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Juan Verde: “El mundo está demandando sostenibilidad”

Juan Verde estuvo en Córdoba en la IX Jornada de Infraestructura.
Juan Verde estuvo en Córdoba en la IX Jornada de Infraestructura.

CORDOBA.- “Será el mercado el que determine la dirección de las formas de producción, no la velocidad. Una encuesta hecha en 39 países de los cinco continentes muestra que 72% de los consumidores elegirían productos y servicios responsables. Hay una oportunidad para producir y para exportar. El mundo está demandando sostenibilidad”, dice a LA NACION Juan Verde, exsubsecretario Adjunto para Europa y Eurasia en el Departamento de Comercio de los Estados Unidos en la presidencia de Barack Obama.

Verde estuvo en Córdoba, donde participó de la IX Jornada de Infraestructura organizada por la Cámara de la Construcción delegación Córdoba. El presidente de la Fundación Advanced Leadership trabajó con algunos de los dirigentes políticos más importantes de Estados Unidos, como los expresidentes Barack Obama y Bill Clinton; la ex Secretaria de Estado Hillary Clinton; el exvicepresidente Al Gore y el exsecretario de Estado John Kerry. También con los gobiernos de Lituania y de Gibraltar y con numerosas ciudades de Latinoamérica, además de colaborar con instituciones como el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Mundial y la Universidad de Harvard y asesora a grandes empresas.

El experto descree que la guerra entre Rusia y Ucrania vaya a impactar fuerte en el camino de las energías renovables: “Al comienzo hubo muchas críticas y hubo quienes propusieron ese argumento planteando que la prioridad era la seguridad energética, que estaba en riesgo por la alta dependencia de Rusia que tiene la zona. Pero hay que entender que no hay seguridad sin transición”. En esa línea subraya que la Argentina tiene todo para ser una “potencia” en renovables.

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También rechaza que la Unión Europea use la exigencia de sostenibilidad como barrera para arancelaria. “No tiene por qué ser así y no tiene por qué ser una excusa para que los productores y el país no se suban al carro de la sostenibilidad”, señala.

Está convencido de que se puede producir de manera sostenible y a mejores costos, para lo que enfatiza que se requiere del “espíritu emprendedor y la creatividad”. A los gobiernos les asigna el rol no solo de regular, sino de penalizar e incentivar. “Lo verde es lo sustentable; es lo correcto, lo bueno, lo ético para nosotros, la familia, la naturaleza, sino sobre todo y ante todo, porque tiene sentido desde un punto de vista económico”, insiste.

-¿Será el mercado el que terminará definiendo las formas de producción con su demandas?

-Sí y no. Será el mercado el que al final determine la dirección de los modelos de producción, no la velocidad. La demanda dice una y otra vez que quieren esos cambios. Una encuesta en 39 países de los cinco continentes marcó que el 72% de los consultados dijo que elegirían las empresas que ofrezcan más productos y más servicios responsables. Las compañías buscan lograrlo con aplicación de tecnología, con más eficiencia. Además, el 92% respondió que, a igualdad de condiciones y de precios, prefiere consumir lo más responsable con el medio ambiente. El mercado dice que tenemos que cambiar la manera de producir, pero las compañías tienen, muchas veces, un conflicto para ofrecerlo. Entonces, los Estados deben avanzar con regulación, con penalizaciones y con incentivos. El que contamina paga más.

-¿Funciona mejor el incentivo que la penalización?

-Total y absolutamente sí. Los incentivos pueden ser de mercado y también de los Estados, a través de esquemas especiales. Eso para los que están haciendo bien las cosas; para los que no, deben ayudarlos. No dejarlos a la deriva.

-¿Se hace lo suficiente en esa línea en Latinoamérica en general y en la Argentina en particular?

-Absolutamente no. La Argentina está a años luz de donde debería. Hay ciertos países que lideran estos procesos; la mayoría en Europa y, sorprendentemente, le sigue Estados Unidos bajo esta presidencia. En Europa se están creando todo tipo de mecanismos para incentivar la producción sustentable. Se avanza en una legislación en la ya no se puede hacer green washing. El que lo dice debe explicar por qué lo dice; todas las compañías deben hacer un reporte de la sostenibilidad, deben cumplir estándares comunes y parámetros legales. Todos deben medirse de la misma manera y no solo hablar de que se es “verde”. También se está implantando un mercado de bonos verdes con el que financia programas. La eurozona está muy avanzada en este tipo de mecanismos. En Latinoamérica se comienza a hacer porque los fondos comunes de inversión, los bancos y las entidades multilaterales no van a financiar más lo que no avance hacia la sustentabilidad. Los consumidores y los votantes lo están exigiendo.

Verde plantea que el mercado ya dirige las formas de producción, no la velocidad.
Verde plantea que el mercado ya dirige las formas de producción, no la velocidad.

-En la Argentina hay temor de que Europa use la exigencia de sostenibilidad como barrera para arancelaria, ¿cree que puede ser así?

-No tiene por qué ser así y no tiene por qué ser una excusa para que los productores y el país no se suban al carro de la sostenibilidad. Por la misma regla de tres sería injusto que a una empresa de Alemania o de España se le exija un parámetro y no al resto. La sustentabilidad es un incentivo para ser mejores, para hacer más con menos, para ser más competitivos. Es una oportunidad.

-Con la guerra entre Rusia y Ucrania hay especialistas que opinan que habrá un retraso en las exigencias de sustentabilidad energética ¿Comparte esa idea?

-Al principio de la guerra hubo muchas críticas y hubo quienes propusieron ese argumento planteando que la prioridad era la seguridad energética, que estaba en riesgo por la alta dependencia de Rusia que tiene la zona. Pero hay que entender que no hay seguridad sin transición. Dejar de comprarle a Rusia para comprarle a Irán, o pasar de Irán a Venezuela y los de los venezolanos a Arabia Saudita no hace más que correr la dependencia, siempre se está en una situación de vulnerabilidad. Lo que está pasando debe ser usado para apretar el acelerador y usar el sol, el viento, las mareas, la geotermia, la biomasa y los biocombustibles. Puede que el proceso se esté frenando un poquito, pero es equivalente a hacer un paso atrás para tomar impulso.

-¿Tiene un rol la Argentina en ese contexto?

- La Argentina hace mucho que está muy bien posicionada para las energías renovables; podría ser una verdadera potencia mundial de energías renovables.

-Los países productores de commodities suelen ser, a la vez, pobres y desiguales. ¿Qué deberían hacer para avanzar hacia su idea de que la “abundancia es posible”?

-No creo que haya que elegir entre seguridad alimentaria y sustentabilidad. Van de la mano. Las fuerzas del mercado lo están demandando. Por ejemplo, en Estados Unidos el segmento de mayor crecimiento en el consumo de alimentos es el de orgánicos, naturales. Existe, entonces, una gran oportunidad para vender y, también, para la reubicación de la cadena de suministros. Estados Unidos no puede depender de China; el 30% de los fertilizantes que usa vienen de China y si se corta la provisión no se puede plantar ni cultivar. Entonces, hay que ir a Centroamérica, a Sudamérica, a la Argentina a comprar. La diversificación de la cadena de suministros, a la vez, contribuye al desarrollo, a la sostenibilidad. Hay beneficios adicionales como el menor costo de la logística, la menor contaminación. Puede que se pague algo más, pero lo que se pierde por un lado se gana por el otro. Todos ganan.

- ¿Entiende que los países más ricos están colaborando con los más pobres y con los más rezagados en la carrera de la sostenibilidad?

-Sí colaboran, pero no lo suficiente. El acuerdo de París en su artículo 6 establece que se pueden hacer acuerdos voluntarios para cooperar en mitigar el cambio climático. Entonces, por ejemplo, Alemania en vez de gastar 10 euros en su territorio, puede invertir uno en la Argentina; transfiere el dinero, mitiga y hace una reducción. Claro que no pueden contabilizar la reducción los dos sino uno, pero si transfieres la inversión, contribuyes al desarrollo. Se puede hacer con proyectos de biocombustibles, reforestación, de todo tipo. Permite una transferencia de tecnología y de dinero.