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Vida laboral. Por qué compartir los problemas ayuda a la productividad

Compartir problemas con compañeros de trabajo termina redundando en un beneficio para las empresas
Compartir problemas con compañeros de trabajo termina redundando en un beneficio para las empresas

En los últimos dos años la línea divisoria entre la vida laboral y la vida en el hogar se ha desdibujado, pero hablar de los problemas personales con los colegas puede parecer ir demasiado lejos. Sin embargo estudios de Susan Cain, autora de Agridulce: cómo la pena y la añoranza pueden hacernos plenos, encuentra que puede tener muchos beneficios, incluyendo relaciones más fuertes con los colegas y la productividad.

En su libro Cain presenta un ejemplo de una compañía que normalizó compartir preocupaciones personales. Midwest Billing, la unidad de facturación de un hospital comunitario de Jackson, Michigan, creó una cultura en la que se supone que todo trabajador tiene problemas personales. En vez de ver esto como una falla, compartir los problemas ofrece oportunidades a los miembros del propio equipo para mostrar compasión. Los empleados se apoyaron mutuamente durante divorcios, violencia doméstica, fallecimientos en la familia e incluso si alguien tuvo una gripe.

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Además de ser bueno para la salud mental compartir problemas favoreció a los negocios. “Durante los cinco años previos al estudio Midwest Billing logró cobrar sus facturas más del doble de rápido que antes, superando los estándares del sector. La tasa de renovación del personal en la unidad fue sólo del 2%, comparado con un promedio del 25% en la totalidad de Midwest Health System, y una tasa significativamente más elevada en todo el sector de la facturación médica”, escribe Cain.

El rol de los líderes

Crear una cultura en la que se comparten los problemas a menudo comienza por la conducción. En su libro, Cain comparte la historia de Rick Fox, ex líder de una plataforma petrolera de Shell en el golfo de México. Fox contrató a Lara Nuer, cofundadora de la consultora Learning as Leadership, para ayudar a resolver problemas de horarios de perforación y cifras de producción de petróleo. Luego de hablar con Fox, Nuer le dijo que el verdadero problema era el temor. El trabajo era peligroso, así como también lo era dirigir gente y mantenerla segura.

Nuer trabajó con el equipo, alentando a sus miembros a hablar entre sí y a comentar sus propios temores, incluyendo problemas personales. La cultura se transformó de un ambiente machista en el que jamás se mostraría debilidad o se haría preguntas a un medio en el que los hombres pasaron a apoyarse los unos a los otros.

“Hubo menos accidentes porque los trabajadores de la plataforma se sintieron más cómodos comunicándose cuando no sabían cómo hacer algo o no entendían cómo funcionaba una cosa”, dice Cain.

Sin embargo, si se trata de un líder hablar de sus problemas puede ser complicado, dice Cain. “Al menos un estudio sugiere que confiar los propios problemas a los subordinados puede causar que le pierdan confianza y se sientan incómodos”, dice. “Al mismo tiempo la mejor manera de cambiar una cultura es que la conducción lo haga primero”.

Los líderes no necesitan compartir todos sus problemas. “No necesitan hablar con sus empleados del mismo modo que lo hacen con su terapeuta”, dice Cain. “Basta con avanzar en la dirección de la apertura”.

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Cómo compartir

En vez de comentar toda su vida personal, Cain dice que hay maneras de hacerlo correctamente. Por ejemplo uno puede confiar en un colega en particular, dice. O puede hacer una reunión con su equipo tal como lo hizo un jefe de proyecto en Google que reveló que enfrentaba un cáncer en fase cuatro.

“También me gusta la idea de crear espacios en los que la gente puede compartir cosas de modo anónimo. De modo que como grupo uno tiene una idea de qué cosas preocupan a sus colegas, sin que la gente se sienta demasiado expuesta emocionalmente”, dice Cain.

Sin juzgar

A la hora de tener que escuchar el problema de algún colega, Cain sugiere recibir la información con 100% de calidez y 0% juicio. Dacher Keltner, profesor de psicología de la Universidad de California en Berkeley, dice que los seres humanos tenemos “el instinto compasivo” que hace que respondamos a los problemas de los demás con calidez. Nuestro sistema nervioso reacciona de modo similar a nuestro propio dolor que al dolor de los demás.

“Como sabemos por el trabajo de Amy Edmonson (profesora de la Escuela de negocios de Harvard) sobre seguridad psicológica, la gente trabaja mejor en un ambiente de confianza, en el que puede equivocarse y sentir que los demás la respalda”, dice Cain. “Pero la se