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¿La clave de nuestro futuro energético alternativo es una presa en la zona rural de Portugal?

La presa Alto Támega en construcción en el río Támega, cerca de Ribeira de Pena, Portugal, en agosto de 2022. (Matilde Viegas/The New York Times)
La presa Alto Támega en construcción en el río Támega, cerca de Ribeira de Pena, Portugal, en agosto de 2022. (Matilde Viegas/The New York Times)

RIBEIRA DE PENA, Portugal — Cuando el sistema eléctrico de Portugal necesita un impulso, una señal activa una planta eléctrica enterrada en lo más profundo de una ladera cubierta de maleza y pinos que está al norte del país. Al interior de la caverna hecha por humanos, unas válvulas de 3 metros de diámetro se abren de repente y permiten que el agua de un embalse ubicado a 6 kilómetros empiece a fluir a través de cuatro turbinas enormes.

De cerca, las turbinas hacen un escándalo ensordecedor. A toda su potencia, generan tanta electricidad como un reactor nuclear.

Este es el centro de un inmenso proyecto hidroeléctrico que está dándole una nueva forma a un escabroso valle de un río a unos 105 kilómetros al este de Oporto, la segunda ciudad más grande de Portugal después de Lisboa. Además de la planta subterránea, Iberdrola, el gigante español de la energía, construyó tres presas en la zona —dos en el río Támega y una en un arroyo afluente— y los tres embalses resultantes se extienden en casi 10 kilómetros cuadrados.

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“Estas son mis pirámides”, comentó David Rivera Pantoja, director del proyecto, quien ha trabajado en el mismo durante casi 15 años.

Sin embargo, el complejo de concreto, túneles y agua de 1500 millones de euros (1600 millones de dólares) no es solo enorme. También brinda una respuesta a una de las preguntas más problemáticas de las energías renovables.

En todo el mundo se gastan cientos de miles de millones de dólares en energía solar y eólica. No obstante, cuando se pone el sol o se calmen las brisas, ¿de dónde saldrá la electricidad? El gigantesco proyecto de Iberdrola —el cual utiliza el agua y la gravedad para generar energía por demanda y luego bombea el agua de regreso al embalse superior cuando bajan las tarifas— es parte de la solución.

Una compuerta que libera agua en la presa de Daivões, cuya construcción finalizó en 2022, en el río Támega, cerca de Ribeira de Pena, Portugal, en agosto de 2022. (Matilde Viegas/The New York Times)
Una compuerta que libera agua en la presa de Daivões, cuya construcción finalizó en 2022, en el río Támega, cerca de Ribeira de Pena, Portugal, en agosto de 2022. (Matilde Viegas/The New York Times)

El concepto de almacenar energía en forma de agua en la cima de una montaña ha existido desde hace más de un siglo, pero el interés por este menguó en la década de 1990, cuando las plantas que quemaban gas natural se convirtieron en la fuente preferida de energía disponible y redujeron las diferencias de precio entre las horas de mayor y menor demanda.

Sin embargo, ahora, está ocurriendo una especie de renacimiento mundial de la tecnología, conocida como acumulación por bombeo.

En países como Portugal lo que ha cambiado es el rápido crecimiento de fuentes limpias de energía, como los parques eólicos y solares. Aunque estas tecnologías producen energía eléctrica sin emisiones de gases de efecto invernadero, generan un flujo de energía menos estable que una planta eléctrica tradicional alimentada por carbón, gas natural o una reacción nuclear.

El cambio continuo del uso de plantas de combustibles fósiles hacia fuentes de energía renovable está creando una necesidad de otras fuentes de electricidad que ayuden a estrechar las distancias.

“No puede haber solo energía solar y eólica”, opinó Fabian Ronningen, analista de Rystad Energy, una consultoría. “Debe haber algo que equilibre”.

Explotar un embalse y utilizar su agua para que giren turbinas subterráneas les permite a los ingenieros crear energía renovable por demanda. El aumento y la caída del agua contenida sirven de indicadores visibles del proceso que está en curso.

Una instalación como esta en el río Támega de Portugal almacena energía en forma de agua cuando el viento sopla fuerte o en días soleados y luego la deja fluir, lo cual genera electricidad y provoca que disminuya el nivel del agua en el embalse superior, cuando la energía es menos abundante y más cara.

Es como una enorme batería, pero una que produce mucha más electricidad durante más tiempo que las grandes instalaciones de almacenamiento de electricidad utilizadas para propósitos similares. Y, si se invierte el flujo de las turbinas para bombear el agua de regreso al túnel, se puede recargar sin parar.

Según los ejecutivos de Iberdrola, los planes de los gobiernos en Europa y otras partes para aumentar la energía eólica y solar implican una mayor demanda de instalaciones como la del Támega.

Las plantas de acumulación por bombeo también pueden ofrecer, en esencia, un seguro energético para instalar incluso más fuentes de generación de energía limpia, lo cual contribuye al esfuerzo de enfrentar al cambio climático, según los analistas. Por ejemplo, Iberdrola planea instalar un gran parque eólico cerca.

Debido a que las plantas de acumulación por bombeo son tan útiles para mantener funcionando una red eléctrica, están ganando adeptos en muchos países, como China, la India y Australia. Varias propuestas se están materializando en Estados Unidos.

Sin embargo, los proyectos de esta envergadura también acarrean importantes desventajas. En Europa, los altos costos, los largos plazos de ejecución y la oposición de los ambientalistas y residentes locales, que se resisten a las inundaciones de los valles con río, pueden limitar la capacidad para construir instalaciones tan grandes. Además, los desbordamientos de las presas pueden dañar los hábitats ribereños de peces, aves y plantas e inundar restos antiguos.

Además, los mejores sitios ya tienen presas, por eso fue tan inusual que un complejo tan grande como el del Támega se llevara a cabo en un país de Europa occidental. “Fue un proyecto bastante excepcional”, opinó Martin Burdett, editor de noticias para la revista International Journal on Hydropower and Dams. Y las obras de construcción todavía no terminan.

Para garantizar el agua suficiente para la planta, incluso durante las sequías, Iberdrola construyó dos presas en el Támega, separadas por casi 10 kilómetros. Cada una de estas barreras tendrá turbinas para que también puedan producir electricidad e ingresos cuando se libere el agua.

La empresa también ha represado un río pequeño que desemboca en el mayor para crear un tercer embalse en lo alto de una meseta a unos 600 metros sobre el valle. Un túnel de agua de 6 kilómetros de longitud y 7 metros de ancho conecta este lago artificial con las cavernas excavadas bajo tierra donde están instaladas las turbinas y otros equipos.

El túnel es plano a casi todo lo largo, pero, a medida que se acerca a la planta eléctrica, empieza a descender y al final se sumerge verticalmente, lo cual crea una presión de agua tremenda. Si las cuatro turbinas están funcionando, el agua pasa a 160.000 litros por segundo. Arriba, en el embalse, el nivel del agua desciende poco a poco. Una hora de descarga disminuye poco más de medio metro el nivel del embalse superior, que tiene unos 30 metros de profundidad cuando está lleno.

La construcción continúa en la instalación. Una de las presas, la Alto Támega, no estará terminada sino hasta 2024.

Sin embargo, la planta eléctrica subterránea ya está en operaciones. Ahí, un equipo de técnicos trabaja en un mundo subterráneo. Esta instalación empezó a producir electricidad, aunque todavía se están realizando los ajustes finales.

La planta eléctrica está instalada en un enorme espacio cavernoso. A veces hay técnicos con chalecos y cascos amarillos que realizan tareas de mantenimiento, pero no son necesarios todo el tiempo. Las turbinas se encienden y apagan desde Madrid, donde tiene su sede Iberdrola.

Y de esta manera, después de 15 años, Rivera casi ha terminado su monumento. Aunque a países como Portugal se les estén acabando los lugares donde se puedan construir presas convencionales, el agua es un medio tan útil para almacenar electricidad que la construcción de más de estos centros parece casi inevitable.

No obstante, en el futuro tal vez no haya muchos más proyectos en Europa de la magnitud de este. Es probable que las innovaciones reduzcan la pérdida de agua y hagan que estas instalaciones sean menos destructivas para el medio ambiente. Burdett, de la revista International Journal on Hydropower and Dams, comentó que las plantas hidroeléctricas existentes se modernizarían para conservar el agua. Añadió que los pozos agotados y las excavaciones cerca del mar se estaban considerando como alternativas para represamiento de los ríos.

c.2023 The New York Times Company