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La empresa que unió tradiciones japonesas y argentinas y empezó a vender afuera

Sebastián, Adrián y Luciana Alegre fundaron la empresa.
Sebastián, Adrián y Luciana Alegre fundaron la empresa.

CÓRDOBA.- Kamado es un término japonés que significa “horno”; surgió hace unos 1700 años en Japón para cocinar tanto carnes como vegetales y hasta cereales por su eficiencia en la cocción. Hace ocho años los hermanos Adrián, Luciana y Sebastián Alegre crearon “Kamado Argentino” que los produce en el país y ya comenzó a exportarlos. En el 2022 fabricaron 2800 unidades y el 20% fue afuera, principalmente a Uruguay y Chile. La mirada ahora está en Brasil.

Adrián Alegre cuenta a LA NACION que en 2015 empezaron a comercializar el producto pero importándolo; en ese momento había dos marcas estadounidenses en el país y la decisión de los emprendedores fue trabajar una estrategia, tanto a nivel local como internacional, orientándola hacia los hábitos de cocción con leña y con brasas que están muy vinculados con la Argentina.

“Recuerdo que cuando empezamos en Google había un promedio de solo 30 búsquedas del término ‘kamado’ en el país -dice Alegre-. Desarrollamos un segmento desde cero; ahora el promedio es de 18.000 y el término está más instalado”.

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Venden en Uruguay, Paraguay y Chile y tienen todo listo para empezar a trabajar con Brasil: “En el arranque viajamos a China y visitamos las tres fábricas más importantes del producto. Comenzamos importando el producto 100% desde Chile pero después decidimos fabricar”.

Adrián Alegre conoció el horno porque uno de sus mejores amigos lo había importado de forma particular: “Me frustraba no poder conseguirlo en la Argentina e importarlo era muy caro. De esa conjunción nació este emprendimiento que fue creciendo y perfeccionándose a medida que empezamos a fabricar y a incorporar complementarios como el carbón y las astillas”.

En 2019 hicieron un acuerdo con el Centro de Tecnología para Cerámica y Minerales que depende del Conicet y encararon un estudio y desarrollo de una materia prima específica que es refractaria. Alegre comenta que analizaron las características de las marcas que había en el mercado y fueron ponderando sus atributos para lograr una “a medida”.

Acompañaron ese desarrollo con un protocolo de control de calidad “exhaustivo y exclusivo” para asegurar la estabilidad del producto, partida por partida. A partir de ese momento la marca comienza a ofrecer garantía de cinco años que luego se extendió a diez en todos los productos cerámicos.

Deben importar un componente cerámico y, el resto, se fabrica en la zona sur de Buenos Aires. “Es materia prima exclusiva, al igual que la moldería, todo lo de madera y acero fue desarrollado a nivel local”, añade y admite que en el 2022 el abastecimiento de lo importado fue “complejo”.

Respecto de la expansión en el exterior, indica que comenzaron trabajando en forma “receptiva”. Fueron “apareciendo interesados” en la marca fruto de la tarea de marketing y de la presencia en las redes sociales. “Al principio no fue un plan demasiado pensado; así ingresamos a Paraguay, Uruguay y Chile -describe-. Con Brasil ya fue diferente, fuimos analizando y descartando potenciales representantes hasta dar con el perfil buscado”.

Por ahora, la Argentina representa 80% de las ventas y por el estudio hecho sobre el mercado brasileño, la expectativa es que ese destino pueda emular en cantidad al local. El kamado más pequeño cuesta $119000 y el más grande, $700.000 (destinado a un profesional gastronómico). En la empresa trabajan 14 personas fijas y seis colaboradores externos.

Los hornos hoy se fabrican en la Argentina.
Los hornos hoy se fabrican en la Argentina.

Para motorizar las ventas la decisión fue hacer capacitaciones de los representantes, que deben trasladar esa información al cliente final. El chef Enrique Chiessi es exclusivo de la marca, ofrece clases, servicios de catering y clínicas corporativas para “exprimir todo el potencial”.

Por ejemplo, para que el horno pueda generar la energía necesaria para comenzar rápido a cocinar pero que también pueda resistir 14 horas de ahumado, recomiendan un carbón de quebracho blanco seleccionado. La marca cuenta con uno, al que caracterizan como un producto totalmente natural procesado de esa forma para que, al entrar en contacto con los alimentos, se mantengan la armonía y el equilibrio esperado.

Explican que en el tamaño estándar del carbón permite el libre flujo de aire por el interior del horno, respetando su diseño y optimizando su rendimiento. El quebracho blanco tiene la particularidad de generar más poder calorífico que cualquier otra madera, además de su prolongada durabilidad. Lo venden en bolsas de ocho kilos que rinde por lo menos seis usos.

Los argumentos de comercialización del horno pasan por una serie de factores: la versatilidad (con una sola herramienta se cubren las funciones de horno, parrilla, espiedo y ahumador); necesidad de un espacio reducido (menos humo y más seguro que una parrilla); un diseño estético y un funcionamiento más eficiente que otros instrumentos.

Adrián Alegre admite que el concepto de “parrilla” está “muy arraigado y relacionado” con la Argentina en el exterior. “Se vincula rápidamente con la calidad; es una marca país interesante que a nosotros nos funciona -detalla-. La tradición argentina asociada a la cocción con fuego se remonta a siglos atrás, no es una novedad, tiene trayectoria y el país es conocido mundialmente por sus carnes y su cultura en torno al ritual del asado”.

La familia Alegre está vinculada a la metalurgia; el padre de los hermanos tenía una empresa en el sector. Hoy Luciana está cursando la carrera de cerámica para aportar más expertisse en el emprendimiento iniciado.