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Con dólar paralelo en disparada y bajo presión del FMI, ¿Massa tiene margen para evitar otra devaluación postelectoral?

Una de las victorias políticas de Sergio Massa en esta campaña electoral fue haber devaluado el lunes post elecciones sin haber prácticamente pagado ningún costo político por esa medida: tras instalar la idea de que el salto de 22% a la nueva cotización de $350 fue "impuesta por el FMI", encontró un nuevo argumento para tomar las medidas pro consumo y hasta se ganó el elogio de Cristina Kirchner.

Sin embargo, donde todavía Massa no logró imponer su visión es en la promesa de que ese salto devaluatorio de agosto fue el último y que, después de la elección del 22 de octubre, se volverá al régimen de "crawling peg".

Por otra parte, su pedido de que los pesos que llegaran a los bolsillos de los asalariados, en el marco de las últimas medidas, fueran destinados al consumo y no a la compra de dólares, no se está verificando en la realidad. Más bien al contrario, el mercado está acusando los síntomas típicos de una disminución en la cantidad de divisas y una expansión en la cantidad de pesos.

En los últimos días, los movimientos del mercado están dando a entender que, lejos de esperarse un escenario calmo y gradual, la expectativa es de nuevos acomodamientos bruscos en materia cambiaria.

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El dólar blue retomó su carrera alcista y cerró a $800 este viernes, lo que implica una brecha de más del 118% respecto del minorista oficial en el sistema bancario y del 128% respecto del mayorista del Banco Central. Son niveles de brecha que ya se parecen a los de la corrida cambiaria de abril pasado, cuando Massa, en un gesto de rebeldía ante el FMI, acudió a las reservas del Central para intervenir en el mercado y frenar la suba del paralelo.

Mientras tanto, las cotizaciones financieras también siguen su carrera alcista, con el contado con liquidación ya en torno de $825 y el dólar MEP -sometido a una fuerte intervención oficial- en $700. El 17% de diferencia entre ambas cotizaciones marca la disposición de los inversores a pagar un sobreprecio para sacar divisas fuera del país.

Tras un período de relativa calma, el dólar paralelo vuelve a su carrera alcista y la brecha ya alcanza los niveles de la corrida de abril
Tras un período de relativa calma, el dólar paralelo vuelve a su carrera alcista y la brecha ya alcanza los niveles de la corrida de abril

Tras un período de relativa calma, el dólar paralelo vuelve a su carrera alcista y la brecha ya alcanza los niveles de la corrida de abril

Es por eso que la pregunta sobre qué pasará con el dólar el lunes siguiente a las elecciones se transformó otra vez en uno de los asuntos excluyentes del mercado.

En el Rofex, donde se negocian los contratos a futuros, se está moviendo un volumen en torno de los u$s930 millones, lo cual da la pauta de que el mercado busca cubrirse ante movimientos bruscos.

A juzgar por lo que se negocia en ese segmento, los inversores están más tranquilos que hace algunas semanas en cuanto al riesgo de una devaluación de corto plazo. Pero para noviembre ya se prevé un dólar en torno de $496 y un salto de 30% en diciembre.

Son peores números que los que refleja la encuesta REM del Banco Central, donde los economistas esperan que octubre termine con una cotización de $375 y noviembre en $431. En otras palabras, esa encuesta reflejaba todavía la confianza en que Massa logre mantener un crawling peg, aunque sea a un ritmo acelerado, de 7% en dos semanas de octubre y de 15% en noviembre. Pero se trata de una encuesta cerrada a fines de agosto, cuando todavía no estaba tan claro cómo reaccionaría el mercado ante el fallido intento de recuperar competitividad.

Más pesos, menos dólares

Lo cierto es que la expectativa del mercado está empeorando a partir de las medidas económicas adoptadas en las últimas semanas. Este jueves la Oficina de Presupuesto del Congreso informó que el plan de devolución del IVA tendrá el año próximo un costo fiscal equivalente al 1% del PBI. Previamente, se había estimado en 0,8 puntos la resignación de recursos por el alivio en el impuesto a las Ganancias para los asalariados de las franjas más altas.

Y aunque en los números fiscales todavía no se ve ese impacto, los economistas ya están hablando sobre un empeoramiento del panorama, que implicará un déficit primario no menor al 3% para este año.

El Gobierno se defiende con el argumento de que está compensando esos sacrificios fiscales con nuevas fuentes de ingreso, como el impuesto PAIS aplicado a las importaciones o el adelanto de Ganancias para el sector "beneficiado por la devaluación impuesta por el FMI", una categoría en la que Massa ya anotó a los bancos, las compañías financieras y las aseguradoras.

Además, destaca que gracias a su política de "rolleo" de la deuda, logro despejar el calendario de vencimientos y quedará con un saldo a favor con el cual financiar las nuevas necesidades fiscales. En las dos licitaciones realizadas en septiembre logró ingresar a las arcas del Tesoro $1,2 billón. Y, confiado en que el sector privado acompañará la propuesta oficial para estirar vencimientos por $600.000 para 2025 y 2026, convocó a los inversores a un nuevo canje.

La devolución del IVA a las compras de la canasta básica tendrá un costo fiscal de 1% del PBI, según confirmó la Oficina de Presupuesto del Congreso
La devolución del IVA a las compras de la canasta básica tendrá un costo fiscal de 1% del PBI, según confirmó la Oficina de Presupuesto del Congreso

La devolución del IVA a las compras de la canasta básica tendrá un costo fiscal de 1% del PBI, según confirmó la Oficina de Presupuesto del Congreso

Sin embargo, estos argumentos no parecen estar convenciendo al mercado financiero, donde se interpreta que la suba en las cotizaciones de los tipos de cambio paralelos es una consecuencia directa de la inyección de pesos que realizó Massa en el marco de su estrategia electoral por incrementar el consumo. En algún momento de la cadena comercial, inevitablemente esos pesos terminan refugiándose en el billete verde y presionando las cotizaciones.

Por otra parte, fue inevitable el "ruido" político en torno a este tema, que hace que se ponga en duda si las nuevas fuentes de recaudación tributaria realmente mantendrán su continuidad. Por caso, Carlos Rodríguez, el jefe de asesores del equipo de Javier Milei, acusó de inconstitucional la política que está impulsando Massa.

"La constitución establece que el Ejecutivo no puede imponer nuevos impuestos ni modificar las tasas, pero el ejecutivo impone a discreción anticipos de impuestos los que, en un marco de inflación de tres dígitos, son efectivamente impuestos", argumentó el economista, dando a entender que, en caso de que su sector político gane la elección, estas medidas quedarán sin efecto.

¿El FMI vuelve a la "mano dura?

Pero hubo otras señales de desconfianza desde el exterior, más concretamente desde el Fondo Monetario Internacional. La vocera Julie Kozack confirmó que hay malestar con Massa, quien luego de recibir el desembolso de u$s7.500 millones se embarcó en un plan de expansión fiscal con fines electorales.

"Las medidas de política adoptadas exacerban las dificultades de Argentina", dijo la funcionaria, quien adelantó que el organismo está evaluando "la necesidad de adoptar acciones compensatorias que puedan adoptarse para fortalecer la estabilidad y salvaguardar los objetivos del programa al tiempo que no se exacerben las vulnerabilidades".

Aunque evitó entrar en detalles, dejó entrever que no hay arrepentimiento ni admisión de equivocación por parte del FMI en su exigencia por devaluar el peso luego de las PASO. Más bien al contrario, dejó la impresión de que consideró ese salto en la cotización como una medida necesaria para reforzar las reservas. Y que, en todo caso, si la devaluación fue rápidamente neutralizada, es culpa de Massa por haber inundado al mercado de pesos.

"La revisión del tipo de cambio, junto con una política monetaria y fiscal restrictiva son componentes esenciales del programa", apuntó.

Es en ese marco que el pronóstico de Massa, en el sentido de que no volverá a ocurrir una devaluación brusca post electoral, vuelve a ser cuestionada. Más bien al contrario, hay mayores expectativas para saltos devaluatorios en noviembre y diciembre.

Massa, bajo la mirada crítica del FMI: hubo muestras de enojo por su expansionismo fiscal
Massa, bajo la mirada crítica del FMI: hubo muestras de enojo por su expansionismo fiscal

Massa, bajo la mirada crítica del FMI: hubo muestras de enojo por su expansionismo fiscal y ninguna señal de arrepentimiento por la devaluación

Hasta hace pocas semanas, los economistas compartían la percepción de que otra devaluación como la de agosto era improbable, porque el FMI no tendría más remedio que aceptar su error de cálculo sobre la velocidad a la que se produciría el contagio de la devaluación a los precios. Tras el IPC de 12,4% de agosto, los economistas comparaban esta velocidad récord del "pass through" con lo ocurrido en otros momentos históricos. Por caso, en 2014, en los tiempos en que Axel Kicillof era ministro de economía, se tardó 11 meses de diluir por completo la ganancia de competitividad.

Peor aun, ni siquiera se produjo el efecto para el que supuestamente se realizó la devaluación, el de un aumento en la liquidación de la exportación agrícola, al punto que hubo que implementar un programa incentivo adicional para los productores sojeros. "Una devaluación sin plan, sin comunicación, donde el pasaje a precios (que lamentablemente fue digno de ser mencionado en futuros libros de economía tanto por su velocidad como identidad), no produjo beneficio alguno, sino que trajo consigo una merma en liquidaciones abrumadora", sostuvo Salvador Vitelli, analista de Romano Group.

Dólar: un último trimestre con tensiones

En tanto, Jorge Vasconcelos, economista jefe de la Fundación Mediterránea, advirtió que aunque el Banco Central pudo volver a comprar divisas desde el lunes 14 de agosto, ese ingreso queda prácticamente anulado por la necesidad de intervenciones vendedores en el mercado del dólar MEP.

De hecho, en las últimas jornadas se redujo su compra al nivel de u$s2 millones diarios. Massa busca estirar la racha compradora del BCRA mediante nuevos dólares sectoriales, como el "Vaca Muerta" y el "minero" que mantendrán la misma operatoria del "dólar soja" en su cuarta versión. Es decir, permite que un 25% de lo exportado se liquide fuera del sistema.

Pero las señales que da el mercado son de escepticismo. Un reporte de Ecolatina recuerda que en los últimos diez años, sólo en tres oportunidades el Central logró un saldo positivo en el último trimestre, y que el impacto de la sequía "le pone un techo muy bajo a las liquidaciones del agro para lo que resta del año".

En otras palabras, que el momento de mayor tensión política coincidirá con el de menor oferta de divisas. Y el FMI no parece dispuesto a seguir haciendo desembolsos -hay un compromiso pendiente de pago por u$s2.000 millones en noviembre- al constatar que no hubo una mejora real en las reservas netas y que la situación fiscal empeoró. Desde el punto de vista del organismo, no parece la situación ideal para la vuelta del gradualismo cambiario.