Yahoo Finanzas El “borrado” en redes sociales de tu expareja: ¿es sano o un error?
Una práctica muy habitual que parece ayudar pero que también tiene su efecto negativo en el largo plazo
Selfies en playas paradisiacas, sabrosas comidas en conjunto, besos, abrazos… El amor en Instagram o Facebook no conoce límites cuando se trata de demostrar al mundo que uno es feliz con su media naranja. Sin embargo, las rupturas son inevitables y hay quien opta por la tremenda: eliminar todo rastro posible en redes sociales de la persona que un día ocupó toda su vida… Y su muro. Estamos ante el llamado síndrome de Voldemort.
En el silencio que sigue a la tormenta, en ese vacío dejado por la palabra última de un adiós, se extiende una sombra que llega ahora a la vida digital de la persona. Un trabajo hercúleo que consiste en, una a una, ir eliminando las pruebas de lo que en otro tiempo fuera una relación ejemplar. Es esa presencia ausente, ese nombre que no se pronuncia, esa dolorosa presencia de una persona que en su día lo fue todo. Solemos estar ante rupturas tan dolorosas que la única forma de sobrellevarlas parece ser la evasión total, el borrado de la existencia misma de quien una vez ocupó la totalidad de un corazón.
“¿De quién me hablas?”
Joan Salvador Villalonga, psicólogo, explica que "una ruptura no deja de ser una pérdida, con lo cual es normal hacer un duelo: llorar, estar triste, o pensar cosas como 'no conoceré jamás a nadie como él o como ella'".
Esta es la cruda realidad del síndrome de Voldemort, donde la ex pareja se convierte en "El-que-no-debe-ser-nombrado", en un vano intento de desaparecer el dolor a través del silencio y el olvido forzado. Aunque el nombre pueda sonar a una fantasía sacada de las páginas de una novela de J.K. Rowling, las emociones que encierra son profundamente humanas y reales.
La metáfora del innombrable, tomada de la saga de Harry Potter, es particularmente elocuente. Voldemort, el antagonista de la historia, es un ser cuyo nombre mismo evoca miedo y una serie de eventos traumáticos. En el mundo real, el síndrome que lleva su nombre surge como una reacción extrema ante la pérdida afectiva. Se busca erradicar de la mente y de la vida diaria todo lo que pueda traer a la memoria la figura de la ex pareja, creando así un tabú personal.
"Puede llegar a ser muy doloroso imaginar que esta persona está haciendo su vida y nosotros ya no formamos parte de ella. O que ya nada de lo que hacemos tiene sentido porque ya no lo compartimos con el otro", añade Villalonga.
Psicólogos y expertos en relaciones advierten que este tipo de comportamiento, si bien puede ser una respuesta natural e inmediata al dolor, no es saludable a largo plazo.
Evitar conscientemente a una persona o los recuerdos asociados a ella puede llevar a un efecto contrario al deseado, intensificando el impacto emocional de esos recuerdos cuando eventualmente emergen.
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Un luto no resuelto y que pasará factura
El síndrome de Voldemort puede manifestarse en diferentes formas: desde evitar lugares compartidos, silenciar canciones que una vez fueron banda sonora de la relación, hasta bloquear o eliminar a la ex pareja de todas las formas de contacto en el móvil. Y no cabe duda de que su faceta más visible, al menos para el entorno de los afectados, es la desaparición —casi milagrosa— de la persona afectada. Es una lucha por recuperar la propia narrativa, por reescribir la historia personal, donde la figura del otro ha sido cuidadosamente eliminada hasta la última foto.
Sin embargo, el proceso de curación emocional es complejo y requiere más que un acto de magia para desaparecer el dolor.
"Además, tenemos el amor idealizado, al estilo Disney: esperamos encontrar una relación en la que todo sea perfecto y que dure para siempre. Por eso, cuando la relación se rompe, llega la frustración", comenta Villalonga.
Reconocer el sufrimiento, entenderlo y, eventualmente, aceptarlo, son pasos necesarios para realmente superar una ruptura.
"A corto plazo no tiene por qué ser malo intentar 'borrar' a esta persona de nuestra vida, si esto nos permite darnos un plazo para coger aire".
Y aquí el despecho puede ayudar a recuperar la sensación de control, porque es una forma de manejar mentalmente la relación. Pero, “a largo plazo lo mejor es no evitar el duelo, sino elaborarlo", señala el psicólogo. Este consejo es esencial, pues nos muestra que no se trata de invocar el nombre del temido mago oscuro, sino de enfrentar los propios Dementores internos, aquellos que se alimentan de la felicidad y dejan a su paso solo frío y oscuridad.
El camino hacia la sanación implica un hechizo mucho más poderoso y, a la vez, más humano: el del tiempo y el del amor propio. Este síndrome, bautizado con el nombre de un villano ficticio, nos enseña que no hay encantamiento que sustituya la necesidad de transitar el duelo, de integrar la experiencia a nuestra vida y, finalmente, de aprender a nombrar y omitir nuestros temores, nuestras pérdidas y nuestros amores pasados con valentía y sabiduría.
"Debemos aprender a vivir una vida en la que la expareja ya no está. Por supuesto, si alguien ve que el día a día se le hace imposible, lo mejor es pedir ayuda profesional", concluye Villalonga.
Como cualquier síndrome, el de Voldemort puede ser sanado a través del autoconocimiento y, en muchos casos, con la ayuda de terapia. Dando estos pasos es posible deshacer el encantamiento de la evasión y reencontrar el equilibrio perdido.
¿Te has visto tentado (o lo has llevado a cabo) a borrar las fotos de tu expareja?
