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El conflicto que está desatando el ocaso de las luces incandescentes en EEUU

Una fotoilustración de una bombilla incandescente, en Newburgh, Nueva York, el 1.° de agosto de 2023. (Tony Cenicola/The New York Times)
Una fotoilustración de una bombilla incandescente, en Newburgh, Nueva York, el 1.° de agosto de 2023. (Tony Cenicola/The New York Times)

WASHINGTON — El martes, el conmutador en Lightbulbs.com, un sitio web de comercio electrónico (que, en inglés, es evidente que vende bombillas), se llenó de llamadas de pánico de clientes que querían saber si la noticia era verdad.

¿El gobierno de Estados Unidos acababa de prohibir la venta de bombillas incandescentes?

Sí, en su mayor parte.

¿Esta decisión era parte de un elaborado plan político?

No, en su mayor parte.

¿Qué se supone que deben hacer ahora los fanáticos de la iluminación incandescente?

Tal vez... ¿comprarlas en eBay?

De manera similar a su prima, la estufa de gas, la humilde bombilla se ha convertido en un punto de tensión de una disputa cultural entre los esfuerzos de regulación ambiental y el impulso muy estadounidense de hacer lo que uno quiera en su domicilio. Aunque, a diferencia del debate sobre la estufa de gas, que se calentó (lo siento) tanto que generó legislación de parte de los republicanos con la esperanza de proteger el aparato noble pero tal vez peligroso, la prohibición a la venta de la mayoría de las bombillas incandescentes entró en efecto sin mayores aspavientos el 1.° de agosto. (El gobierno de Biden negó haber intentado prohibir las estufas de gas).

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La respuesta a la prohibición de las bombillas fue más un quejido que un grito de guerra.

Funcionarios del Partido Republicano de Nuevo México escribieron en un tuit: “Thomas Edison dio la bombilla incandescente a las masas y, en 2023, Joe Biden la prohibió en Estados Unidos. Las extralimitaciones del gobierno de Biden continúan”.

A otros críticos les preocupaba más que la calidad de la luz afectara su calidad de vida. Joseph Massey, un autoproclamado escritor “no progre”, tuiteó: “A menudo, me quedo despierto hasta tarde en mi escritorio y el brillo cálido de la lámpara es como una compañía mientras leo y escribo. Uf. Hay personas en el poder que se dedican a eliminar toda la alegría del mundo”.

Paul McLellan, el propietario de Lightbulbs.com cuya familia ha vendido artículos de iluminación desde la década de los cincuenta, opinó que la decisión era mejor para el medioambiente, pero un poco mala para las ventas.

Un hombre cambia la bombilla clásica (CFL) por una LED (Foto: Getty)
Un hombre cambia la bombilla clásica (CFL) por una LED (Foto: Getty) (Witthaya Prasongsin via Getty Images)

McLellan, cuyos quince empleados en el centro de atención telefónica de la empresa se han convertido de repente en terapeutas de iluminación para los usuarios preocupados, mencionó: “Hemos estado tratando de difundir información, pero nadie habla al respecto. Estos son calentadores pequeños con los que iluminamos nuestros hogares y nuestros negocios”.

Se politiza el tema

McLellan agregó que, desde un punto de vista “lógico”, debía admitir que las bombillas “no son amigables con el medioambiente”, aunque lamentaba la pérdida de ventas a causa de lo que señaló como una mala implementación del gobierno y los medios. Aun así, calificó la historia de la bombilla en extinción como “un asunto bipartidista”, lo cual es correcto.

Todo comenzó hace dieciséis años, cuando el entonces presidente George W. Bush promulgó la Ley de seguridad e independencia energéticas de 2007. La ley no prohibía la venta de bombillas incandescentes, pero sí requería que las bombillas que usaran entre 40 y 100 vatios de electricidad poco a poco se volvieran más eficientes en el consumo de energía.

Poco antes de que el expresidente Barack Obama dejara el cargo en enero de 2017, su gobierno promulgó más regulaciones sobre varios tipos de bombillas incandescentes.

Después llegó Donald Trump, quien eliminó las regulaciones de la era de Obama y agregó un toque personal sobre su disgusto por la iluminación de ahorro energético.

Trump expresó, de forma incorrecta, en 2019: “Nos quitaron nuestra bombilla. Quiero luz incandescente. Quiero verme mejor, ¿está bien? Quiero pagar menos dinero para verme mejor. ¿Comprenden? Pagas mucho menos dinero y te ves mucho mejor”.

Eso tampoco era verdad: los nuevos modelos de bombillas, llamados led, cuestan más al comprarlos, pero duran más tiempo y usan menos electricidad, lo que equivale a una factura de luz más baja, según expertos.

En otro discurso, Trump indicó que las bombillas eficientes siempre lo hacían “lucir naranja” (lo que es más una opinión que un hecho).

El presidente Joe Biden, quien ha estado bajo presión para emprender mayores acciones regulatorias para proteger el medioambiente, revirtió las regulaciones canceladas por Trump y anunció reglas nuevas. El Departamento de Energía manifestó el año pasado que la fabricación y la venta de bombillas incandescentes serían eliminadas de modo gradual en 2023. Encuestas recientes muestran que una mayoría de estadounidenses apoyan que el gobierno federal fije estándares de eficiencia más estrictos para aparatos y edificios.

Según una cronología dada a conocer por el departamento, se les dijo a los fabricantes que dejaran de elaborar las bombillas en enero. El martes, se instruyó a los minoristas como McLellan que cesaran la venta.

En un comunicado del martes, el Comité Nacional Republicano manifestó que las bombillas incandescentes eran otra víctima de “la obsesión insalubre de Biden” con reducir las emisiones de carbono.

Desechadas

No todas las versiones de las bombillas estarán prohibidas, pero se volverá cada vez más difícil encontrar sus versiones cotidianas, como las que proporcionan esa luz favorecedora en el comedor o el estudio. Tal vez sea más difícil hallar bombillas por vatios a medida que una métrica asociada con las ledes, llamada lumen, se vuelva el estándar. Algunos tipos de luces incandescentes todavía estarán disponibles, incluidas las lámparas contra insectos y las bombillas de “dimensiones poco comunes”, según información de CNN.

Una de las preocupaciones de los minoristas, según McLellan, es que las bombillas que no se vendieron tendrán que ser desechadas, quizá en tiraderos de basura. El empresario comentó: “Si de verdad estás pensando en el medioambiente, cesa la fabricación y deja que la distribución venda todas las existencias”.

El martes, una persona que funge como portavoz del Departamento de Energía, quien no estaba autorizada a hablar de forma pública, afirmó que la “oficina de cumplimiento de la agencia está comprometida con hacer cumplir las regulaciones de la institución de manera justa y equitativa” y exhortó a los minoristas a contactar al organismo sobre “flexibilidades con su inventario”.

c.2023 The New York Times Company

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