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Le pagan por no hacer absolutamente nada y ha montado un negocio con 30.000 clientes

En una cultura plagada de expectativas sociales donde cada paso puede juzgarse con dureza, Shoji es una suerte de amortiguador (Foto: Getty Images)
En una cultura plagada de expectativas sociales donde cada paso puede juzgarse con dureza, Shoji es una suerte de amortiguador (Foto: Getty Images) (Compassionate Eye Foundation/Steven Errico via Getty Images)

Ser “holgazán” puede convertirse en un lucrativo negocio en algunos países altamente industrializados. No tiene mucho que ver con los logros, la formación académica o talentos personales; el deseo de “no hacer nada” es suficiente para monetizar un estilo de vida que muchos considerarían cuestionable y hasta antinatural.

Pero así es Shoji Mormoto, un joven de 38 años, casado y con hijos, que, además de tener un título de posgrado en Física, ha incursionado en la música y ostenta un currículo profesional bastante impecable bajo los estrictos estándares de la cultura japonesa.

Shoji no solo decidió capitalizar su “habilidad” de no hacer nada, sino que creó su propio nicho de mercado, se volvió viral y acumuló más de 30.000 clientes, en un negocio que llegó a inspirar libros y un programa de televisión, y proporcionó un estatus de comodidad a su familia.

Su objetivo es ser auténtico consigo mismo: una persona que prefiere dar el paso atrás y dejar que otros tomen la iniciativa. Así que comenzó a alquilar su tiempo exactamente para eso.

En 2018, después de la universidad y pasar de un trabajo desalentador a otro, finalmente decidió abrir una cuenta de Twitter bajo el nombre “Do Nothing Rent-a-Man” (Renta de hombre que no hace nada) y comenzó a ofrecer su compañía -y nada más- al mundo.

No hago ningún esfuerzo especial

Los clientes usan sus servicios para cualquier cosa, desde ser un acompañante en la cena hasta convertirse en un “tipo de apoyo emocional” para alguien que solicita el divorcio. Y es bastante alta la demanda.

“Me presto a no hacer nada, lo que significa que no hago ningún esfuerzo especial”, dijo en enero a CBS News. Shoji programa hasta tres citas casi todos los días. “No inicio ninguna conversación. Solo respondo a la cháchara, pero eso es todo”.

Simplemente, se sienta en silencio, y responde brevemente si se le habla. En una cultura plagada de expectativas sociales donde cada paso puede juzgarse con dureza, Shoji es una suerte de amortiguador. Suele proporcionar más seguridad para clientas solitarias -la mayoría son mujeres- o cualquiera que esté pasando por un momento difícil. Podría decirse que se trata de una conexión humana sin obligaciones, con más comodidad y libertad.

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“Las mujeres japonesas tienden a preocuparse por lo que piensan los demás y por no ser una carga para los demás” (Foto: Getty Images) (SunnyVMD via Getty Images)

Shoji ha rechazado solicitudes para limpiar casas, lavar la ropa, hacer chistes o posar desnudo. Pero una vez se paró en el frío para ser la audiencia de un músico callejero, acompañó a una persona con fobia social en salidas a tiendas y restaurantes, e incluso compartió pastel con un cumpleañero solitario.

“Algunas personas se sienten solas. Algunas sienten que es una pena ir a algún lugar (interesante) solas; quieren a alguien con quien compartir sus impresiones”, explicó.

Una de sus clientas habituales dijo que el “Sr. Rental”, como le llaman, le ofreció un espacio seguro, sin juicios, sin ataduras y sin hablar.

“Las mujeres japonesas tienden a preocuparse por lo que piensan los demás y por no ser una carga para los demás”, contó a CBS. “Es agotador. Así que liberarse de esta obsesión es valioso”.

Aunque el concepto de acompañante no es nada nuevo en Japón, Shoji fue quizás el primero en considerar una gama más amplia de tareas por nada más que el costo del viaje y, si es necesario, las comidas.

“La gente que me critica dice: '¡Consíguete un trabajo!'”, dijo. “Pero no siento la necesidad de responderle a nadie. Tienen derecho a sus opiniones”.

A Shoji no le gusta que se refieran a su negocio como “un trabajo real”. Nada es más divertido, dice, que no hacer nada.

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