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Dólares tenemos muchísimos, pero... ¿dónde?

- Créditos: @archivo
- Créditos: @archivo

Es muy probable que “la Argentina” sea un acreedor externo neto, en el sentido de que la deuda externa pública sea menor a las tenencias de divisas y títulos emitidos por los Estados de otros países, que están en manos de argentinos. Pero si esto fuera así, la cuestión no es que en nuestro país “faltan dólares”, sino... ¿por qué los argentinos tienen tan pocos dólares dentro del sistema económico formal? Sobre el particular consulté al húngaro Alexandre Lamfalussy (1929-2015), quien en 1949 dejó su país natal vía Austria, y estudió economía en la Universidad Católica de Lovaina y en Oxford.

–Usted es considerado el “padre intelectual” del euro.

–Trabajé inicialmente en el Banco de Bruselas, donde llegué a presidir su directorio, y entre 1985 y 1993 fui gerente general del Banco de Acuerdos Internacionales de Basilea. Fundé y fui el primer presidente del Instituto Monetario Europeo (EMI), que luego se transformó en el Banco Central Europeo (ECB). Robert Alexander Mundell publicó en 1961 una importante monografía sobre “áreas monetarias óptimas”, pero no debe ser considerado el padre del euro, aunque sí uno de sus “padrinos”.

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–¿Cómo fue el proceso de creación del euro?

–En el EMI reuní al núcleo de la burocracia internacional que creó la moneda común, y le dio al euro buena parte del basamento intelectual. Ayudé a diseñar las reglas referidas al gasto público y al endeudamiento de los estados miembros de la eurozona, y participé en el diseño de los billetes. La ambición política de Helmut Kohl y mis conocimientos técnicos generaron una buena combinación cuando el proyecto de unión monetaria era impopular.

–En la Argentina, en las últimas semanas la cuestión de la escasez de dólares en el segmento oficial del mercado de cambios se volvió particularmente preocupante. ¿Cómo puede ser, dada la enorme cantidad de dólares que tienen los argentinos?

–Porque los tienen fuera del circuito económico formal.

–¿Son evasores?

–No, la gran mayoría están declarados a la AFIP, porque en su momento pagaron los impuestos, o porque se beneficiaron con algún blanqueo.

–¿A qué le temen, entonces?

–A la tentación, por parte de los funcionarios, de pensar que “sus” dólares, los que pertenecen a algún particular, en realidad son “nuestros” dólares. Los funcionarios siempre tienen para nuestros dólares usos mucho más importantes que el mero atesoramiento. Al respecto, corresponde hacer una aclaración.

–¿Cuál?

–Que dentro y fuera del sistema económico formal no es una cuestión geográfica. Están tan afuera del sistema económico formal los dólares que se guardan en un colchón en Villa la Angostura, en una caja de seguridad en Santa Rosa, o en una cuenta bancaria en las islas Fiji.

–¿Seguro que los argentinos tienen “tantos” dólares fuera del sistema?

–Ustedes vienen castigando el ahorro en moneda local desde mediados de la década de 1950. No digo que de la noche a la mañana, pero con el tiempo se fueron convenciendo de que podían seguir utilizando los pesos como unidad de cuenta y medio de pago de aceptación general, pero no como reserva de valor. Y comenzaron a atesorar, principalmente, papelitos rectangulares de color verde, en cuyo anverso se lee “En Dios confiamos”.

–Lo cual implica, dicho sea de paso, que la dolarización ya está entre nosotros.

–Efectivamente. Tome el stock de dólares en manos de argentinos, súmele la base monetaria dividida por algún tipo de cambio, y observará que más de 90% de lo que los argentinos denominan dinero, ya está en dólares. Por lo cual, la cuestión no es la dolarización, sino la dolarización compulsiva, vía la eliminación del peso.

–Todo esto, comprensible a nivel individual, es costoso desde el punto de vista del país en su conjunto.

–Así es. El argentino que mantiene un dólar en su colchón le presta fondos a Estados Unidos, a cero tasa de interés nominal y, por consiguiente, a una tasa de interés negativa en términos reales, en función de la tasa de inflación que ellos están experimentando. Más de 75% de los billetes de US$100 circulan fuera de Estados Unidos. ¿Sabrán los venezolanos, rusos, argentinos, etcétera, que ideológicamente están en las antípodas del gran país del norte, las implicancias macroeconómicas de conductas entendibles a nivel individual?

–En función de lo que usted dice, la Argentina podría ser acreedora neta, y sin embargo, tener déficit en la cuenta de servicios financieros de la balanza de pagos.

–Claro, si la tasa de interés que paga por su deuda es mucho mayor que la que cobra por sus activos financieros denominados en moneda extranjera. Es el costo que se “facturan” a ustedes mismos por la incertidumbre que siembran.

–La operatoria en moneda extranjera está trabada por la existencia de múltiples restricciones, como el denominado cepo.

–El actual gobierno de su país no está en condiciones políticas de eliminar el cepo, y el próximo tendrá que hacerlo con más cuidado que el que se tuvo a fines de 2015. Pero lo que las autoridades podrían revisar es la posibilidad de que algunas operaciones se puedan realizar legalmente, utilizando tipos de cambio cercanos a la cotización blue.

–Pero se pueden hacer comprando títulos, vendiéndolos, vacunándose contra la viruela, peinándose con fijador, etcétera. Espero que haya captado la ironía.

–Muy buena, porque usted apunta a una cuestión general: los gobiernos les tienen que facilitar la vida a los ciudadanos, no complicársela. No estoy al tanto de la legislación de su país, pero sería buena idea que la población pudieran usar sus dólares para viajar, comprar “puerta a puerta”, etcétera, sin presionar sobre el segmento oficial del mercado de cambios.

–Permítame volver sobre una cuestión. Usted dice que el próximo gobierno debería eliminar el cepo con más cuidado que como se hizo a fines de 2015. ¿Qué quiere decir?

–Un par de cosas. No todos los precios internos se fijaron sobre la base del valor blue del dólar. Esto en el plano comercial, pero también hay que plantear algo en lo financiero.

–¿Qué?

–Si el próximo gobierno es tan, pero tan creíble, su país se puede volver a inundar con movimientos de capital de corto plazo, los denominados capitales “golondrinas”. Lo que generará problemas a los productores locales, que poco tendrán que ver con la apertura comercial de la economía.

–Ojalá este sea el problema a partir de diciembre de 2023.

–Comparto su escepticismo referido a la respuesta inicial del sector privado, frente a la integración, los anuncios y las decisiones del próximo gobierno. Pero quienes están diseñando la política económica futura deberían tenerlo presente; porque la credibilidad es bienvenida, pero genera problemas que en el pasado probaron ser importantes.

–Don Alexandre, muchas gracias.