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Por qué he renunciado al Apple Watch y he vuelto a un viejo Casio

El Apple Watch es una maravilla de la tecnología pero prescindir de él ha sido toda una liberación. Foto: Getty Images.
El Apple Watch es una maravilla de la tecnología pero prescindir de él ha sido toda una liberación. Foto: Getty Images. (Prykhodov via Getty Images)

Fue una sensación extraña: quitarme el Apple Watch, dar de baja su tarifa de datos y toparme cara a cara con la muñeca vacía, con la marca del bronceado; un recuerdo níveo de tantas notificaciones y disfrute, por qué no decirlo.

Pero no había vuelta atrás.

Uno creía que la capacidad de recibir notificaciones, avisos y pitidos a todas horas no tenía límite, pero craso error. El punto de inflexión tuvo lugar cuando el gesto de mirar la muñeca se convirtió en un tic ansioso: ya no buscaba estar informado, sino seguro de tener todo a raya.

En el momento en el que las notificaciones te dominan, sabes que has perdido la batalla. Que si la temperatura, que si el email, WhatsApp... cualquier excusa era buena para rendir pleitesía a una plantilla de 1,78 pulgadas. Y por las noches, a cargarlo religiosamente.

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Fue todo un proceso un poco kafkiano y no planificado. Cuando me quité el Apple Watch de la muñeca no había plan B: tuve que recurrir a una vieja caja donde guardaba recuerdos y rescatar de ella un Casio 3050 GW-810H solar. Cero glamour. Lo puse al sol un par de días y ya estaba operativo.

Que nadie me malinterprete: el Apple Watch es una maravilla de la tecnología y aporta muchísimo, pero en la balanza personal, se trata de un equilibrio que cada uno debe encontrar. ¿Cómo? Viendo qué se gana y qué se pierde.

¿Qué echo de menos en el Apple Watch?

  • Pagar. Pagar y pagar. No hay una función mejor lograda que la del pago sin contacto en este dispositivo: salir de casa solo con él y olvidarse de la cartera es algo que me está costando bastante asumir y me ha provocado ya un par de situaciones ridículas en las que he intentado pagar con el viejo Casio (menudo papelón).

  • La medición de la actividad diaria: un reloj inteligente es el mejor termómetro de tu movimiento al cabo del día, aunque puede convertirse en un arma de doble filo, como veremos más adelante.

  • Ver la temperatura y el día de la semana: dos cosas absurdas (sobre todo la segunda) que me han llevado varias veces a replantearme mi decisión. Saber si necesitas ropa de abrigo o solo un jersey antes de salir a la calle solo girando la muñeca, no tiene precio. Y los que no sabemos en qué día de la semana vivimos, tener este dato de un vistazo es impagable.

  • El toque ‘cool’: no nos engañemos, Apple ha logrado que su marca cotice altísimo y este smart watch es todo un símbolo en equilibrio entre la tecnología y la moda. Ahora, lucir un Casio con correa de goma negra es casi un gesto rebelde, de contra corriente.

Dad and daughter traveling together family vacations walk outdoor active healthy lifestyle father with child enjoying aerial lake view
Un padre y su hija contemplan un lago - Getty (Everste via Getty Images)

Y lo que es más importante...

¿Qué he ganado dejando atrás el reloj inteligente?

  • Libertad y tranquilidad: cuesta creerlo, pero no depender de las notificaciones y saber que el reloj solo te va a mostrar la hora, es como un soplo de aire fresco, de libertad. Y por descontado, de tranquilidad; reina el silencio una vez más. Lo llamativo del caso es que tampoco he dejado de estar accesible ni disponible en caso de necesidad, con lo que todo es una cuestión de percepciones.

  • Dejar de obsesionarme por la salud, la actividad y el sueño; puede parecer una paradoja, pero dejar de ser tan vigilante en algunos aspectos de la vida te libera.

  • Una desconexión más necesaria de lo esperado; es como si se hubiera ralentizado el organismo y todo fuera más despacio. No sería justo atribuir esta disminución en las revoluciones únicamente a eliminar el reloj inteligente, pero es como ir apagando luces y entrar en una apacible penumbra.

  • En mi caso, una cuota de suscripción menos al mes: siempre he considerado que este tipo de dispositivos tiene sentido si son capaces de sustituir al móvil y así ir de paseo o a la playa confiando únicamente en el reloj. Esto conlleva una tarifa de datos mensual que, si bien es baja, se suma a otras suscripciones de bajo coste que al final disparan el gasto.

¿Y ahora, qué? Ahora toca seguir familiarizándose con la desconexión y dedicar más tiempo visual y en el terreno de las sensaciones, del entorno que nos rodea.

Parece inconcebible, pero hay un mundo más allá de las pantallas...

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