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Sergio Díaz-Granados: “Habrá que pagar la factura del encierro a niños y jóvenes por el Covid”

Sergio Díaz-Granados: "A partir del Covid dispusimos de más recursos que el país pudiera enfrentar mejor la pandemia; apareció una prioridad que fue la tarjeta Alimentar"
Sergio Díaz-Granados: "A partir del Covid dispusimos de más recursos que el país pudiera enfrentar mejor la pandemia; apareció una prioridad que fue la tarjeta Alimentar"

Desde septiembre de 2021 preside el CAF-Banco de Desarrollo de América Latina, la entidad regional que impulsa y financia iniciativas de infraestructura, educación y otros rubros; es abogado, fue miembro de la Cámara de Representantes de Colombia (2002-2006) y ministro de Comercio, Industria y Turismo de ese país (2010-2013)

El alza de la inflación global, dinamizada por las subas de valores en la energía y los alimentos, sumada a los desequilibrios económicos internos y los efectos sociales de la pandemia configuran una “coyuntura difícil” para América Latina, según sostiene Sergio Díaz-Granados, presidente de CAF-Banco de Desarrollo de América Latina. Ese escenario, dice, en diálogo con LA NACION, exige a cada país avanzar en reformas que tengan como prioridades evitar que la pobreza siga creciendo, frenar la informalidad y “balancear las cuentas nuevamente”, luego de las políticas expansivas impulsadas para enfrentar la emergencia de Covid-19.

El abogado de 52 años, que fue ministro de Comercio, Industria y Turismo de Colombia (2010-2013) en la presidencia de Juan Manuel Santos, mantuvo encuentros con el ministro de Economía, Sergio Massa, y con el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, en el marco de un viaje en el que confirmó convenios de inversión, en distintos proyectos, por alrededor de US$750 millones en el país. “Nosotros, desde CAF, tenemos una relación desde 2001 con la Argentina, de confianza y apoyo mutuo. Y nuestro rol como banco de desarrollo es proveer fondos y asegurar que los proyectos de infraestructura se hagan bien”, definió.

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–¿Cómo ve la llegada de Massa al Ministerio de Economía?

–Me vi con él incluso antes, cuando ya era presidente de la Cámara de Diputados. Creo que hay una gran oportunidad de hacer reformas hacia delante. Hay un líder importante. Vamos a trabajar con él, acompañar las aprobaciones que ya teníamos y mirar la programación del año entrante. Le deseamos todo el éxito a su gestión, porque su éxito también es el de la Argentina. Vamos a tratar, simplemente, de estar acompañando en su nueva gestión.

–¿Cómo ve el escenario actual en la Argentina y la dinámica hacia delante?

–Tenemos una relación de casi 21 años con el país. Hemos logrado una cartera que supera los US$3400 millones, con todo tipo de proyectos en casi todas las jurisdicciones. Nosotros vamos acompasándonos con el gobierno a raíz de las prioridades que tiene. A partir del Covid dispusimos de más recursos para que el país pudiera enfrentar mejor la pandemia. Apareció una prioridad que fue la Tarjeta Alimentar, y entramos a trabajar a fondo para proveer soluciones para la alimentación de la población. Hoy, cuando estamos saliendo de la pandemia, entramos en una fase en la cual hay que pensar en el crecimiento del país. Vamos pensando nuevos proyectos de inversión. Suscribimos convenios por cerca de US$750 millones con la Nación, para proyectos que van desde agua y saneamiento básico hasta infraestructura, educación y energía. Hay una oportunidad de reactivación económica y social, y hay que usar los recursos del banco para eso. Es lo que hemos hablado con el Gobierno.

–La Argentina tiene un contexto financiero adverso, con un riesgo país en 2400 puntos y con fragilidad en las reservas. ¿Cómo es la decisión de CAF de avanzar en inversiones en el país, con este escenario?

–Este es un banco sui generis, porque es un banco de latinoamericanos. No tenemos de respaldo a ningún país desarrollado. Es un banco construido por latinoamericanos durante 54 años, que tiene grado de inversión hace 30 y nos mejoraron la calificación hace un mes. Es curioso, porque todos nuestros accionistas están con problemas, o la mitad de ellos no tiene grado de inversión, pero el banco se ha manejado con prudencia y con el compromiso de los socios de cumplir con sus compromisos. Eso nos permite ser un emisor de confianza, conectar con nuestros bonos el ahorro internacional hacia proyectos en América Latina y transmitir esos beneficios, con mejores plazos y mejores tasas. Complementamos el financiamiento internacional de muchos países. La idea es doblar el tamaño operativo del banco, que de acá a 2026 podamos aumentar a una tasa del 7% u 8% anual nuestro crecimiento en financiamiento.

–¿Cuál es el monto que tienen asignado a proyectos?

–Vamos a llegar a US$1100 millones de aprobaciones para la Argentina, y en la región superamos los US$14.700 millones en proyectos .

–¿En qué tipo de iniciativas?

–La cartera es variopinta. He visitado proyectos en Buenos Aires, Jujuy y Río Negro. Vamos a estar en Ushuaia muy pronto. La idea es atender la mayor cantidad de sectores posibles. La gran cúpula es infraestructura, y ahí hay de todo, desde educación hasta proyectos para financiar satélites en Invap. Fuimos a ratificar eso a Bariloche. También hay cuestiones de salinidad y radares para aeronavegación. Hay desde iniciativas más sencillas hasta escuelas en el ámbito rural o universidades. Hemos ido construyendo casi 70 sedes. En Buenos Aires hicimos proyectos de mejoramiento de barrios o el Paseo del Bajo. Por eso estuve con Rodríguez Larreta, para ratificar esas iniciativas.

–¿Cómo ve a América Latina?

–No solamente la Argentina, sino toda la región está atravesando una coyuntura muy difícil. Hay una inflación global que era de esperarse, con toda la expansión monetaria que se hizo por la pandemia de Covid, y eso afecta a la región. Hay una crisis global también impulsada por la guerra de Rusia y Ucrania, que nos golpea como un todo. Y en medio de esa coyuntura, tenemos los desafíos internos de cada país. Hoy necesitamos es entender la coyuntura y hacer reformas que permitan transitarla y que permitan balancear las cuentas nuevamente, y generar una red que permita evitar que la pobreza siga creciendo en la región y que la informalidad se siga sembrando.

–¿Qué proyecciones hacen para el corto plazo?

–Vamos a tener un año [de crecimiento] entre bajo y moderado en 2023, y creo que lo que hay que hacer es prepararse para las expectativas de una mayor complejidad en América Latina y el Caribe. Es un entorno que no podemos soslayar ni desconocer. Y prepararse para hacer reformas. El talante con el que deben prepararse los gobiernos en general, independientemente del ciclo en el que estén, es el reformador, por cómo nos dejó el Covid, con mayor endeudamiento, mayor pobreza, desempleo y exclusión del mercado laboral en segmentos muy sensibles, como el de los jóvenes. Hay que entender lo que está pasando a nivel global. Todo se está trasladando en mayor presión para América Latina.

–¿Por qué el crecimiento bajo?

–Lo quiero ver desde un punto de vista regional; insisto en que hay factores exógenos y endógenos. Los endógeno está muy asociado a lo que nos pasó en la pandemia. Hubo un gran desvío de los programas iniciales, porque el Covid nos tomó a todos por sorpresa, nos llenó de preguntas, y la respuesta de los gobiernos fue el gran encierro de niños y jóvenes. Y eso es un gran problema social serio, es una factura del Covid que aún no hemos empezado a pagar. Esta fue la región que más tiempo tuvo fuera del sistema educativo a niños y jóvenes, y ahora tenemos que salir a pagar esa factura, que es silenciosa y creciente. Era lo recomendado por epidemiólogos y por ministros de salud, pero ahora hay que pagarlo. Ahí tenemos un desafío grande. Por otro lado, incrementamos la deuda en todos los países a los niveles máximos que pudo hacerse, y aun así la colocación de los recursos para enfrentar el Covid en América Latina no fue la más alta. Estuvo muy por debajo de los países desarrollados para enfrentar la crisis, pero quedamos muy endeudados. Y, adicionalmente a eso, pusimos la mayor cuota de muertos por Covid en todo el mundo. A la región realmente le fue muy mal en términos de crecimiento, de expansión de la deuda y de muertes, y cuando salimos de ese trauma nos encontramos en un contexto global con inflación desbordada, que está comenzando a frenarse producto del incremento de las tasas.

–¿Cómo afecta a la región el cambio del contexto global?

–La situación es totalmente heterogénea, dependiendo del tamaño del país y de su estructura productiva. Estos vientos que estamos viendo estos años podrán generar fortaleza o mayores amenazas o debilidades. Para los países importadores de energía se está viendo un incremento en los precios, no solo de los combustibles y alimentos, impulsado por esa misma razón. Otros se van a beneficiar del incremento en los ciclos de materias primas, sea por cobre, carbón, gas o petróleo, y mejorarán las cuentas nacionales. La realidad es heterogénea, pero como región hay una coyuntura compleja, social y económica, y una coyuntura global adversa. De nuestro lado, la recomendación es hacer más y mejores reformas, para mejorar el gasto, aplicarlo mejor, ir para los más necesitados. Y las reformas hacerlas con mayor consenso nacional.

–¿Qué incluye o comprende esa propuesta de reformas?

–Cada país tiene que identificar en su coyuntura qué va primero. No hay una receta única. Lo que si hemos dicho desde el inicio es que las reformas tienen que ser más dialogadas y consensuadas que en el pasado. Tienen que ser intergeneracionales, porque involucran a la gente mayor, a los jóvenes, o a los que están en edad laboral; tienen que ser acuerdos que, además, balanceen al interior de los países entre lo urbano y lo rural; y sobre temas orientados a la generación de empleo. Qué significa en cada país es algo distinto. Puede que en algún país sea una reforma energética; en otros, una reforma previsional, una reforma de la salud o del ingreso.

–¿Cómo describiría las consecuencias que dejó la pandemia?

–Esta fue la región que tuvo más días de ausencia escolar y en universidades. Nivelarlos a todos rápidamente y que un niño que estaba en tercero de primaria ahora esté en quinto y “acá no pasó nada”, sería una gran mentira y sería, además, una consagración a la baja productividad en el resto de la década. Tenemos que reconocer un problema en la semilla que tenemos hoy, en niños y jóvenes y entrar rápidamente a trabajar. Antes de la pandemia, la región ya tenía una productividad del 23%, en promedio, de la de Estados Unidos. Y si no salimos a resolverlo, en ocho o en 10 años tendremos menos productividad que antes. Si me preguntan, como banco de desarrollo dónde debería asignar sus recursos América Latina, es en sus recursos humanos.

–¿Dónde está el potencial de la región de aquí en más?

–Esta es una ‘región solución’. Para los problemas de cambio climático, la mejor tecnología es un árbol, y esta es la zona del mundo con la mayor capacidad reforestadora. Estar entre los trópicos nos permite esa herramienta para aumentar la retención de CO2. No hay solución a los problemas globales sin América Latina. Si hay un problema energético, la zona más compatible por amplitud del sistema democrático es aquí. Tenemos las segundas reservas de gas probadas, y el gas es la energía de la transición energética. Sin mencionar la capacidad de la región para producir hidrógeno verde, litio o metales. Si hay problemas de inseguridad alimentaria, la región que más capacidad tiene para proveer alimentos es América Latina.