Los líderes de Davos dan lecciones sobre el clima, pero primero deberían dar ejemplo

Un año más, la ciudad suiza de Davos vuelve a reunir a los principales líderes políticos y empresariales en el Foro Económico Mundial. Una oportunidad para debatir sobre los grandes desafíos que afronta el planeta y sus posibles soluciones.

Este evento, tradicionalmente exclusivo, reúne en este 2024 a más de 60 jefes de Estado y de Gobierno y a más de 800 de los CEO más destacados a nivel global. Aunque también va a estar marcado por las ausencias: ni Biden, ni Xi Jinping, ni Putin van a acudir.

La agenda de esta edición viene cargada, en un año marcado por las elecciones en el mundo, ya que más de la mitad del planeta acudirá a las urnas en 2024, entre ellos países como Estados Unidos, México o la India. Pero además, nunca falta en la lista de temas el cambio climático.

Mientras que los líderes políticos, empresariales, culturales y sociales se reúnen para tratar sobre el equilibrio entre el crecimiento económico y la sostenibilidad, Davos se convierte precisamente en estos días en uno de los lugares menos sostenibles del planeta. Todo gracias a lo que hacen de estos supuestos referentes que, en lugar de dar ejemplo al conjunto de la sociedad, muestran su enorme hipocresía.

No hay más que mirar ediciones anteriores para comprobar que al mismo tiempo que los políticos y los empresarios hablan sobre la importancia de reducir la huella de carbono, están aumentando exponencialmente la suya. Porque muchos de ellos utilizan sus aviones privados para acudir a este foro, dejando de lado alternativas similares mucho más respetuosas con el planeta.

Un ejemplo claro es lo que ocurrió en 2022 y ha revelado Greenpeace. En esa edición, cuyos datos son extrapolables a todas las demás, uno de cada diez asistentes recurrieron a un jet privado para asistir al evento. Y las consecuencias de esta decisión fueron más que visibles. En total, fueron 1.040 aeronaves de este tipo que liberaron cuatro veces el promedio semanal de emisiones de CO2 de esta región suiza.

Pese a que las comunicaciones en tren y automóvil son bastante cómodas en Suiza, el uso de los aviones privados fue el equivalente a 350.000 automóviles en ese mismo periodo. Y además, más de la mitad (un 53%) fueron viajes de corta distancia, es decir, inferiores a 750 kilómetros.

El vuelo más corto registrado fue de solo 21 kilómetros, lo que significa que alguien prefirió usar un avión privado y multiplicar las emisiones a la atmósfera con tal de no recurrir a un trayecto en un vehículo de apenas un cuarto de hora.

Europa no da la talla

El análisis muestra que los países con un mayor número de llegadas y salidas desde los aeropuertos cercanos a Davos fueron Alemania, Francia e Italia. Se da la circunstancia de que estas tres naciones tienen frontera directa con Suiza, por lo que el uso del jet privado está completamente injustificado.

Curiosamente, Francia ha prohibido en 2023 los vuelos cortos nacionales siempre que haya una alternativa rápida en tren. Más allá de que en los vuelos comerciales se reparte la huella de carbono entre decenas de pasajeros y en los vuelos privados es entre unas pocas personas o incluso solo una, la realidad es que esta política muestra claramente que siempre son los mismos los que pagan las consecuencias.

Lógicamente, el uso del tren en lugar del avión, siempre que sea posible, es una decisión más sostenible para el planeta, pero deberían ser los líderes mundiales los que empezaran dando ejemplo.

Y el problema con Davos no es solo el transporte, sino también la alimentación. Tal y como señala CNN, los filetes en este foro valen 150 dólares la pieza. Más allá del precio abusivo, de acuerdo a Naciones Unidas, son necesarios 7.000 litros de agua para producir un filete de ternera, siendo uno de los productos menos sostenibles que existen. Una vez más, el Foro Económico Mundial tenía una oportunidad de oro de convertirse en referente, apostando por otros productos con menos impacto hídrico. No es el caso.

Así pues, mientras que los líderes globales se llenan la boca hablando de lo que deberían hacer las sociedades para luchar contra el cambio climático, estas pueden contemplar un foro lleno de excesos y de desmesura en todos los ámbitos. Unas contradicciones que puede ver cualquiera y que lo único que consiguen es forzar aún más los recursos del planeta.

Davos se presenta un año más como el ejemplo perfecto de lo que no se debería hacer. El cambio climático puede esperar para los ricos.

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