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Cómo puede impactar en la economía argentina el regreso de Lula al poder

El presidente Alberto Fernández y Luiz Inácio Lula da Silva el domingo último, en San Pablo
El presidente Alberto Fernández y Luiz Inácio Lula da Silva el domingo último, en San Pablo - Créditos: @getty images

La próxima asunción como presidente de Brasil de Luiz Inácio Lula da Silva despierta expectativas entre economistas y empresarios argentinos, básicamente por el reimpulso que, según se cree, le daría al Mercosur. Mientras que las proyecciones de crecimiento de la mayor economía de la región para 2023 muestran índices entre bajos y moderados, no hay expectativas de cambios abruptos de políticas. En todo caso, los analistas coinciden en advertir que, si la Argentina mantiene las restricciones a las importaciones, perderá cualquier oportunidad que se abra en el bloque comercial.

Brasil es el gran socio de la Argentina. Las exportaciones de nuestro país con ese destino cerrarían 2022 en unos US$12.000 millones, cifra que duplica los montos de las ventas a China y Estados Unidos. Pero, como son más las compras, este año, la balanza comercial con Brasil acumularía un rojo de US$4000 millones.

Hay tres características significativas en el intercambio comercial entre los países vecinos: una alta participación de las pymes; el envío de productos industriales (los embarques al resto del mundo son, principalmente, de bienes agropecuarios), y una alta volatilidad.

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Claro que la relación no es solo comercial. Brasil es el cuarto mayor inversor extranjero en la Argentina (participa en alrededor del 6% del stock) y el mayor emisor de turistas que llegan al país desde el exterior (en agosto fueron el 31,8%, según el último dato difundido por el Indec).

En las últimas semanas de campaña y también cuando ya había sido electo, Lula dio señales de querer reabrir la puerta al tratado del Mercosur con la Unión Europea (UE), un pacto comercial cerrado en 2019, pero pendiente de ratificación. El presidente Alberto Fernández dijo que existe la “posibilidad de revitalizar” el Mercosur, “darle otra fuerza y pararnos ante el mundo con otra potencia”. ¿Qué podría ocurrir, más allá de las declaraciones?

En la opinión del economista del Ieral, de Fundación Mediterránea, Jorge Vasconcelos, hay chances de un bloque “aggiornado”. El status quo actual “no le sirve a nadie”, apunta, y agrega que en la UE y en Estados Unidos se “reavivó el interés”, porque son partidarios de “un ‘patio trasero’ encolumnado, menos disruptivo”.

La Argentina hoy representa 4,7% de las importaciones que hace Brasil, cuando ese índice llegó a ser el 10%. Vasconcelos le adjudica esa caída al hecho de que las cadenas de valor no lograron repartir eslabones en varios países, como sí sucede, por ejemplo, en Asia. “El comercio intra-industrial sería más fuerte; para la UE o Estados Unidos las economías argentina y brasileña siguen siendo bastante cerradas”, señala. La guerra entre Rusia y Ucrania tornó más favorable el contexto; Brasil, con 2,5% de las exportaciones mundiales de petróleo, es un jugador “importante” y la Argentina “potencialmente” también lo es, con Vaca Muerta, según el análisis del economista.

Por cada punto que crece la economía brasileña, las exportaciones argentinas aumentan entre 0,25% y 0,33%. Para que ese impacto exista, deben estar dadas las condiciones internas. “Lula no hará por nosotros lo que tenemos pendiente”, grafica el consultor Marcelo Elizondo, quien coincide en que el electo presidente buscará “recomponer” el Mercosur, porque concibe a Brasil como “líder” de Sudamérica.

El exministro de Producción de la Nación, Dante Sica, comparte que hay una “oportunidad” de que Lula se “ponga al hombro” el Mercosur y termine el acuerdo con la UE. Entiende que su discurso ambientalista, “más potente” que el de Bolsonaro, le permitiría acabar con las reservas que muestra Francia a las posibilidades de avanzar con el pacto. “También le serviría para tener un perfil más de estadista”, dice Sica.

Momentos políticos muy diferentes

Las agendas de la Argentina y de Brasil tienen dinámicas diferentes. “Lula empieza de cero, con una mirada estratégica, y Fernández está en la última etapa, en lo táctico, en el día a día. Hay una enorme asimetría, porque cada uno piensa en momentos distintos; uno, en el mundo y el otro, en lo doméstico”, dice Elizondo. Y considera que Fernández, en lo ideológico, “se siente más cómodo con Lula que con Cristina Kirchner”.

El economista Raúl Hermida cree también que, probablemente, en su primer semestre como presidente, Lula intente terminar el acuerdo del Mercosur con la UE. “Por sus comentarios, parece convencido de que abrir la economía al comercio internacional es una política de gobierno muy significativa para superar el bajo crecimiento de los últimos años”, explica, Y ratifica que, por las medidas instrumentadas, la administración local piensa distinto. “Debería cambiar, para no quedar en falsa escuadra cuando Lula empiece a actuar”, acota.

“Confiamos en trabajar para un Mercosur moderno y abierto al mundo. Esperemos continuar y mejorar las muy buenas relaciones bilaterales”, saludó el presidente uruguayo Luis Lacalle Pou, a Lula. La lectura de Vasconcelos es que buscó “marcarle la cancha” para que no predomine en sus negociaciones el interés propio.

La Argentina necesita de un Brasil “estable y que crezca”, señala Sica. Pero admite que, para aprovechar oportunidades, hay cuestiones que se deben resolver internamente.

Por el acuerdo de complementariedad automotriz que existe con Brasil, la industria en la Argentina sigue muy de cerca la dinámica del país vecino. Martín Zuppi, presidente de Fiat, Jeep, Ram de la firma Stellantis, enfatiza que es “el gran mercado de la región” y viene recuperándose en los últimos meses, luego de la caída marcada por la pandemia. Para el grupo, representa algo más del 90% de las exportaciones, que “aumentaron significativamente” este año.

“El mercado automotor regional es un mercado integrado y complementario; sus integrantes se necesitan mutuamente; en la Argentina estamos atentos a lo que pasa en Brasil y lo mismo hace nuestra central regional que está ahí”, agrega Zuppi.”

Para Hermida, los cambios que impulse Lula tendrán “mucho peso” en la Argentina, en especial en cuatro grandes grupos productivos y de cadenas de valor: energía, agroindustria, minería y economía del conocimiento. Sostiene que se suele “subestimar” la exportación de servicios dentro de la región, pero Brasil importó entre US$25.000 millones y US$30.000 millones anuales en los últimos años. “Es un mercado donde prácticamente no participamos y habría que incursionar”, señala.

Impactos por zonas

Un incremento de las exportaciones beneficiaría a economías regionales, como las de cuyo y el centro, dentro del corredor bioceánico central; la patagónica, por la energía, y la del noroeste, por la minería, en tanto que un impulso a la economía del conocimiento impactaría en todo el país. Hermida recuerda que, en el segundo mandato de Lula, funcionarios brasileños se contactaron con el Instituto de Investigaciones Económicas de la Bolsa de Comercio de Córdoba para desarrollar el intercambio entre regiones, por ejemplo, la del centro argentino con las de centro oeste y sur de Brasil, a la vez que se impulsaba aprovechar la hidrovía Paraguay-Paraná para reducir el costo de los fletes.

Una mejora fuerte de la economía de Brasil favorecería el comercio en la región, que en 2021, en los países de la Aladi y del Mercosur, “apenas” fue del 12,1% de las exportaciones e importaciones surgidas en la zona. Es una participación muy baja, dice Hermida, cuando se compara el dato con el de otros bloques.

Un aporte que haría Brasil, según Elizondo, sería facilitar el acceso argentino a una internacionalización virtuosa, ya que es uno de los mayores receptores de inversión externa directa. Tiene hundidos en su territorio unos US$800.000 millones de empresas extranjeras (casi diez veces lo acumulado en la Argentina). Además, suma casi US$400.000 millones de sus compañías en otros países, lo que supone también unas diez veces lo invertido por firmas argentinas fuera del territorio nacional.

El embajador argentino, Daniel Scioli, presentó un mes atrás los ejes de lo que, a su entender, debería ser el acuerdo de integración con Brasil, que alcanzaría áreas como energía, minería, agronegocios, industria y turismo. En este último segmento impulsa un puente aéreo desde el aeroparque Jorge Newbery y la eliminación del cobro del roaming.

A falta, aún, de un plan definido, los analistas consultados por LA NACION dicen esperar los nombres del gabinete económico. Que haya sumado a Henrique Meirelles, exministro de Economía de Michel Temer, es una señal “positiva”. En la pandemia, la actividad en Brasil cayó menos que en la Argentina; este año crece al 3,5% y se logró contener la inflación, que fue de 6,8% anual a octubre.

Sica dice ser “cauto”, porque Lula tendrá un Congreso que no controlará, y las principales gobernaciones estarán en manos de bolsonaristas, y tendrá un vicepresidente, Geraldo Alckmin, que no es de su partido.

“Tendrá poco grado de libertad –señala Sica–. En los últimos dos meses su discurso viró. El mundo que dejó hace 12 años no es el que tenemos hoy, no solo por la pandemia y la guerra; cambiaron los negocios, hay nuevos mercados, los grupos empresariales más grandes de Brasil son más globales y el Estado es distinto. Veremos cuánto del pragmatismo que se le reconoció sigue vivo”.

Las restricciones impuestas por un triunfo ajustado, para Elizondo, obligarán a Lula a ser “moderado” y lo llevarán a tener una agenda con acción social, “pero sin afectar las instituciones del mercado”.

Sica ve indicios positivos, como el hecho de que Alckmin esté a cargo de la transición: “El gabinete económico será clave. Bolsonaro no perdió por la economía, sino por sus rasgos totalitarios”. Repasa que en el primer gobierno de Lula el mundo apostaba que defaulteaba, y “no solo no lo hizo, sino que toleró dos años duros que le permitieron crecer y sentar bases para su reelección”. Ahora, las miradas están en que no de marcha atrás con la reforma laboral y que no frene la privatización de la energía.

Las reformas laboral e impositiva de Temer son –según Vasconcelos– las bases del crecimiento de Brasil. “Facilitaron que, antes de la pandemia, bajara fuerte la tasa de interés, y se reactivó el crédito hipotecario”.

Brasil le sacó dos o tres años de ventaja a la Argentina en reformas estructurales, y varios quinquenios en la inserción internacional de commodities: hoy controla el 35% del mercado mundial de la soja.

En un escenario global de fortalecimiento del dólar, que afecta el precio de las commodities e impacta en el endeudamiento en esa moneda, Vasconcelos sostiene que, por la guerra, las materias primas están menos afectadas y que Brasil tiene buena acumulación de reservas y baja proporción de deuda en dólares en relación con el PBI. Además, con una “política fiscal consistente” el Banco Central bajaría la tasa de interés. “Para un presidente -dice-, eso es maná del cielo”.