar y conseguir recursos para poder hacer investigaciones, debido a que sus equipos suelen ser muy costosos, especialmente quienes cuentan con laboratorios.

Ante ello, necesitan argumentar de «inicio a fin» sus estudios y la relevancia que tienen para su país y el mundo.

Las mismas vicisitudes ocurren para acudir a encuentros internacionales donde hablan con otras personas expertas en la materia.

«Eso me ha caído muy gordo en los últimos años. Hay gente que dice ‘los científicos viajan a congresos en el extranjero y eso es un privilegio’. No, así no funciona. Son encuentros importantes, igual que cuando llega un científico o vienen (físicos, químicos u otros profesionales) a México. Tenemos que vernos, hablar con nuestros pares en otros países y con trabajos similares (…). En una reunión, discutes con ellos y en media hora sabes cosas que en una carta te hubiera tomado un año», comenta.

7. Evaluaciones por doquier

Un científico en México y el mundo está en la mira de las instituciones. en el caso de Alcubierre y De Régules, pasan por diversas evaluaciones en el año.

Algunas son con la UNAM y otras son con el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Concacyt).

«Tenemos que presentar informes anuales. Los evalúan y si está muy mal, puede ser un problema incluso salarial (…). Nos están (examinando) todo el tiempo; requerimos trabajar duro, dar clases, atender alumnos y otras cosas complicadas», puntualiza Alcubierre.

Una amistad más allá del libro

Además de las anécdotas sobre las vicisitudes que enfrenta cualquier persona experta en ciencia tanto en México como en el mundo, «Surfear el espacio-tiempo: Un científico entre agujeros negros y viajes hiperlumínicos» refleja una gran pasión por la física. Pero, ¿cómo surgió esta obra?

«La idea original (…) era que (formase parte) de una colección de textos sobre científicos mexicanos reconocidos; entre algunos de ellos me eligieron. Se acercaron a Sergio para que escribiera un libro sobre mí; le preguntaron si estaría de acuerdo y él dijo ‘aunque Miguel y yo somos amigos desde hace 40 años, está muy fácil», recuerda Alcubierre.

El proyecto inició en 2019. El plan inicial, rememora, era que el narrador (De Régules) no apareciera y que fuese una obra mayormente biográfica, pero decidieron que lo harían de una manera distinta.

«Antes de la pandemia, Sergio me entrevistaba. Aunque me conoce muy bien, queríamos una charla formal, más clara, con estructura. Esas sesiones quedaron grabadas y, ya transcritas, quedó claro que yo hablaba de temas que no estaban explicados. Lo correcto sería hacer capítulos divulgativos sobre la relatividad, agujeros negros, ondas gravitacionales (…). Durante meses estuvimos ‘peloteando’ (el documento), especialmente los textos de Sergio e hice algunas contribuciones. ¡Necesitaba ver si estaba de acuerdo conmigo mismo sobre lo que dije!», comenta Alcubierre entre risas.

La elaboración del libro se extendió debido a la pandemia de Covid-19, pero retomaron el plan hace más de un año. Durante esa temporada, los físicos intercambiaron correos electrónicos y mensajes de WhatsApp para ponerse de acuerdo sobre la estructura de la obra.

Para este punto, la confianza y la amistad entre ambos ayudó a que el diseño de la estructura fuese aún más sencilla.

«El único problema fue encontrar bien (la manera de plasmar) que Miguel hablara e integrar los otros capítulos porque el editor no quería que yo apareciera. Está bien, es una opción, pero me complicaba la vida porque no suelo trabajar así. Nos costó trabajo el tono. Si te fijas bien, en el primer capítulo, cuando Miguel llega a Cardiff, tiene una forma de narración (que muestra) a un autor hilvanando (hechos) sobre el personaje (…); dejo que diga lo importante y yo conecto con ‘cositas’ (…)», expone De Régules.

Esto ayudó en la transcripción de las entrevistas que, según el divulgador científico, eran muy claras porque Alcubierre contestó «maravillosamente bien. Es un excelente narrador oral y escrito; no había mucho qué hacer».

Finalmente, la obra, que tiene 216 páginas, intercala las entrevistas del científico y su trayectoria en México y otras naciones, con textos que nos explican conceptos básicos para entender la Física y su relación con el espacio.

«Quedó muy bonito (el libro). Se siente fresco (…), es muy interesante, simpático y divertido. A la gente le da risa cuando lo lee», asevera Alcubierre.

Y cómo no reír cuando nos encontramos ejemplos sobre viajes en el tiempo con los que tú y yo hemos crecido.

«Viaje a las estrellas» (esencial para las investigaciones del físico), «Volver al futuro», «Contacto» y obras de Arthur C. Clarke, autor de «2001: una odisea espacial» (y quien, por cierto, cita a Alcubierre en un texto para el disco «The Song of Distant Earth» (1994), de Mike Oldfield), son solo algunas de las referencias que están en los capítulos.

Para ambos, uno de los rubros trascendentales es que la gente, además de pasar un rato ameno, aprenda los conceptos básicos de la Física.

«Sobre todo, aprendan qué es la vida de un científico, que no se queden con la idea de que vivimos en una torre de marfil, que solo pensamos en temas muy serios, que todo es fácil y con muchos recursos. Es complicado. Somos personas normales, con intereses (…). No significa que seamos los hipergenios», considera Alcubierre.

Acerca de si desean hacen otro libro juntos, los expertos se mostraron entusiasmados por volver a colaborar.

«Siempre puedes agarrar tus experiencias personales, como lo hizo Miguel, para decir algo que va más allá. Está hablando de cómo se llega a ser científico. A lo mejor podemos hacer (una obra) donde hablemos de ello y expliquemos qué tenía que ver que estuviéramos escribiendo babosadas con estudiar Física (muestra manuscritos hechos por ambos cuando cursaban la licenciatura). Algo así podría ser», considera De Régules.

La presentación oficial de «Surfear el espacio-tiempo: Un científico entre agujeros negros y viajes hiperlumínicos» se realizará el martes 5 de julio a las 19:00 horas en el Foro del Tejedor, ubicado en avenida Álvaro Obregón 86, en la colonia Roma Norte, Ciudad de México.

Antes de la presentación, resolvamos un problema con Alcubierre y De Régules

Si el libro te llamó la atención o quieres ser un científico especializado en Física y trabajar en México, te mostramos un ejemplo que viene en él y que es un clásico en las clases de ciencia: la paradoja de los gemelos.

«Plantea que, debido al efecto conocido como dilatación temporal, un astronauta regresaría de un viaje interestelar a velocidades próximas a la de la luz siendo considerablemente más joven que su hermano gemelo en la Tierra», según un artículo del investigador Martín Simesen de Bielke, de la Universidad Nacional de Salta, Argentina. Un ejemplo de esto lo podemos ver en «Lightyear».

Sin embargo, algunos lectores (incluyéndome) tuvimos un par de dudas sobre la paradoja.

La primera es: si los marcos de referencia son subjetivos, el hermano se mueve con respecto a la Tierra y decidimos que nuestro planeta es el que se aceleró, ¿no se viaja hacia la juventud del gemelo en la nave (aunque sea como percepción) ya que el que está en la Tierra tendría su edad como referencia del «presente»?

La segunda es: si existiera un tercer observador desde ese tercer punto de vista, ¿vería a cada hermano envejecer en distintas velocidades?

Esta es la respuesta de los expertos:

«Es una confusión muy común. Las velocidades son relativas; lo sabemos desde Galileo (Galilei). A la naturaleza, la velocidad constante le da igual; no tiene sentido decir quién se mueve si estamos en velocidad constante. Pero las aceleraciones no son relativas; son absolutas. Se miden y se sienten. Si me subo a un avión y este arranca, yo siento que me acelero, pero las personas que se quedaron en el aeropuerto no sienten que se aceleraron (…). En este ejemplo (paradoja), el que se fue y regresó, fue el que se aceleró y lo sintió; el que se quedó en la Tierra, no. Eso rompe la simetría. No son situaciones simétricas; el que va y vuelve siempre va a ser más joven. No podemos decir que la que se movió fue la Tierra, si fuera velocidad constante, sí, pero en ir y volver, no», expone Alcubierre.

Es por ello que se descarta la segunda pregunta: no tiene sentido hablar de un tercer observador.

«En relatividad hablamos de sistemas inerciales, en los que la referencia no se acelera y estos se distinguen claramente. Son diferentes a los acelerados. Esto se parece mucho a hablar de líneas rectas en un plano. Si dibujas una línea recta, es la distancia más corta entre dos puntos. Si dibujas un triángulo, son distancias distintas. No se vale decir que se movió por acá o por allá (…). Son líneas rectas diferentes y sus distancias son distintas. Es lo mismo (en el ejemplo de los gemelos): en el espacio-tiempo, el movimiento de una persona que se queda en la Tierra es una línea recta. La que se va y vuelve en la nave espacial siguió dos líneas rectas diferentes, pero se cambió de una a otra en un momento», precisa.

Al respecto, De Régules comenta que cuestionarse sobre la paradoja de los gemelos es una buena manera de adentrarse en el tema.

«Es una buena pregunta porque hay mucha gente que ni cuenta se da. cuando hablo de estas cosas, veo si pasan el ‘strike’ de este tema. Me quedo calladito y cuando alguien dice que se cuestiona sobre el movimiento y la relatividad, demuestra que está pensando, que sí entendió, no todo, pero lo entendió», concluye.

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