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El dilema de la sustentabilidad: amigarse con el medio ambiente o ayudar a la gente con menor poder adquisitivo

Sustentabilidad; Comunidad de negocios; Economía; Eventos LA NACION
José Del Rio (LA NACION) y Antonio Aracre, CEO de Syngenta para Latinoamérica Sur, en la apertura del evento Sustentabilidad, capítulo 6: El futuro sostenible es ahora - Créditos: @Fabián Malavolta

Ayudar al medio ambiente o favorecer el crecimiento de las clases sociales más bajas. Esa es una de las disyuntivas que mueve las discusiones cuando de sustentabilidad se habla. En el sexto capítulo de Sustentabilidad: El futuro sostenible es ahora, LA NACION convocó a ejecutivos y especialistas para analizar el problema mundial de forma multidimensional.

Abrió el evento en un mano a mano con José Del Rio, secretario general de Redacción de LA NACION, Antonio Aracre, CEO de Syngenta para Latinoamérica Sur. El ejecutivo comenzó con una reflexión sobre cómo lidiar con la sustentabilidad en un contexto de desigualdad. “El concepto de sustentabilidad es dilemático porque no parece ser fácil la solución de dónde encontrar un esquema más sustentable sin cambiar algunos de los hábitos de consumo”, establece.

Al hablar de consumo, hizo referencia al capitalismo, que “en los últimos 200 años generó progreso continuo y sacó un montón de gente de la pobreza, a la clase media y a la rica”.

Sustentabilidad; Comunidad de negocios; Economía; Eventos LA NACION
Antonio Aracre, CEO de Syngenta para Latinoamérica Sur - Créditos: @Fabián Malavolta

Frente a este razonamiento, el egresado de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA argumentó que en la Argentina ni siquiera es dilemático, sino que pasa a ser subvertido, dado que cuestiona: “¿Cómo te podés poner a hablar de eliminar actividades que podrían ser eventualmente contrarias a lo que se busca en materia de cuidado climático cuando tenés más de un 50% de chicos pobres y 20% que no comen con la habitualidad y normalidad que requiere su edad? En ese concepto, restringir actividades que podrían generar riqueza, trabajo, desarrollo y producción más que un dilema parece un sacrilegio”.

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Corrió el foco, entonces, hacia la transición “que tenga como objetivo un planeta más sano” en el que cada país haga sus esfuerzos de acuerdo con su nivel de desarrollo. Aun así, destacó que en el mundo desarrollado, que es consciente de los problemas inherentes al cambio climático, encontrás muchos países que siguen desarrollando actividades supuestamente contaminantes, como podría ser la ganadería a gran escala, la minería, la explotación de petróleo y otros combustibles fósiles”.

Es por eso que la idea de la transición se plasma en utilizar “parte de los recursos que hoy te dan esas actividades para que puedas desarrollar suficiente cantidad de dinero para ir promocionando y activando otras industrias, formas de trabajo que integren a personas y actividades que en los próximos 30 años deberían ir desapareciendo, pero no dejar de desarrollarlas hoy”, indicó el ejecutivo que forma parte de Syngenta desde el año 2000.

En ese marco, comparó la explotación minera en la Cordillera de Los Andes, de la que Chile aprovecha sus recursos desde hace 20 años y la Argentina no, así como las posibilidades de exportar gas y carne para países como China que cada vez importan más proteína. “¿Cómo dejaríamos esas actividades de lado porque a largo plazo no fueran sustentables sin utilizar todos estos recursos para que en una transición de 30 a 50 años puedan darnos las divisas, ingresos y recursos que necesitamos para desarrollar otras industrias y otras actividades?”, interpeló Aracre.

Sustentabilidad; Comunidad de negocios; Economía; Eventos LA NACION
José Del Rio (LA NACION) y Antonio Aracre, CEO de Syngenta para Latinoamérica Sur - Créditos: @Fabián Malavolta

Sin embargo, el también profesor Adjunto en la carrera de Administración de la UBA señaló que el país históricamente se concentró en resolver problemas económicos a base de buenas cosechas, dado que, según él, el 70% de las exportaciones provienen de la agricultura. “Nunca nos hemos preocupado por desarrollar e incentivar las otras actividades que potencialmente tiene [el país]. Es ahora o nunca, porque no tenemos 40 años más para esperar a explotar esas actividades. La urgencia social y ambiental es de tal naturaleza que si los políticos y la sociedad no se despiertan para activar esos mecanismos habremos perdido el tren definitivamente”, alerta.

En la misma línea de concientizar, señaló que “el 1% de la población más rica del mundo emite en el mundo más del doble de emisiones de carbono que el 50% de la población más pobre del mundo”. A partir de este disparador, planteó que si quisiéramos que quienes catalogan como clase baja subieran un escalón y se incluyeran en la media -con el estilo de vida que eso implica, como alquilar, viajar a diario en transporte público, al trabajo, salir a comer y viajar cada tanto- necesitaríamos dos planetas.

El ejecutivo indicó que la solución no es evitar la promoción de políticas económicas y sociales que les permitan ascender de clase a aquellos con menor poder adquisitivo porque no es sustentable. La solución restante sería modificar los hábitos de consumo del 1% más favorecido para lograr un equilibrio entre clases. Sin embargo, admite que no observa un cambio cultural en el mundo para aportar a esa idea. Según Aracre, tener un consumo de proteínas más racional, reciclar la basura, apoyar las empresas y proyectos de inversión que tienen un contenido ecológico ayudaría a hacer el clic de mindset aunque significara un esfuerzo económico un poco mayor.

No obstante, el encarecimiento de la industria alimenticia nos alejaría más todavía de lograr la disminución de la pobreza. “Cuando hablamos de energías renovables, como del etanol en reemplazo de la nafta o del biodiesel en reemplazo del diesel común, estamos hablando de energías que utilizan buena parte de las mismas materias primas que se usan para los alimentos pero para las energías renovables. En esa competencia donde para ser más sustentable volcás buena parte de la producción agrícola a la gestión de energías renovables, hacés que los alimentos cuesten más caro porque disponés de menos materia prima para producir alimentos y dejás afuera del sistema a un montón de países que no van a poder acceder a pagar esos precios. La sustentabilidad de vuelta te muestra como contracara el perfil más cruel de una humanidad que para preservarse vuelve a dejar afuera a muchísimas personas que no pueden acceder a esos precios de los alimentos”, explicó.

A modo de conclusión, Aracre apuntó que “la única respuesta a eso desde el punto de vista de la sustentabilidad es la tecnología, investigación, innovación y cambios de hábitos de parte de quienes tienen más posibilidades económicas”.