Quién es Fabián Pérez, el pintor argentino que emigró a Los Ángeles y ahora cautiva a Javier Milei
Aún recuerda con emoción el día en que le entregó personalmente un retrato al Papa Francisco. Parado en la Plaza San Pedro junto a Lucy —su esposa, socia y musa—, Fabián Pérez no podía creer el camino que había recorrido. Él, un inmigrante de origen humilde que había perdido a sus padres antes de cumplir los 20 años, ahora se codeaba con las más grandes celebridades y veía sus obras expuestas en las mejores galerías del mundo. Al salir de aquel encuentro con el Sumo Pontífice, se preguntó: "Retraté al ser humano más famoso de la Tierra, ¿y ahora a quién puedo retratar?".
El camino hasta ese momento no había sido fácil. Tras haber quedado huérfano, Pérez dejó atrás su sueño de ser futbolista profesional. Pero encontró consuelo y guía en su maestro de artes marciales, Oscar Higa, quien vio su potencial artístico y lo alentó a seguir ese camino. "Oscar es una de las personas más influyentes en mi vida", afirma.
Entonces, Pérez se mudó a Italia junto con su mentor para adentrarse en el mundo del arte. Allí, mientras dormía donde podía, comenzó a pintar incansablemente. Sus obras, que recrean escenas de tango, burdeles—como los que tenía su padre—y la vida nocturna en Buenos Aires, llamaron rápidamente la atención. "Sin ponerle un nombre al estilo todo el mundo sabía cuando la pintura era mía", recuerda. Tiempo después, ese estilo único acuñaría el nombre de "neo-emocionalismo", término inventado por Pérez, cuyo enfoque va "mucho más en la emoción que en la técnica en sí".
El sueño americano
Tras pasar un tiempo en Italia y luego en Japón, con mucho sacrificio Pérez llegó a Los Ángeles a los 29 años. "Acá es una ciudad muy dura. Hay gente que viene de todo el mundo, todos vienen con un sueño", relata. A pesar de las dificultades, perseveró y logró hacerse un nombre en el competitivo mundo del arte. "Yo tuve una fortuna muy grande de rodearme de la gente apropiada", reconoce.
Sin embargo, también aprendió algunas lecciones por las malas. "Me hubiera gustado saber un poco más del negocio del arte", confiesa. "De esa manera me hubiera ahorrado un montón de problemas que tuve con partes legales en el ambiente del arte, con gente que quiso sacar ventaja de mí".
Un hito en su carrera fue su participación en la feria de arte New York Expo a principios de los 2000. "Cuando entré había un montón de lugares donde cada uno exhibía, galerías enormes y artistas de mucho renombre", recuerda. A pesar de tener un stand pequeño y alejado, Pérez llamó la atención de coleccionistas y galeristas. Ese evento le abrió las puertas para realizar una serie de exitosas exhibiciones en Inglaterra que consolidaron su posición en el mercado.
Uno de los mayores desafíos en su carrera fue la recesión económica en Estados Unidos de 2007-2008 que afectó fuertemente al mercado del arte. "Obviamente las primeras cosas que caen es lo que la gente compra, pero no necesita tanto, como el arte", explica. "Yo iba a hacer exhibiciones, por ejemplo, iba a Nueva York y veía las galerías vacías".
A pesar de ese contexto, las obras de Pérez seguían vendiéndose. "Había muchas galerías que me agradecían, sobre todo porque decían 'no vendemos nada, pero tu arte se sigue vendiendo'. 'Gracias, porque si no hubiera vendido tu arte no estaría pagando el alquiler hoy por hoy'", cuenta.
Hoy, sus obras originales se cotizan a partir de los US$ 16.000 (el tamaño más pequeño) hasta US$ 175.000, mientras que las ediciones limitadas empiezan desde US$ 1.600 hasta US$ 12.000 (los tamaños más grandes). Tras la pandemia, quien más consume sus obras es la clase alta. Según Pérez, "se hizo una brecha mucho más grande, me parece que sufrió mucho más la clase media y toda esa gente que venía a comprar ediciones limitadas más baratas, ahora ya no la veo tanto".
Desde Maradona hasta Milei
Una de las colecciones más destacadas de Pérez es "Living Legends": "Pinto celebridades que influyeron en mi vida y en la de muchos otros en esta generación, que prácticamente crecimos con ellos, como pueden ser Sylvester Stallone, Arnold Schwarzenegger o Diego Maradona". Para el artista, esta serie "es una forma de agradecerles en vida y darles un obsequio".
Entre las figuras que más disfrutó retratar, Pérez destaca a Maradona: "Me atendió muy bien. Me sorprendió cómo toda la gente quiere un pedazo de él". Otros destacados en su colección son Al Pacino, Rafael Nadal, Ringo Starr, entre otros.
Además de su labor artística, Pérez se destaca por su compromiso con las causas benéficas. Uno de sus principales colaboradores en este ámbito es nada menos que Arnold Schwarzenegger. Juntos trabajan con After-School All-Stars, una fundación que brinda programas extracurriculares a niños de bajos recursos.
Todos los años, Pérez dona obras para las subastas benéficas que organiza la fundación en la casa de Schwarzenegger. Una de las piezas más destacadas fue un retrato de Lionel Messi, firmado por el campeón del mundo, que alcanzó los US$ 185.000. "Esa noche recaudamos US$ 7 millones en total", recuerda.
Años después de aquel encuentro con el Papa Francisco, donde se preguntaba a qué otra celebridad tan grande podría retratar, Pérez encontró la respuesta en la figura de Javier Milei caracterizado como Napoleón Bonaparte. "Cuando él asumió, pensé que él merecía ser parte de estas celebridades que estoy pintando como una leyenda viviente", explica.
Para crear la obra, Pérez se inspiró en la portada de la película Napoleón de Ridley Scott protagonizada por Joaquin Phoenix que estaba en boga en ese momento. "Me pareció que iba a ser algo muy reconocido si le ponía la cabeza de Milei ahí", cuenta. El cuadro le llevó alrededor de dos meses de trabajo.
Cuando Milei lo recibió, decidió publicarlo en dos oportunidades en sus redes sociales y en ambas veces se volvió viral. "Jamás pensé que iba a tener tanta repercusión", confiesa Pérez.
De cara al futuro, Pérez se mantiene enfocado en seguir creciendo y evolucionando como artista. Además del "neo-emocionalismo", está explorando un nuevo estilo que denomina "realismo moderno", en el que juega con las dimensiones y la percepción de la realidad. "Veo que la realidad de hoy es muy diferente a la realidad de hace un tiempo atrás. A veces me parece como que la ficción tomó el lugar de la realidad", observa.
Pero más allá de la fama y el reconocimiento, lo que motiva a Pérez es la posibilidad de conectar con la gente a través de su arte. "Cuando vos estás pintando, no tenés que estar pensando, tenés que entrar en una zona donde todo fluye", explica. "Ahí es cuando realmente uno expresa lo que sabe, lo que tiene y lo más profundo de su ser".