Anuncios
U.S. markets close in 1 hour 36 minutes
  • S&P 500

    5,708.04
    -30.13 (-0.53%)
     
  • Dow Jones

    41,964.79
    -348.21 (-0.82%)
     
  • Nasdaq

    18,014.33
    -105.26 (-0.58%)
     
  • Russell 2000

    2,223.55
    -1.16 (-0.05%)
     
  • Petróleo

    68.13
    -0.05 (-0.07%)
     
  • Oro

    2,649.70
    -18.40 (-0.69%)
     
  • Plata

    31.25
    -0.57 (-1.78%)
     
  • dólar/euro

    1.1125
    -0.0043 (-0.39%)
     
  • Bono a 10 años

    3.7790
    +0.0300 (+0.80%)
     
  • dólar/libra

    1.3361
    -0.0013 (-0.09%)
     
  • yen/dólar

    143.7760
    +1.6260 (+1.14%)
     
  • Bitcoin USD

    63,104.55
    -2,680.85 (-4.08%)
     
  • XRP USD

    0.62
    -0.03 (-4.91%)
     
  • FTSE 100

    8,236.95
    -83.81 (-1.01%)
     
  • Nikkei 225

    37,919.55
    -1,910.01 (-4.80%)
     

Tu amigo tiene más dinero que tú. ¿Cómo puede sobrevivir la amistad?

Hilah Johnson, que inició un programa de cocina en YouTube, en Los Ángeles, el 7 de septiembre de 2024. (Philip Cheung/The New York Times)
Hilah Johnson, que inició un programa de cocina en YouTube, en Los Ángeles, el 7 de septiembre de 2024. (Philip Cheung/The New York Times)

Las amistades adultas no son fáciles de mantener. Las agendas apretadas y demandas contrapuestas interfieren a la hora de dedicar tiempo a los amigos. Y cuando hay dinero de por medio, las amistades pueden complicarse aún más.

Actividades sencillas, como salir a cenar o tomar unas copas, pronto pueden volverse incómodas. Las decisiones más importantes, como compartir apartamento o irse de vacaciones juntos, son aún más tensas, sobre todo cuando uno de los amigos tiene más dinero que el otro.

“El dinero saca a relucir muchas cosas”, comentó Aja Evans, terapeuta financiera y autora de “Feel-Good Finance”. “Saca a relucir el miedo a ser incomprendido, rechazado y juzgado”.

Las disparidades económicas en las amistades pueden crear malestar donde no debería existir, sobre todo cuando la gente confunde su patrimonio neto con su valía personal.

“Por eso es tan incómodo”, afirmó Anna Goldfarb, autora de “Modern Friendship: How to Nurture Our Most Valued Connections”. “Puede que te parezca bien que tus padres paguen por algo, pero que un amigo pague por ti puede resultarte extraño porque la dinámica de poder se sentirá fuera de lugar”.

La relación entre poder y dinero también puede poner de relieve problemas y disparidades sociales más amplios. “Puede centrar la atención en las diferencias de privilegio y los problemas de prejuicios y discriminación”, señaló Evans, “y esto podría tensar aún más la amistad”.

Natalie Vallot, enfrentó dificultades económicas para poder estudiar enfermería, en Kyle, Texas, el 5 de septiembre de 2024. (Ilana Panich-Linsman/The New York Times)
Natalie Vallot, enfrentó dificultades económicas para poder estudiar enfermería, en Kyle, Texas, el 5 de septiembre de 2024. (Ilana Panich-Linsman/The New York Times)

Sin embargo, no todas las amistades económicamente dispares están condenadas al fracaso. Natalie Vallot, de 49 años, y Hilah Johnson, de 44, son amigas desde hace más de dos décadas. En 2010, Johnson empezó un programa de cocina en YouTube, “Hilah Cooking”. Cuando al programa empezó a irle bien, lo mismo pasó con sus ingresos. Mientras Vallot enfrentaba dificultades económicas para terminar sus estudios de enfermería, las dos tuvieron que sortear una creciente brecha de riqueza. A continuación, te contamos cómo lo hicieron.

Esta entrevista fue resumida y editada con fines de claridad.

P: ¿Cómo eran sus finanzas cuando se conocieron?

Hilah Johnson: Natalie, siento que tú eras la rica cuando nos conocimos.

Natalie Vallot: Yo estaba ganando unos 18 dólares la hora.

Johnson: Ganabas más por hora que cualquiera de nosotros. Siempre nos prestabas dinero cuando salíamos a los bares. Fuiste la rica durante los primeros 13 años de nuestra amistad. Pero, yo también era muy buena para ahorrar.

P: ¿Hubo resentimientos por su disparidad de ingresos?

Johnson: La verdad es que no. Nat siempre fue muy generosa. Si no tenía dinero para salir, ella me decía: ‘Ven, yo te cubro’. Así que nunca sentí que estaba siendo una carga. Digo, tampoco es que pidiera marcas de primera o algo así. No iba a aprovecharme.

P: ¿Cuándo empezaron a cambiar las finanzas para ustedes?

Vallot: Alrededor de 2010, dejé de ser niñera y volví a estudiar enfermería. Así que fue difícil por un tiempo. Mi marido, Billy, y yo definitivamente estábamos viviendo nuestro momento más pobre en ese entonces.

Johnson: Y justo cuando volviste a la escuela es cuando mi canal de YouTube comenzó a despegar. En 2011, ya ganaba lo suficiente como para dejar mi trabajo.

P: ¿Cuándo te diste cuenta de que ya no tenías que preocuparte por el dinero?

Johnson: Mi socio y productor Chris y yo queríamos comprar muebles como telón de fondo para algunas fotografías de comida. Así que fuimos a Ikea y nos gastamos 300 dólares en una cómoda. No fue barata. Era de las buenas de Ikea. La pagamos con una tarjeta de crédito de la empresa porque era un gasto de trabajo, y recuerdo que pensé: ‘Ahora sí tengo dinero’. Y eso fue raro.

P: Por aquel entonces, las circunstancias económicas de ambas eran muy diferentes. Esta disparidad, ¿provocó alguna situación incómoda?

Vallot: Cuando cumplí 40 años, todos nuestros amigos querían que mi marido y yo lo celebráramos en Hawái. No podíamos costearlo, así que nuestros amigos nos financiaron. Recuerdo que una amiga me preguntó: ‘¿Cuánto se pueden permitir?’. Le dije la cifra y me contestó: ‘Vale, eso es lo que vas a pagar’. Eso fue lindo. Pero mis amigos nos subvencionaban una y otra vez.

Johnson: Mi enfoque respecto al dinero es que siento que todo se resuelve al final, siempre y cuando nadie sienta que la otra persona se está aprovechando. Para el viaje a Hawái, recuerdo que pensé: ‘Esto es lo que tenemos que hacer por Natalie’. Yo estaba feliz de contribuir porque quería que ustedes fueran. Y era tu cumpleaños número 40, y nos divertimos mucho. Habría sido una tontería que no pudieras ir porque no podías pagarlo.

P: ¿Fue extraño para ti que te ayudaran así?

Vallot: Al principio, sí. Creo que sí te hace querer portarte bien. Por ejemplo, fuimos todos al supermercado a elegir la comida que queríamos para el viaje y yo dije: ‘Comeré lo que sea’. No me sentía con derecho a opinar porque todos los demás iban a pagarlo. Pero yo soy así, de todos modos, soy flexible. Una vez que llegamos allí, me di cuenta de que estábamos todas ahí y que estas son mis hermanas.

P: ¿Me pregunto si ayuda el hecho de que parecen compartir valores en lo que respecta al dinero?

Johnson: Es que yo no creo que la cantidad de dinero que tienes está intrínsecamente ligada a quién eres como persona o a tu valor como persona. Esa idea es ridícula. Y quizá el hecho de que todas en nuestro grupo de amigas piensen así es lo que hace que sea más fácil compartirlo y no preocuparse por ello.

P: ¿Qué consejo les darían a otros amigos que se enfrentan a problemas financieros?

Vallot: Da lo que quieras que te devuelvan. Me olvidé por completo de que yo era la ricachona cuando era niñera.

Johnson: Creo que también hay que ser honesto sobre lo que te puedes permitir. Pues solo decir: ‘No me alcanza para eso. ¿Podemos elegir algo más barato? Este es mi presupuesto, ¿pueden ajustarse a eso?’. Si tus amigos quieren pasar tiempo contigo, nadie se va a oponer. No tengas miedo de decir: ‘Esto es demasiado caro para mí’.

P: ¿Han discutido alguna vez por dinero?

Johnson: No, y creo que hay dos razones más por las que nunca hemos discutido por dinero. Una es que nunca hemos vivido juntas ni hemos tenido una relación en la que las decisiones económicas de una persona afectaran la vida de la otra.

Y la segunda es que nunca nos hemos prestado dinero entre nosotras. Todo se ha dado libremente, sin expectativas ni ataduras. ¿Cuál es ese viejo axioma sobre no prestar dinero que no puedes perder? Creo que siempre hemos seguido ese lema.

Vallot: Estoy totalmente de acuerdo. Creo que el respeto es necesario para que la amistad supere los retos, pero tener valores similares es lo que nos fundamenta.

Este artículo se publicó originalmente en The New York Times.

c.2024 The New York Times Company