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Vidas paralelas: CFK, Mauricio y el baile de las candidaturas en un país sediento de liderazgo

Los últimos quince años estuvieron signados por los protagonismos de Cristina Kirchner y Mauricio Macri. Ellos le dieron vigor y volumen a las dos fuerzas políticas que dominaron el escenario del poder.

Cristina representó una innovación dentro del kirchnerismo, con un estilo propio que la diferenció de Néstor. La era K tiene atributos que le pertenecen exclusivamente. Sin exagerar, se puede hablar de fase cristinista. Más allá de lo que suceda en el futuro, su nombre está en la selecta galería de los presidentes que obtuvieron la reelección: Julio A. Roca, Hipólito Irigoyen, Juan Perón y Carlos Menem. Se puede agregar que su biografía tiene un plus: luego de completar los dos mandatos (en ese podio solo suben con ella Roca y Menem) mantuvo -y conserva- un protagonismo que los otros no tuvieron.

En lo que refiere al fundador del PRO, su primer logro fue adueñarse de un apellido que hasta su edad madura era sinónimo de Franco y no de Mauricio. Aun contra la voluntad de su padre, ingresó a la dirigencia deportiva, ganó títulos y reconocimiento con Boca Juniors, gobernó por dos períodos la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sentó las bases un partido nacional que capitalizó el apoyo del no peronismo y el anti-peronismo, lo llevó al gobierno del país y completó todo el periodo presidencial, algo que no lograron los radicales Raúl Alfonsín y Fernando de la Rúa. Luego de tres años de haber dejado la Casa Rosada, dos libros mediante y un cargo internacional en la FIFA, sigue siendo una referencia en las filas opositoras.

Cristina Kirchner y Mauricio Macri, ante el dilema de las candidaturas

Cristina y Mauricio, amados y odiados, fueron el centro de la última década y media. Este año les presenta el desafío de tener que evaluar el lugar más conveniente frente a las elecciones. Candidatura: ¿sí o no? La vice fue enfática el pasado 6 de diciembre cuando se autoexcluyó, aunque tres semanas después atenuó su definición para confirmar que la ambigüedad es la sal de los liderazgos.

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A los espectadores de series y películas y a los lectores de libros nos atrapan las historias que dejan participar a nuestra imaginación y que - a la vez- nos sorprenden con giros inesperados. Ese juego narrativo también lo ha adoptado el ex presidente. Después de publicar "Primer tiempo" y "Para qué", se mueve como postulante y habla como prescindente. En su residencia de Cumelén recibe visitantes y multiplica imágenes para alimentar todo tipo de interpretaciones. Quizás, al igual que CFK, no tenga claro aún como proceder.

Para los observadores, siempre flota la sensación de que los líderes tienen claro el final desde el principio, pero a diferencia de los hacedores de ficción, los políticos hacen camino al andar, pues intervienen en sus asuntos el azar, los movimientos de sus adversarios internos y externos, las intuiciones y otras yerbas. Los dos saben que tienen en común núcleos duros muy leales y también altos rechazos en la opinión pública. La tentación de encabezar está siempre, pero viene acompañada con el temor a perder. Y las derrotas duelen, pero además suelen traer las consecuencias penosas del llano.

Las elecciones llegan y encuentran a Macri y CFK todavía en roles centrales.
Las elecciones llegan y encuentran a Macri y CFK todavía en roles centrales.

Las elecciones llegan y encuentran a Macri y CFK todavía en roles centrales.

"Cristina y Mauricio saben que tienen en común núcleos duros muy leales y también altos rechazos en la opinión pública"

En 2019, Cristina pudo conjurar esos demonios poniéndose en el segundo lugar de la boleta. Encontró en la figura vicepresidencial algo más que la presidencia del Senado y algo menos que la responsabilidad de gobernar. Esa jugada no admite repetición para ella ni luce factible para Macri. Pero en la mente de uno y otro seguro se deben exprimir ideas e imaginar extraños artefactos para conciliar lo ideal con lo posible. Hay tiempo todavía. Los comicios y sus tiempos legales están muy cerca y muy lejos a la vez.

La enseñanza que deja la gestión de Alberto Fernández

Mientras las altas temperaturas atraviesan el país es preciso recordar que las definiciones que importan suelen venir con tiempos templados o frescos, quizás para recordar que no hay que decidir en caliente ni almorzarse la cena. Vale esto para ellos y para todos. El éxito no acompaña a los que arrancan antes sino a los que deciden en el momento oportuno. Y a los que aprenden de las duras experiencias ajenas.

Estos años del gobierno de Alberto Fernández dejan muchas enseñanzas. La más importante: la imposibilidad de dividir el poder en la cúspide. La secuencia de los hechos probó que sin Cristina no alcanzaba para vencer y con ella de controller se hizo muy difícil gobernar. No queda espacio para repetir construcciones vicarias. La Argentina esta sedienta de liderazgo genuino. Esa es la auténtica frontera a las ambiciones de unos y los deseos de otros. ¿Tomaron conciencia de ello en Juntos por el Cambio?