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Se desató la batalla por echarse la culpa por la crisis del dólar: ¿Milei le hizo un favor involuntario a Massa?

Es la pregunta que, a esta altura, se hacen todos analistas políticos: ¿quién sale ganando y quién sale perdiendo, desde el punto de vista político, con la crisis cambiaria y la amenaza de corrida bancaria? Y los primeros indicios están apuntando a que, contra todos los pronósticos, Sergio Massa podría ser el primer beneficiado.

Por lo pronto, las declaraciones de Javier Milei -en las que recomienda no invertir en activos en pesos, que "no valen ni excremento"- le dieron pie para desplegar una de las tácticas preferidas del kirchnerismo: la teoría conspirativa.

Bajo esa óptica, la suba del dólar paralelo y la salida masiva de depósitos -dos fenómenos que habían comenzado desde mucho antes de que hablara Milei- pasan a tener culpables concretos a los que señalar, porque corre el foco de la discusión, que ya no se centra en la política fiscal y monetaria que son responsabilidad del ministro, sino en el peligro de las "profecías autocumplidas" del candidato libertario.

Y la respuesta de Milei en su conferencia de prensa deja en evidencia cuál es la batalla en este momento de la campaña electoral: cuando el temor a una hiperinflación vuelve a instalarse en la población, todos tratan de culpar al rival como causante de la crisis.

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Así, desde la óptica de Massa, el repudio a la moneda nacional es una consecuencia de que Milei ya avisó que desaparecerá el peso. Mientras que para el candidato libertario, la suba del dólar y el nerviosismo de los ahorristas sólo se pueden achacar a la expansión fiscal decidida desde el Gobierno.

Y en Juntos por el Cambio, nuevamente, se da una situación incómoda: tienen que encontrar la forma de rebatir los argumentos de los otros dos contendientes. Por eso, la declaración de Patricia Bullrich y Carlos Melconian acusó por irresponsabilidad a Milei pero aclaró que Massa se comportaba como "un pirómano" al inyectar pesos con sus medidas pro-consumo.

Javier Milei en su conferencia de prensa: lejos de retractarse, endureció su pronóstico sobre el colapso del peso
Javier Milei en su conferencia de prensa: lejos de retractarse, endureció su pronóstico sobre el colapso del peso

Javier Milei en su conferencia de prensa: lejos de retractarse, endureció su pronóstico sobre el colapso de la moneda nacional

La convicción en los bunker de campaña es que quien logre imponer su punto de vista es la cuestión de quién es culpable de una eventual hiperinflación estará más cerca de la victoria electoral.

Y, aunque todavía no puede saberse quién ganará esa batalla comunicacional, lo cierto es que muchos creen que la verborragia de Milei terminó por hacerle un favor a Massa, porque corrió el eje del debate en un momento en que la inflación está consolidada en dos dígitos mensuales.

El encanto de la teoría conspirativa

De la misma manera que había ocurrido tantas veces en la gestión de Cristina Kirchner -que siempre acusaba a las devaluaciones como conspiraciones armadas con la finalidad política de desestabilizar su gobierno- ahora Massa se puso en el rol de acusador.

Eso le permitió varias acciones que acaso no habrían sido posibles en otras circunstancias, como los aparatosos operativos policiales en el centro y en barrios como Belgrano, donde se detuvieron "arbolitos" y "punteros de las cuevas" que llevaban dólares ocultos bajo la campera. El primer objetivo estaba logrado: la atención mediática, por la viralización de las imágenes de los detenidos con los fajos de billetes, y la policía contando en plena calle los dólares, una tarea que llevó cinco horas por la rotura de la máquina contadora.

El segundo objetivo también se logró plenamente: el alineamiento total de Unión por la Patria con Massa, que había prometido "mandar en cana a los especuladores aunque me cueste la elección". Más bien, quedó la sensación de que esa faz policíaca para combatir la suba del dólar afianzaría su base de apoyo político. Todos los editorialistas de los medios cercanos al kirchnerismo -incluyendo a los que se mostraban fríos con la figura de Massa- adhirieron con entusiasmo a la tesis conspirativa y al pedido de sanciones.

Nada nuevo, por cierto. Ya había ocurrido innumerables veces -operativos de ese estilo se habían hecho costumbre en los momentos más tensos de la economía kirchnerista- y siempre con atención mediática asegurada pero con modestos resultados desde el punto de vista financiero.

Pero para sacar el máximo rédito político de la tesis conspirativa en una campaña electoral no alcanza con ver a dos ciudadanos chinos detenidos por portar dólares. Se necesitaba ir más arriba y apuntar también a los presuntos ideólogos de la intentona desestabilizadora. Así lo venían reclamando asociaciones como el Foro Economía y Trabajo, conducida por el economista Roberto Feletti, que reclamó la aplicación de la ley de Emergencia Pública para Milei.

También la cúpula de la CGT, más directa, reclamó: "hay que meterlo en cana".

Con los operativos contra los operadores del dólar blue, Sergio Massa cambió el foco de la discusión y fortaleció la tesis de la conspiración
Con los operativos contra los operadores del dólar blue, Sergio Massa cambió el foco de la discusión y fortaleció la tesis de la conspiración

Con los operativos contra los operadores del dólar blue, Sergio Massa cambió el foco de la discusión y fortaleció la tesis de la conspiración financiera

Por otra parte, desde los medios afines al Gobierno se venía apuntando desde hacía días contra Ramiro Marra, el candidato a jefe de gobierno de la Ciudad por el partido de Milei. Marra tiene una firma financiera, en la cual viene alertando a sus clientes sobre la posibilidad de un período de hiperinflación de un mes y medio si Milei llega a la presidencia. Y también se lo acusa de ser uno de los promotores de la escapada del blue. La "prueba" en ese sentido es que desde su página de internet, el pasado martes en horas de la mañana ya se informaba que el dólar superaría los $1.000, cuando todavía no había abierto el mercado.

Fue así que se llegó al punto máximo de la estrategia "anti-conspiración", con la denuncia hecha por el propio presidente Alberto Fernández, que salió de su ostracismo para mostrar un alineamiento con el resto de la coalición en la recta final de la campaña.

El viraje de Massa, de acusado a acusador

El blue es un mercado que en situaciones "normales" puede mover alrededor de u$s3 millones diarios, y que en momentos como el actual puede llegar a u$s10 millones. Es decir, una cifra que equivale a la veinteava parte de los dólares que el Banco Central tuvo que inyectar en el mercado la jornada del martes para calmar el apetito dolarizador de los grandes inversores.

A lo largo de la historia del cepo cambiario, los funcionarios han alternado sus maneras de abordar el problema del blue. Por momentos, la estrategia fue menospreciarlo por su pequeñez y falta de representatividad -era la actitud preferida de Axel Kicillof- pero en otros momentos, aceptando que era importante como referencia, se apeló a que "manos amigas" abastecieran a ese mercado para bajar la cotización -esa era la actitud de Guillermo Moreno-. Y también, cuando la brecha aumentaba demasiado, se recurría a la represión con ostentosos allanamientos en la city.

Massa siempre ha dado muestras de tomarse en serio al blue. De hecho, su llegada al ministerio ocurrió cuando, durante la breve gestión de Silvina Batakis, la brecha con el tipo de cambio oficial llegó a 150%. Y demostró que el tema le parecía importante en abril pasado, cuando ante una corrida echó mano a las reservas del Banco Central para intervenir en el mercado cambiario -una infracción a las normas del FMI, que le valió al ministro el elogio de Cristina Kirchner-.

Haciendo gala de su reconocido pragmatismo, Massa acudió a todas las armas a su alcance para descomprimir el frente cambiario: dólares sectoriales para quienes pudieran aportar divisas, venta de bonos dolarizados en poder de otras dependencias estatales, nuevos cepos y regulaciones para controlar al dólar MEP y al "contado con liqui", y la lista continúa.

Y cuando las cosas salieron mal, Massa recurrió a su también reconocida picardía política. Tras la saga de medidas que tuvieron un costo fiscal de casi un punto y medio del PBI, encontró la forma de pasar de acusado a acusador: en el debate presidencial le reprochó a la oposición no haber recortado subsidios de la "separata" del presupuesto, cuyo volumen total equivale a 4,5% del PBI.

Cuando se produjo la devaluación del lunes post PASO, el culpable elegido fue el FMI. Pero Massa no hizo esa mención el primer día, sino que recién la planteó cuando se hizo evidente que el contagio a los precios estaba ocurriendo mucho más rápido de lo previsto, y que el IPC de agosto duplicaría la del mes anterior.

Ahora, Milei le dio otra oportunidad inmejorable: Massa lo acusa de fomentar una corrida bancaria. pero lo cierto es que la caída de los plazos fijos viene ocurriendo desde hace meses. El último informe monetario del BCRA reconoce que en septiembre se produjo, medida a precios constantes, una contracción de 7%, y que se acumulan ya 14 meses consecutivos de contracción en el segmento de las colocaciones indexadas por CER.

En plena crisis cambiaria, Massa encontró en las declaraciones de Milei una oportunidad de transformar la crisis en una posibilidad de mejorar su posición en las encuestas
En plena crisis cambiaria, Massa encontró en las declaraciones de Milei una oportunidad de transformar la crisis en una posibilidad de mejorar su posición en las encuestas

En plena crisis cambiaria, Massa encontró en las declaraciones de Milei una oportunidad de mejorar su posición en las encuestas

Medido en pesos constantes -es decir, depurado el efecto inflacionario- los plazos fijos están en su nivel más bajo del año, con $13,2 billones. Pero lo preocupante es el ritmo de caída. Cuando se pone la lupa solamente sobre los pequeños ahorristas, el desplome de los plazos fijos llega al 13% real en apenas un mes.

Estas cifras, aun siendo el reflejo de una salida fuerte de depósitos, ya son una "foto vieja", porque no llegan a cubrir la semana en la que el dólar blue pasó de $800 a $1.010. Dicho en otras palabras, una suba de 26% en apenas diez días y de 46% en un mes, lo cual hace que la colocación a plazo fijo, medida en dólares, haya sufrido una grave pérdida real de 13%.

Pero Massa encontró la forma de desviar la culpa. Contó para ello con la ayuda de las agremiaciones bancarias, que -en un comunicado con un mensaje tácito para Milei- llamaron a que los candidatos mantuvieran responsabilidad en sus declaraciones, para no infundir temor en un momento sensible.

La historia se repite

En su nueva estrategia, Massa cuenta también con el argumento histórico, aunque, paradójicamente, quienes hayan alentado corridas en momentos de transición gubernamental hayan sido peronistas.

En 1988, el entonces diputado Domingo Cavallo le recomendó al FMI no renovar los aportes monetarios al gobierno, lo cual agravó la situación financiera. Y el año siguiente, ya con Carlos Menem electo presidente, el economista Guido Di Tella anunció que el plan era ir a "un dólar recontra alto", lo cual significó un deterioro de las expectativas que llevó a la hiperinflación.

Este gobierno ya tiene antecedentes de haber culpado a la oposición por presuntas situaciones similares. A comienzos de año, cuando Juntos por el Cambio emitió un comunicado diciendo que se estaba generando una "bomba financiera", Massa acusó a la oposición de estar avisando entrelíneas que no honrarían la deuda en pesos.

Luego, el representante argentino ante el FMI, Sergio Chodos, denunció que un grupo de economistas que habían formado parte de la gestión macrista habían pedido al organismo que cortara la asistencia a Argentina hasta que cambiara el gobierno.

Ahora, la historia se repite: otra vez el debate político se centra en ver quién tiene la mayor habilidad para convencer a la población de que la culpa la tiene el otro.