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Su familia nunca perdió una cosecha y lo sufrirá por primera vez en más de 100 años

Victoria de Carabassa, productora agropecuaria de Colón, Buenos Aires
Victoria de Carabassa, productora agropecuaria de Colón, Buenos Aires - Créditos: @Hernán Zenteno

COLÓN, Buenos Aires.- Mientras observa la infinidad del campo, Victoria de Carabassa recuerda las palabras de su tío, Pedro: “Siempre me decía no te preocupes porque en Colón las cosechas no se pierden, sufrimos secas o inundaciones, pero algo siempre se cosecha”. La productora agropecuaria cruza el alambrado, que rodea uno de los lotes que sembró con trigo y secó con glifosato en lugar de dejar que llegue a la cosecha por los daños de la sequía y las heladas, y sentencia: “Desde hace más de 100 años que mi familia tiene estas tierras y es la primera vez que pierde una producción”.

“La Victoria”, el nombre que la familia le puso al establecimiento, es uno de los que LA NACION visitó hoy en su recorrido por establecimientos entre la localidad bonaerense de Colón y Hughes, en Santa Fe.

En esta región, los productores explican que entre mayo y el 11 de octubre pasado solo llovió 30 milímetros, por debajo de los 300 mm que suelen registrarse en un año normal, en promedio, para la época. O sea, apenas un 10% de las precipitaciones habituales. En este contexto, aquí afirman que perderán entre el 80 y el 90% de la cosecha del cereal. No tendrán ingresos en diciembre, cuando es la recolección, y deberán afrontar refinanciaciones con altos costos financieros.

Espigas afectadas por la sequía y las heladas
Espigas afectadas por la sequía y las heladas - Créditos: @Hernán Zenteno

Para Carabassa, la siembra del trigo fue una gran apuesta. Había invertido US$592 por hectárea entre labores, semillas, fertilizantes pero, al no tener producción, eso lo perderá. “Todos los años se invierte en mantenimiento, pero el que viene no se va a hacer nada”, dice.

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La productora no esconde los nervios ante tanta incertidumbre. Teme que el escenario se repita para la campaña de granos gruesos [soja y maíz], que ya viene muy atrasada. “Estamos rezando para que llueva”, dice mientras mira el horizonte. A lo lejos hay nubes: ella tiene la esperanza que traigan agua para 100 hectáreas de soja que sembró.

“Si nos esquiva la lluvia prevista para este fin de semana, esa soja también se perderá. Es un riesgo muy alto”, indica. En tanto, las 120 hectáreas para maíz las hará más adelante si se registraran 120 o 130 mm. “La incertidumbre es tremenda porque no hay mucha experiencia con este tipo de escenario”, afirma.

Los productores coinciden que en la zona solo se sembró un 5% de la soja cuando en esta fecha lo normal es haber alcanzado el 50%.

Para la productora, que todos los años se pueda producir es honrar el esfuerzo que hizo su familia generación tras generación. “Son tierras que venimos produciendo desde mi tatarabuelo y yo siento el compromiso de hacerlas trabajar. Pongo todo el empeño y el esfuerzo y duele mucho estar en esta situación”, se lamenta. Remarca que siente una “gran desprotección” por parte del Estado. “El campo es el motor de la economía argentina y estamos desamparados porque no hemos recibido una palabra de aliento, ni medidas concretas por parte del Gobierno para ayudar a los productores a afrontar esta situación”, señala.

En Santa Fe

A 16 kilómetros, pero ya en el territorio santafesino, por primera vez en 32 años el productor agropecuario y ganadero Fernando Rossi tuvo que desprenderse de una parte de sus animales por falta de pasturas. No solo eso, también disminuyó a la mitad la cantidad de horas que les da de comer y comenzó a racionar los lotes con pasto porque, de lo contrario, se quedará sin comida en 15 días.

Fernando Rossi. Se vio obligado a vender 10 vacas por la falta de pasto y podría hacer lo mismo con más animales
Fernando Rossi. Se vio obligado a vender 10 vacas por la falta de pasto y podría hacer lo mismo con más animales - Créditos: @Hernán Zenteno

“Por los desastres que hizo la sequía y la helada, es la primera vez que me pasa de tener que adelantar la ecografía de las vacas a los 60 días de inseminadas para poder tener identificadas a las que no quedaron preñadas y venderlas en el mercado antes que escasee más el pasto”, relata. Hasta el momento vendió 10 vacas ante la escasez de alimento y no descarta desprenderse de más.

Otra debacle para el trigo: se registró un dato que no ocurría hace más de 40 años

Al recorrer las 200 hectáreas del campo que Rossi produce, se pueden ver algunos lotes con pastos más largos y otros prácticamente sin nada. El productor explica que este año decidió separar los lotes con boyeros para poder relacionarlos y que los animales coman uno por día, porque, de lo contrario ya no tendría más comida. “Largamos las vacas en las pasturas durante cuatro horas, siendo que siempre lo hicimos durante ocho porque nos estamos quedando sin comida”, indica.

La falta de pasto, otro drama de la sequía
La falta de pasto, otro drama de la sequía - Créditos: @Hernán Zenteno

Esta cuenta es regresiva: solo le quedaron algunos rollos, un poco de alfalfa y un silo de forraje. Estima que durará para 25 días. “Todos los años sembramos lotes con pasturas en abril y hacemos un primer corte en septiembre para sacar rollos. Este año sacamos cada tres hectáreas un rollo siendo que todos los años es al revés: tres rollos por hectárea”, dice.

“Es muy angustiante porque la hacienda está muy atrasada en kilos. Si bien también hago agricultura, mi corazón está en la ganadería”, señala. En rigor, también tiene 145 hectáreas en las que hace trigo, maíz y soja.

“Nunca me pasó”, repite una y otra vez Hernán Siniza. Desde hace aproximadamente 20 años que es contratista rural en la zona, además de productor agropecuario, y es la primera vez que siendo 11 de noviembre no pudo empezar con la prestación de servicios vinculados con la campaña de granos gruesos.

Hernán Siniza es productor agropecuario y contratista
Hernán Siniza es productor agropecuario y contratista - Créditos: @Hernán Zenteno

“Recién entre lunes y martes voy a empezar a fertilizar, que es el fuerte mío, antes de la siembra de maíz. Es un trabajo que tendría que haber hecho en septiembre. Por ende te atrasa toda la cadena de cobro y pago”, comenta.

Ante la falta de trabajo, está en busca de “nuevos horizontes”, como ir a trabajar al sur bonaerense o zonas donde haya más humedad en los suelos.

En su caso, arrienda un campo de 77 hectáreas en Sarasa (Colón). “Este año sembré trigo, pero además de la sequía, la helada del 9 de octubre terminó de fulminar al cultivo. Había hecho 36 hectáreas, que no es mucho, pero para mí representa un montón. Yo pensaba sacar 50 y 60 quintales por hectárea, pero sacaré, como mucho, 15 quintales”, cuenta. Al arrendamiento hay que pagarlo igual. “Ahora tengo que empezar a sacar reservas que tenía para otros gastos”, alerta.