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Alarma tras la crisis de desabastecimiento: ¿Massa seguirá usando la nafta como ancla de la inflación?

La crisis generada por la escasez de nafta en las estaciones de servicio encendió varias luces de alarma para Sergio Massa en el tramo final de la campaña. Además del error de no haber visto venir un problema que era previsible desde que él mismo congeló los precios internos en agosto, su reacción posterior dejó interrogantes que inquietan al mercado, en el sentido de si ya tiene definido que los combustibles continúen "pisados" como herramienta anti-inflacionaria".

De hecho, el aumento que empieza a regir a partir de noviembre dejará un precio aun más atrasado que el que regía antes de las PASO, dado que no compensa la inflación ni la devaluación acumulada desde entonces.

Sobre todo, la duda quedó planteada por la alusión de Massa sobre el riesgo de que si ganara Javier Milei el precio se dispararía a $800.

El ministro/candidato quiso repetir la estrategia que le había dado buen resultado cuando alertó por un riesgo de suba en el precio del transporte colectivo si ganaba Milei, pero esta vez la comparación se transformó en un efecto boomerang: más que erosionar a su contrincante, dejó planteada la duda sobre si el desabastecimiento podría dejar de ser una situación de emergencia y transformarse en un problema crónico en caso de que Massa alcance la presidencia.

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En definitiva, ese precio de "riesgo Milei" que Massa se comprometió a evitar implicaría, tomado al tipo de cambio del mercado paralelo, que la nafta podría costar 87 centavos de dólar (si se considera la cotización del blue) o de 92 centavos. Es decir, un valor que ni siquiera llega al promedio histórico de la nafta super en Argentina, que siempre rondó el dólar.

Aun en caso de que concretara esa advertencia de Massa, el precio seguiría siendo bajo en términos de comparación regional, dado que en Paraguay el litro de nafta super 95 octanos cuesta u$s1, en Brasil u$s1,15, en Chile u$s1,50 y en Uruguay u$s1,90.

Lo cierto es que la advertencia de Massa sobre la necesidad de impedir el ajuste del precio -que, según su argumentación, sería la consecuencia de la eliminación de subsidios que predica Milei- dejó planteado tácitamente que, si el ministro finalmente es electo, continuará una política de fuerte intervención y distorsión de precios.

Hoy, la nafta en Argentina cotiza a 30 centavos de dólar. Y a Massa le parece excesivo el reclamo de la gremial de estacioneros (Cecha), que quiere llevar el precio al entorno de 40 centavos.

La reacción de Massa ante la falta de combustibles dejó el interrogante sobre si su estrategia será profundizar el retraso en el precio de la nafta como ancla anti inflacionaria
La reacción de Massa ante la falta de combustibles dejó el interrogante sobre si su estrategia será profundizar el retraso en el precio de la nafta como ancla anti inflacionaria

La reacción de Massa ante la falta de combustibles dejó el interrogante sobre si su estrategia será profundizar el retraso en el precio de la nafta como ancla anti inflacionaria

El problema para Massa es que la crisis de desabastecimiento dejó en evidencia que se trata de un precio insostenible. O, al menos, que sólo puede justificarse por un lapso acotado -por ejemplo, las semanas previas a una elección- pero no por un período prolongado en el tiempo.

A los empresarios del sector les quedó claro que Massa se niega a la suba de los combustibles por dos motivos. Uno es de imagen política, en plena campaña electoral. Es la parte que les preocupa menos, porque tendría una resolución rápida.

En cambio, la otra motivación de Massa tiene que ver con la economía: dado que el combustible tiene la capacidad de incidir sobre toda la cadena logística y comercial, el hecho de mantener el precio "topeado" se transforma en una estrategia anti-inflacionaria. Y es ahí cuando el mercado se plantea la pregunta preocupante a futuro: en caso de llegar a presidente, ¿Massa profundizará su intención de usar a la nafta como "ancla" de los precios?

Distorsiones y la aparición de una nafta blue

Una de las críticas que más se escucharon en los últimos días es cómo Massa, que suele cosechar elogios de propios y extraños por su astucia política y el manejo de los tiempos, no previó el riesgo de desabastecimiento que estaba bastante claro para los economistas y los protagonistas del sector energético.

En agosto, luego de la devaluación post PASO, Massa había anunciado que la suba de 12,5% que habían implementado todas las petroleras para los precios de los combustibles sería el último retoque de precios hasta el 31 de octubre.

Massa, acompañado por representantes de las empresas del sector, dijo que se trataba de una medida equilibrada, en la que parte del impacto devaluatorio recaería sobre el consumidor, parte sobre las empresas y parte sobre el Estado, que resignaría ingresos fiscales al implementar el nuevo régimen de incentivo exportador.

Como suelen repetir los economistas en estos casos, el riesgo de estos anuncios es que siempre dejan implícita la certeza de un aumento para "el día después". Y, en un país con una gimnasia indexatoria creada por décadas de convivencia con la inflación, esto genera las consabidas conductas defensivas. Por un lado, los consumidores aumentan la demanda, tratando de que noviembre los encuentre con el tanque lleno. Y, en el sentido inverso, a los estacioneros les desincentiva la venta a pocos días de un aumento de precio anunciado.

Los expertos del sector criticaron a Massa, al señalar que el problema no reside en la escasez de petróleo crudo sino en la baja capacidad de refinación
Los expertos del sector criticaron a Massa, al señalar que el problema no reside en la escasez de petróleo crudo sino en la baja capacidad de refinación

Los expertos del sector criticaron a Massa, al señalar que el problema no reside en la escasez de petróleo crudo sino en la baja capacidad de refinación

El desabastecimiento, en situaciones así, es una situación de manual. Pero como quedó en evidencia en estos días no es la única consecuencia de la distorsión provocada por la represión del precio de la nafta. También se ha visto cómo el precio de los mayoristas quedó más alto que el de los minoristas, una situación anómala, porque por definición, las grandes empresas que compran grandes cantidades siempre obtienen un precio más beneficioso que el segmento minorista.

Sin embargo, en las últimas semanas los mayoristas terminaron pagando hasta un 25% más que el precio de las estaciones. Esto llevó en algunos casos a que se provocara un "arbitraje", porque no todos los mayoristas aceptaron pagar lo que veían como un sobreprecio. De manera que enviaron sus camiones a abastecerse, a precio de minorista, en las mismas estaciones donde los automovilistas hacían fila para llenar el tanque. Esto, naturalmente, incrementó una demanda que ya estaba exacerbada y aceleró el desabastecimiento.

Otra consecuencia del mercado distorsionado fue la aparición de una "nafta blue", dado que parte del mercado estacionero -sobre todo los puntos de venta que pertenecen a particulares y no a las empresas refinadoras de naftas- empezaron a despegarse del acuerdo y determinaron aumentos por su cuenta. Es así que en las redes sociales empezaron a circular fotos de estaciones, en diversos puntos del país, con nafta que podía llegar a cotizar por encima de $500.

Salvo para el caso de YPF, se ha visto esta situación en las otras marcas líderes del mercado, que si bien dan una lista de precios sugeridos a los estacioneros, no les imponen la obligación de vender a un precio determinado.

Crisis de la nafta: ¿Massa no la vio venir?

Pero, sobre todo, lo que en los últimos días han repetido los expertos del sector es que el fallo de Massa consistió en no haber previsto que las paradas técnicas en dos plantas refinadoras de YPF -programadas con mucha antelación, a los efectos de ampliar la capacidad productiva- significaría un factor que agravaría el problema.

No era un detalle menor, porque esa parada de YPF restaría un 20% al volumen de oferta de combustible, justo en un momento en que todos preveían que la demanda estaría por encima de lo normal.

En el rubro del gasoil, sobre todo, el país sigue sin ser autosuficiente, y necesita importar aproximadamente un 20% de lo que se consume en el país. Para tratar de moderar esa debilidad era, justamente, que se había programado las obras en las refinerías.

Los expertos afirman que la crisis no fue provocada -contrariamente a lo que insinuó Massa- por una reticencia de las petroleras a entregar crudo en el mercado local para exacerbar el volumen exportado, sino que el factor crítico fue el "cuello de botella" que existe en la fase de la refinación para producir los combustibles.

Para agravar la situación, la demora en liberar las divisas para la importación de los barcos que trajeran la nafta y el gasoil hizo que el problema creciera más allá de lo previsto, y por eso Massa luego tuvo que anunciar la llegada de los 10 barcos, a un costo de u$s400 millones.

Los críticos de Massa afirman que sus medidas agravaron las distorsiones del mercado, como el precio mayorista por encima del minorista y una aparición de la nafta
Los críticos de Massa afirman que sus medidas agravaron las distorsiones del mercado, como el precio mayorista por encima del minorista y una aparición de la nafta

Los críticos de Massa afirman que sus medidas agravaron las distorsiones del mercado, como el precio mayorista por encima del minorista y una aparición de la nafta "blue"

El daño post elección

A pocos días de la elección, Massa intenta acotar el daño político que produjo el desabastecimiento con el clásico argumento conspirativo de la crisis fogoneada desde las usinas informativas de la oposición, en connivencia con el lobby petrolero.

Pero, más allá de si esa estrategia pueda dar o no resultado desde el punto de vista electoral, lo que el candidato oficialista no pudo evitar fue que se generara una fisura en su discurso sobre la potencia del país como productor de energía, uno de sus temas preferidos de campaña.

Según comentaron ex secretarios del área energética, la amenaza del cierre exportador por parte de Massa es un error que podría tener un costo a futuro. Por un lado, deja el antecedente de que, ante un problema del mercado doméstico, se busca un culpable en el sector empresario aun cuando el problema haya estado en el sector de la refinación y no en la producción del petróleo.

Además, la amenaza deja ver cierto desconocimiento técnico, dado que el país tiene una baja capacidad de almacenar petróleo, y la producción no puede detenerse sino que es un proceso continuo. Esto hace que, contrariamente a lo que planteó Massa, es técnicamente imposible mantener el actual ritmo de producción y, al mismo tiempo, cerrar la exportación.

¿Se impone la visión de Cristina?

Pero, sobre todo, la señal que causó preocupación es que, ante una crisis generada, en definitiva, por la falta de divisas para importar combustibles, Massa haya agitado una medida cuya consecuencia sería, paradójicamente, agravar la escasez de dólares al inhibir su potecial exportador. "Es un tiro en el pie desde el punto de vista del gobierno, y además un desincentivo fuerte para los inversores", planteó un ex secretario de energía que también pasó por el directorio de YPF.

En definitiva, toda la polémica retrotrajo a la duda de si, en el futuro, Massa seguirá sosteniendo su visión de que la potencia energética del país debe ser orientada a la exportación o si se terminará imponiendo la visión de Cristina Kirchner, en el sentido de que se debe priorizar la provisión del mercado interno a precio subsidiado.

Fue una divergencia que se esbozó el día de la inauguración del nuevo tramo del gasoducto Kirchner, en el que ambos dirigentes mostraron distintas visiones sobre el "para qué" de un futuro superávit energético. Y la conducta del candidato oficialista en los últimos días dejó el interrogante sobre si, en una situación de crisis, finalmente prevalecerá la visión intervencionista que había defendido Cristina.