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El fundador de una criptoplataforma sale en defensa de las finanzas descentralizadas

Las finanzas descentralizadas, o “DeFi”, por su sigla en inglés, es un movimiento incipiente que se basa en la tecnología de las criptomonedas
Las finanzas descentralizadas, o “DeFi”, por su sigla en inglés, es un movimiento incipiente que se basa en la tecnología de las criptomonedas - Créditos: @Freepik

Por Hayden Adams*

* Fundador y CEO de Uniswap, una plataforma de intercambio descentralizada

La desaparición de FTX, la plataforma de intercambio de criptomonedas manejada por Sam Bankman-Fried, es aterradora, pero es una historia más vieja que el mundo: la opacidad de los procesos y la intermediación en realidad ocultaban un apalancamiento extremo, un pésimo manejo del riesgo y un supuesto fraude. Tras el colapso de FTX, la revista The Economist se preguntaba recientemente si las criptomonedas sigan para algo más que para especular y robarle a la gente. Las finanzas descentralizadas, o “DeFi”, por su sigla en inglés, es un movimiento incipiente que se basa en la tecnología de las criptomonedas, pero que ofrece protocolos transparentes que también garantizan protecciones inviolables para los usuarios.

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En contraposición con las “DeFi”, las criptoplataformas centralizadas que toman en custodia los activos de los usuarios, como FTX, son conocidas como “CeFi”. Las CeFi y las instituciones financieras tradicionales, como los bancos, tienden a acumular riesgo, porque sus balances no son los suficientemente transparentes para los inversores y organismos reguladores, y porque sus intereses por lo general no coinciden con los de sus clientes. Los modelos de compensaciones para empleados que fogonean el riesgo, por ejemplo, pueden hacer que otras partes interesadas se vayan a la banquina si las cosas salen mal. La caída de FTX no es la única baja entre las empresas de criptomonedas en los últimos meses. Las principales prestamistas de activos digitales, incluidas BlockFi, Celsius y Voyager, también corrieron el mismo destino. Las cadenas de bloques públicas permitieron que los usuarios fuesen testigos, en tiempo real, del retiro de activos por US$6000 millones desde una billetera propiedad de FTX. Pero como FTX es una empresa CeFi, lo que no podía verse era cuánto se les debía a los clientes y a dónde iban a parar esos fondos retirados. Cuando hablamos de organismos financieros tradicionales, hay que recordar que se tardaron meses para desenredar los flujos entre la inversora Archegos Capital, que colapsó en 2021, y sus contrapartes. Y otro buen ejemplo es el banco Lehman Brothers, que se declaró en bancarrota en 2008 y más de una década después todavía no han terminado de desenmarañar.

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Pero en las finanzas descentralizadas, o DeFi, los datos y los análisis son gratuitos y de acceso público, y los balances que respaldan los préstamos o los intercambios son transparentes. Cualquiera que tenga conexión a Internet puede rastrear los activos y pasivos de un protocolo por segundo. Instituciones como JPMorgan, Goldman Sachs y el Banco Europeo de Inversiones están experimentando con emisiones de bonos en cadena, con los que esperan reducir “los riesgos operativos, de liquidación y de liquidez, en comparación con el tipo de emisiones actuales”.

El modelo de “autocustodia” de las DeFi les brinda a los usuarios nuevos niveles de control y gestión de riesgos. Cuando un individuo o institución “custodia” sus activos digitales a través de una billetera criptográfica, puede elegir su propio modelo de seguridad, manteniendo sus claves en secreto o compartiéndolas con un proveedor de seguridad como Coinbase o Fireblocks. Estas billeteras de autocustodia acceden directamente a los protocolos de negociación y préstamo, en vez de requerir que los activos del cliente queden asentados en el balance de un intermediario financiero.

En las finanzas descentralizadas, o DeFi, los datos y los análisis son gratuitos y de acceso público
En las finanzas descentralizadas, o DeFi, los datos y los análisis son gratuitos y de acceso público

Si bien considero que las DeFi y la autocustodia son mejores modelos, todavía son incipientes. En mi empresa Uniswap, el protocolo que facilita el intercambio entre diferentes criptomonedas tiene apenas cuatro años de funcionamiento. Al igual que Internet en la época del acceso telefónico, nuestro protocolo todavía es lento y a veces difícil de manejar para los nuevos usuarios. Hay que trabajar para mejorar esos protocolos, especialmente en lo que respecta a la velocidad de las transacciones, la gestión de las cuentas, la evaluación de la experiencia de los usuarios y otros servicios de ayuda. Esos esfuerzos van actualmente por buen camino, pero tal como pasó con internet, tardarán un tiempo en rendir frutos. También es importante tener en cuenta que no todos los proyectos que se autodenominan “DeFi” son legítimos: como suele ocurrir en toda nueva industria, siempre hay estafadores, oportunistas y aprovechadores.

Los últimos 12 meses fueron una prueba de fuego para los protocolos DeFi, y demostraron ser resistentes. En ese lapso, Aave y Compound, los principales mercados monetarios basados en la DeFi, procesaron más de US$47.000 millones en préstamos y US$890 millones en liquidaciones, con relativamente poca deuda incobrable. Y todo eso en un clima de extrema volatilidad. Cuando los usuarios ofrecen garantías y toman prestados activos en Aave y Compound, no hay agentes intermediarios de compensación. Los contratos inteligentes de ambas empresas están diseñados para restringir los pasivos de modo tal que no superen los activos que los respaldan, una restricción que FTX supuestamente habría violado. De hecho, el fondo de cobertura asociado a FTX y que está en el epicentro de este asunto, Alameda Research, pagó sus deudas con los mercados monetarios del DeFi antes que sus contrapartes CeFi, porque con códigos de contrato inteligente no se pueden negociar llamadas de margen (margin calls).

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Las “finanzas descentralizadas” desacoplan los procesos financieros en diversos protocolos aislados y basados en contratos inteligentes. Eso restringe cualquier riesgo de interdependencia. Con el tiempo, también las finanzas centralizadas y las tradicionales se beneficiarían de desacople similar. En las CeFi habría que separar la custodia de los activos de las funciones de intercambio, y también el apalancamiento/préstamo de los intercambios. En ese sentido, cabe destacar los avances de Coinbase, principal plataforma de intercambio de CeFi, que a través del protocolo Compound les brinda a los usuarios la posibilidad de acceder a cuentas que pagan intereses. En los bancos y otras organizaciones financieras tradicionales, las regulaciones actuales aseguran que los corredores estén separados de las funciones de intercambio y de custodia. Idealmente, los corredores de bolsa también deberían desacoplar los servicios de gestión de activos de los clientes: en 2011, la integración de estas funciones provocó la caída de MF Global, un importante corredor de derivados financieros.

Internet generó un mundo más interconectado, acelerando el viejo problema de la codicia y la explotación por parte de quienes están en situación de poder. Las leyes son diferentes en cada país y el arsenal de los reguladores tiene pocas armas para proteger a los consumidores. FTX operaba desde las Bahamas, pero las consecuencias de su implosión han afectado a personas de todo el mundo. Un reforma estructural de las CeFi y de las instituciones tradicionales puede ayudar, pero el riesgo es algo intrínseco a cualquier intermediación. Las DeFi aún tienen mucho margen para mejorar, pero con sus protocolos de transparencia y autocustodia ya han comenzado a demostrar la utilidad de las nuevas formas de protección del consumidor en un mundo digital.

(Traducción de Jaime Arrambide)