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“En mis 54 años nunca tuve un caso parecido”: sus vacas comen un trigo fulminado

El productor Patricio Pascual
El productor Patricio Pascual - Créditos: @Gza. Pascual

“Acá estamos, en zona de 30 de Agosto, partido de Trenque Lauquen, pastoreando un trigo. En mis 54 años nunca tuve un caso parecido. Difícil. Una sequía tremenda, sumado a un invierno muy crudo y heladas: este es el resultado. No quedó otra cosa que pastorearlo”.

En un video que se publicó en Twitter, así se lamentaba el productor Patricio Pascual, que vive en el establecimiento Sauce Alegre y todos los días recorre uno a uno los lotes sembrados de trigo y las parcelas donde está su hacienda Angus que cría su familia hace más de 80 años. La historia se repite en todos aquellos que implantaron el cereal en sus campos: la falta de agua y las heladas tardías liquidaron sus cultivos.

“Fue una cuestión de momento, de bronca e impotencia, donde veía que cada día que pasaba la inversión que había hecho se perdía”, dijo el productor en diálogo con LA NACION.

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Según contó, de las 140 hectáreas que sembró con trigo, 60 son “irrecuperables, el resto tienen un estado medio pero, si no llueve en los próximos días, esa pérdida, que ya es del 50%, será total”.

“Si bien las labores las hice con maquinaria propia (que está en $7500 por hectárea), apliqué por hectárea unos 80 kilos de fósforo, unos 150 kilos de urea, el paquete de agroquímicos, más la semilla. Voy a perder el 80% de la inversión que hice. Decidí echar mis vacas a esas 60 hectáreas, para tratar de salvar algo la inversión”, indicó.

Su asesor, el ingeniero agrónomo Enrique Martínez, detalló que en concepto de fertilizantes, semillas, fitosanitarios y labores (siembra, pulverizaciones y fertilización) por hectárea hubo un costo de US$500, unos US$70.000 en total para esas 140 hectáreas sembradas.

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Además de sus hectáreas propias, Pascual arrienda la parte de su hermana y otras 250 hectáreas a un vecino. “Recuerdo contingencias climáticas como las inundaciones en el 87, sequías que nos dieron rindes bajos pero con pérdidas totales, nunca. Cuando mi padre vivía tampoco me contó haber vivido situaciones como esta. Era ganadero, pero por temas de rentabilidad nos fuimos volcando hacia la agricultura. Hoy, es la ganadería la que me va a permitir tirar hasta la campaña nueva”, contó.

Relató que el 2021 fue un buen año agrícola: tuvo rindes de 4500 kilos por hectárea en el trigo, unos 8000 kilos en maíz y 3500 kilos en soja. Si bien sabía que este año iba a ser difícil en cuanto a lo climático, nunca pensó que habría un “efecto tan duro”.

El rodeo de Angus colorado comiendo en un lote de trigo de Pascual
El rodeo de Angus colorado comiendo en un lote de trigo de Pascual - Créditos: @Gza. Pascual

“Hicimos barbechos, pero la combinación de sequía y heladas tardías fue fatal. Hasta fines de agosto venía bien. Luego, a pesar de las heladas de septiembre, logramos recuperar los cultivos, pero estas heladas tardías de octubre, terminaron de fulminarlo”, detalló.

En tanto, en ganadería, donde hace ciclo completo, señaló que también tuvo problemas de falta de comida, pero al tener buenas reservas de rollos y de silo de maíz, la hacienda está en buen estado. “Sabemos que trabajar en el campo implica convivir con contingencias climáticas, pero el Gobierno nunca está para proteger a quienes lo necesitan en momentos complicados: los impuestos solo se prorrogan y no se condonan y, no existe un seguro que salvaguarde nuestras producciones”, afirmó el productor.

Su sensación es de “una desesperanza total”. Lo expresó así: “Toda la vida esperando que haya un cambio, que haya políticas para el sector, donde se nos permita tener un margen de rentabilidad real, para así tener proyección. Pero siempre seguimos en la eterna espera”.

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En la estación Lumb, en el sudeste bonaerense, Gustavo Almassio hace ganadería ovina, bovina y también agricultura. Allí, las últimas heladas terminaron de aniquilar las 10 hectáreas de arvejas que había sembrado para semilla de uso propio y utilizar como alimento para su hacienda como complemento del sorgo.

“Hay una gran pérdida de plantas, muchas están muertas. El trigo, en tanto, es un desastre. Como los suelos estaban bajo de nitrógeno, y se pronosticaba que iba a llover al día siguiente, un domingo apliqué urea, fueron US$200, pero no llovió. A la arveja la sembré en agosto y ese mes solo llovió 5mm, en septiembre nada y en octubre también solo 5mm. Eso fue todo. En cambio, el año pasado en agosto había llovido 55mm y en septiembre 138mm. El problema ahora es hacia adelante, con la falta de humedad de los suelos. Lo que hace la helada es una deshidratación severa y no hay lluvias en el corto plazo”, describió.

Con la ganadería sí pudo tomar algunas medidas correctivas para salvaguardar los animales, como destetar los terneros y llevarlos a otro lado para que la madre no pierda estado. “Pero los cultivos no me puedo llevar a otro lado”, sentenció.

Para el productor, las cosas que suceden en el campo son parte del riesgo del negocio, inherente a la producción agropecuaria, “por eso cuando va bien se guarda parte de la producción para cuando no va tan bien”.

“Pero que lo que genera intranquilidad es la incertidumbre política permanente de los gobiernos en la Argentina, que ven al campo solo como una manera de extracción de dinero. Ahora que necesitamos de una ley de emergencia, la que está no tiene mucho sentido porque en definitiva es solo una postergación de impuestos. Lo que se necesita es un seguro multirriesgo que incluya la sequía”, dijo.

Una de las cosas que más preocupa a Almassio es lo que ocurre y pasará en las comunidades rurales, en los pueblos chicos del interior, donde va a repercutir de lleno todo el desastre productivo. “Es de lo único que se habla. La semana pasada fui a cambiar una goma y el gomero, en vez de hablarme de fútbol como siempre lo hacía, el tema de conversación fue la sequía, lo mismo ocurre en una estación de servicio o en cualquier comercio que vive del campo. Estos problemas y realidades no se ven en las grandes ciudades”, remarcó.

Por último, enfatizó que se encuentra con el dilema de qué hacer con el poco trigo que logre cosechar. “Existen rumores que el Gobierno va a intervenir el mercado por el poco cereal que va a haber. Por eso, seguramente fije precio para pagar la urea por la incertidumbre que existe hoy en día”, concluyó.