Se llama Sam Sung, fue empleado de Apple y ahora subasta su tarjeta de identificación con un fin benéfico

De no creer. Una persona llamada Sam Sung fue, entre 2010 y 2012, empleado de una tienda de Apple en la calle Buchanan Street, en Glasgow, Scotland. Su nombre y apellido, unidos, son idénticos al nombre del principal competidor, en muchos aspectos, de Apple, es decir, Samsung.

Durante años fue un ejemplo espectacular de esos casos en los que un nombre parece predestinar a una persona a una tarea; una suerte de inaptónimo (los aptónimos son los nombres relacionados con la profesión u oficio de alguien, y en muchos casos han derivado en apellidos). ¿Cómo podían imaginar los padres de Sung que su hijo Sam -no sabemos si es Samuel- llevaría un nombre relacionado con el mundo de la tecnología, y que además trabajaría en una firma contraria? ¿Qué hubiera pasado, además, si hubiera intentado obtener un puesto en la firma surcoreana? ¿Le habrían dicho “dejá, con ese nombre es demasiado”?

Como sea, Sam Sung dejó de trabajar en la tienda escocesa de Apple en 2012, y se mudó a Vancouver, donde trabajó un tiempo en otra tienda de Apple; cuando cambió de empleo y entró en una empresa de recursos humanos, optó por usar otro apellido, Struan.

Según explicó en Twitter, en 2014 decidió subastar su tarjeta de presentación de la tienda de Vancouver, que mostraba su peculiar nombre y apellido, y que terminó vendiéndose por 2500 dólares. Struan donó el dinero a una ONG. Hace poco un familiar encontró otra tarjeta de presentación de cuando trabajaba en Escocia en perfecto estado, se la envió, y Struan decidió subastarla también, junto con la identificación que usaba como empleado, y una remera de la tienda de Apple en Escocia. Enmarcó todo y lo firmó.

Al día de hoy, la subasta en eBay recibió propuestas por 1152 dólares canadienses. El dinero recaudado es para el Downtown Eastside Womens Centre, en Vancouver, un hogar para mujeres.

No son casos idénticos al de Sung (porque Sam sung significa tres estrellas en coreano), pero a lo largo de la historia, hay muchísimas historias de personas con un apellido que definió su profesión: el periodista Walter Duer hizo una lista con casos locales en el libro Marcados por el destino; hay clásicos como el doctor Norberto Garrote, psiquiatra especializado en violencia familiar, o César Carman, presidente del Automóvil Club Argentino, por citar sólo dos casos.